Más Allá de la Ciencia.

Expertos de todo el mundo se dan cita en Barcelona.
Reunión internacional de disidentes del SIDA.

Destacados científicos del sector crítico del Sida acaban de reunirse en Barcelona para preparar sus intervenciones en la conferencia internacional que, sobre este asunto, se celebrará en Ginebra del 28 de junio al 3 de julio de 1998. En esta «cita previa», los investigadores presentes volvieron a cuestionar la existencia del virus VIH, la validez de los «tests» que hoy se aplican, la eficacia de los tratamientos convencionales y la forma en que el problema es abordado -más bien ignorado- por la mayoría de los medios de comunicación.

Lluís Botinas.por Lluís Botinas. 


Barcelona acogió entre el 6 y el 15 de marzo de 1998 a algunos de los científicos de todo el mundo más críticos respecto al tema del Sida con el objetivo de preparar su intervención en la duodécima Conferencia Internacional del Sida que se celebrará en Ginebra del 28 de junio al 3 de julio de 1998 e intentar que se abra, por fin, un debate científico y público que les permita contrastar sus opiniones con quienes sostienen la postura oficial.

En este sentido, los postulados que defenderán los llamados «disidentes» son, básicamente, los siguientes:

  1. El VIH no existe, o en todo caso, es falsa la hipótesis VIH=Sida.
  2. Los tests que se efectúan en la actualidad no son válidos.
  3. Los fármacos que se aplican hoy son venenosos, tanto los supuestamente antivíricos como los supuestamente preventivos. Y
  4. Hay tratamientos no agresivos más eficaces.
Hay que añadir que los participantes en el congreso de Barcelona profundizaron no sólo en los distintos aspectos del fenómeno (ellos no consideran que el Sida sea una única enfermedad) sino también de la vida del ser humano en general a fin de que tengamos una visión más amplia de lo que, en su opinión, está ocurriendo con el Sida.

Ni virus, ni epidemia.

Heinrich Kremer.El médico alemán Heinrich Kremer, por ejemplo, habló de la biología de la evolución, refiriéndose al decisivo papel de las mitocondrias, bacterias que viven simbióticamente en el interior de nuestras células. Las mitocondrias -explicó- tienen su propio material genético de ADN y su propio ritmo de división, siendo las responsables de formar el ATP, la molécula energética básica que representa más del 90 por ciento de la energía que necesitamos. Las células normales tienen unos pocos cientos de mitocondrias, pero su número crece cuanta más energía necesitan; por eso las musculares tienen entre dos y cuatro mil mitocondrias, las nerviosas entre cinco y siete mil, las hepáticas entre ocho y diez mil y los óvulos más de quinientas mil. Kremer destacó que las mitocondrias son dañadas por los antibióticos -y también por los antivirales-, concebidos bien para impedir la división de las bacterias (bacterioestáticos) o bien para matarlas (bactericidas). Todo lo cual implica, en su opinión, dos gravísimas consecuencias: la disminución de la formación de energía, con lo que la persona estará cada vez más débil y acabará muriendo, y la generación de mutaciones en el ADN mitocondrial, mutaciones que son transmitidas por las madres directamente a sus bebés y que probablemente -añadió- son la explicación de las nuevas enfermedades infantiles que están detectando los pediatras.

Alfred Hässig.El inmunólogo suizo Alfred Hässig se refirió, por su parte, al estrés como factor distorsionante de las funciones inmunitarias. El estrés -explicó-, por un lado aumenta la actividad de los linfocitos B, por lo que forman mayor cantidad de anticuerpos y «es más fácil dar positivo en los mal llamados «tests del Sida»»; y, por otro, inhibe la actuación de los linfocitos T, «por lo que se frena la decisiva tarea de reciclaje del billón de células que se nos mueren diariamente». Sobre este material orgánico muerto que se acumula -añadió-, pueden proliferar los hongos (Pneumocistis Carinii, cándidas, etc.) que precisamente afectan a la mayoría de los enfermos etiquetados como «casos de Sida». Los factores de estrés son, básicamente, psicológico-emotivos, tóxicos (drogas, medicamentos, poppers, etc.), nutricionales (alimentos refinados, conservantes), infecciosos y traumáticos; de ahí que reducir el estrés ayude a acercarse de nuevo a una situación de equilibrio. Pero para alcanzar éste -afirmaría- debe recurrirse a componentes antioxidantes que sólo determinadas planats como las especias (curcumina de curry) o los tés verdes (no fermentados) pueden elaborar.

Gordon Stewart.El epidemiólogo escocés Gordon Stewart, en su intervención, demostró cómo desde esa disciplina no cabe hablar de «epidemia de Sida» y por eso en los países occidentales no se ha cumplido ninguna de las predicciones catastrofistas que se realizaron en los primeros años. «Esa es la razón -añadió- de que se siga alimentando la mentira de una «epidemia mundial de Sida», sólo que argumentando ahora que si no existe tal en Occidente, sí la hay en África o Asia. Una falacia porque en estos continentes se utilizan criterios totalmente distintos a los aplicados en Occidente». Finalmente, refiriéndose a Estados Unidos, indicó que desde 1993 se puede considerar como «un caso de Sida» a toda persona cuyo recuento de linfocitos T-4 dé menos de 200, criterio que afortunadamente no se aplica en Europa y que ha contribuido a hinchar notablemente la cifra de «casos de Sida» en aquel estado.

La inutilidad de los «tests del Sida».

Aspectos, por cierto, que han sido recientemente abordados por el médico austríaco Christian Fiala en su reciente libro Lieben wir gefährlich? (¿Vivimos peligrosamente?). En él,, Fiala habla de la «no-epidemia» de Sida, poniendo ejemplos más que significativos. Así, se refiere a la reunión de Bangi (África Central) de 1985, a partir de la cual se acordó que bastaría tener dos de tres signos mayores (como pérdida de un 10% de peso, fiebre o diarrea durante un mes) y uno de siete signos menores -aún más generales y algunos de los cuales son ocasionados por varias enfermedades endémicas africanas, entre ellas la malaria-, para que el enfermo pasara a ser considerado un «caso de Sida». Todo ello sin efectuar ninguno de los llamados «tests del Sida».

Aunque si algo se puso claramente de manifiesto en esta reunión de expertos fue, sobre todo, la inutilidad de estos tests. El ya mencionado doctor Hässig recordó que no son unos tests «sí-no» (es decir, que indiquen si se tiene o no un determinado tipo de anticuerpos específicos para combatir el presunto virus VIH), sino «más-menos» (es decir, que indican simplemente si se tiene mayor o menor cantidad del mismo tipo de anticuerpos). Hässig añadió que los anticuerpos que encuentran esos tests son en realidad autoanticuerpos, o sea, anticuerpos frente a proteínas humanas, en particular la actina y la miosina. «Pero la verdad -denunció- es que toda persona tiene, de forma totalmente natural, una cierta cantidad de los anticuerpos antiactina y antimiosina, sólo que el umbral de los tests ha sido fijado por encima de esa cantidad normal».

Incidiendo sobre el mismo tema, el doctor Heinrich Kremer presentó un artículo que acaba de redactar en el que se explica con todo detalle cómo el doctor Robert Gallo diseñó su test según los parámetros de anticuerpos comunes a los homosexuales de las metrópolis estadounidenses. Para ello -dijo-, Gallo reprodujo en su laboratorio las características estresantes (antígenos, mitógenos y cortisol) que sabía presentes en los homosexuales donantes de sangre.

Stefan Lanka.Los tests también fueron descalificados por el biólogo y virólogo alemán Stefan Lanka, aunque desde el punto de vista que él viene defendiendo y que los lectores de MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA conocen perfectamente: la inexistencia del VIH. Para ello, detalló los pasos necesarios que hay que dar en el proceso de aislamiento de un virus realmente existente y de su caracterización, de manera que se conozca exactamente qué proteínas y qué información genética tiene. Pasos que, según Lanka, jamás han sido cumplidos por los que calificó de «diseñadores del VIH» por lo que «nadie puede afirmar que tal virus exista». Lanka desmenuzó también los artículos publicados en la revista Science por los doctores Montagnier (1983) y Gallo (1984), así como las instrucciones contenidas en el último manual estadounidense de virología, donde se explica cómo cultivar el supuesto VIH. Análisis en el transcurso del cual destacó los errores teóricos que, a su juicio, ambos «expertos» habían cometido, los indicios indirectos y las trampas prácticas que -aseguró- se aplicaron y se siguen aplicando para «mantener la falacia de la existencia del VIH, fantasma oficialmente presentado como causante del Sida».

Es peor el remedio...

También los tratamientos convencionales que habitualmente se emplean en los «casos de Sida» fueron abordados desde distintos ángulos. El doctor Kremer se apoyó en numerosos artículos aparecidos en revistas científicas desde enero de 1988 para denunciar la mortal toxicidad del AZT, fármaco aprobado «de manera totalmente irregular» en 1987, y posteriormente del resto de nucleósidos análogos (ddC-Hivid, ddI-Videx, 3TC-Epivir, D4T-Zerit, etc.). Lanka, por su lado, explicó cómo los inhibidores de las proteasas, por su manera de actuar cada vez más indiscriminada a medida que aumenta su concentración, impiden el funcionamiento celular porque bloquean tanto la formación como la eliminación de proteínas.

Charles Ssali.También se habló de las alternativas naturales a estos fármacos tóxicos, cuyos efectos beneficiosos se ocultan. Así, tanto Lanka como Kremer subrayaron la importancia del producto tibetano Padma-28 y de todos aquellos que aumenten el potencial redox, es decir, la capacidad de reducción y de oxidación de nuestros tejidos básicos. En este sentido, el médico ugandés Charles Ssali presentó una serie de trabajos que le llevaron a confeccionar un compuesto natural que llama Mariandina y que dijo haber aplicado a más de 17.000 pacientes con buenos resultados.

Hubo también consenso en aclarar que todos esos tratamientos alternativos no son «contra el Sida», ya que éste -se dijo- no tiene entidad biológico-patológica propia, sino terapias no agresivas para paliar la deficiencia energética (y sólo en segundo plano, a veces, para la inmunodeficiencia que de ella se deriva) y para las 29 enfermedades que se hallan englobadas bajo la etiqueta de Sida.

Decir, por último, que hubo también testimonios personales, como el del hemofílico alemán Bernd Hausser, quien explicó el lento proceso que había vivido hasta comprender, primero, que se estaba envenenando con los tratamientos oficiales (AZT, Septrin, etc.) y, más tarde, que era víctima de unos «tests-chapuza» en los que, como muchos hemofílicos de todos los países, dio positivo debido a que los preparados de factor coagulante que le fueron administrados durante años contenían más del 99% de proteínas extrañas que generaban una gran cantidad de anticuerpos, con lo que aumentaban las probabilidades de dar positivo en los tests.

También ofreció su testimonio el médico valenciano Enric Costa, autor de Sida: Juicio a un virus inocente (1993), cuya segunda edición avanzó en este congreso. Se trata del único libro crítico aparecido en nuestro estado y para la realización del mismo Costa se ha apoyado en un estudio de campo realizado en hospitales de su comarca y en su propia experiencia en consulta. Según explicó, ya desde los primeros casos que se le presentaron comenzó a cuestionar la supuesta «transmisión sexual» del «virus» y, a partir de ahí, la presunta culpabilidad del VIH. En esta segunda edición, Costa añade que, tras conocer los artículos de los doctores Lanka y Papadopulos, excluye ya la posibilidad de que el VIH exista en realidad.

Implicar a la opinión pública.

El congreso finalizó con la elaboración de tres documentos: un mensaje, un manifiesto y una declaración. Bajo el título ¿Terapia génica, cáncer, Sida? ¡Regenerar el conocimiento, desactivar los peligros!, el primero de ellos aborda los problemas científicos fundamentales que han conducido a lo que los expertos firmantes consideran el «invento del Sida», algo que, por otra parte, está permitiendo -indirectamente- estudiar soluciones para diferentes enfermedades crónicas y degenerativas. En el segundo documento, el manifiesto Por un debate científico y público sobre el Sida, se exponen los puntos clave de lo que estos investigadores consideran el «invento Sida». Finalmente, la declaración, con el significativo encabezamiento El invento asesino Sida queda desenmascarado y son criminales quienes lo mantegan, aunque sea en su engañosa versión «cronificada», pretende evitar el miedo al Sida, constituyendo, según sus redactores, «una medida terapéutica en sí misma». El primer documento será presentado, para conseguir firmas, a diversas asociaciones; los dos últimos pueden ser secundados por personas individuales.

Sida y medios de comunicación.

Joan Shenton.El congreso contó también con la participación de periodistas especializados en el tema, como Renaud Russeil, de Marsella, quien presentó su libro Enquête sur le Sida. Les vérités muselées (Encuesta sobre el Sida. Las verdades amordazadas); la periodista anglochilena Joan Shenton, autora de Positively false. Exposing the myths around HIV and AIDS (Positivamente falso. Una exposición de los mitos acerca del VIH y del SIDA), o Rafael Ramos, Kevin Corbett, James Whitehead y Clair Walton, quienes acudieron en representación de la revista londinense Continuum, la más importante actualmente en el mundo para conocer los avances de los críticos del Sida.

También el director parisino Djamel Tahi presentó y comentó episodios de su reportaje Sida, la duda, que fue silenciado por TVE en octubre de 1996 bajo la presión censuradora de los doctores españoles Nájera, Parras y Clotet. Tahi prepara en la actualidad dos nuevos trabajos, uno sobre la «no epidemia mundial de Sida» y otro sobre la «no fiabilidad de los tests».


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