Diario Médico. Miércoles, 10 de noviembre de 1999.

El plasma marino de René Quinton abre posibilidades terapéuticas.

La sangre que vino del mar.

Las aguas marinas esconden secretos científicos beneficiosos para la salud humana. Uno de ellos fue descubierto a comienzos de este siglo por el fisiólogo y biólogo francés René Quinton, descrito en su principal obra: L’eau de mer, milieu organique. El llamado Plasma de Quinton se utilizó entonces en París en los denominados dispensarios marinos.

Hoy se intenta recuperar su utilidad como medicina complementaria.

Toni González. Barcelona.

En la iglesia de Saint Ferdinand des Ternes, de París, una multitud despedía el 13 de julio de 1925 a René Quinton, un científico que hizo emerger de los océanos un hallazgo que hoy conocemos como plasma marino. Antes de la aparición de los antibióticos, este plasma obtenido del agua de mar tratada se ofrecía como una alternativa en enfermedades con alta incidencia durante la época e incluso endémicas como el cólera infantil, la deshidratación o la toxicosis.

Los tratamientos de Quinton que se aplicaban por vía subcutánea beneficiaron a pacientes con tuberculosis, mujeres gestantes y enfermedades con patología autoinmune. Sin embargo, todo quedó en el olvido cuando irrumpieron la penicilina y el desarrollo de la farmacología convencional. Las teorías más actuales justifican bajo diferentes postulados el uso del agua de mar tratada. Marco Francisco Payá, médico especialista en farmacología marina y director de un curso realizado en Barcelona sobre el método terapéutico marino, ha elaborado sus propias hipótesis sobre la actividad celular.

Doctor Marco Francisco Payá.Doctor Marco Francisco Payá.

A su juicio, no es el descenso de la actividad celular la que provoca la disminución del agua intracelular, «sino el aumento de la actividad extracelular, en particular de la matriz extracelular -término acuñado por Alfred Pischinger, de la Universidad de Viena- lo que genera una transferencia del agua del medio intracelular al medio extracelular». La experiencia clínica, según el especialista, muestra que la sensación de sed «desaparece con la edad, y en consecuencia los aportes hídricos se reducen. Eso modifica la función de la matriz extracelular».

Las ventajas del plasma marino frente a diferentes sales terapéuticas existentes como el gluconato, pidolato y orotato, entre otras, son evidentes: «No encontramos problemas para conseguir el paso de la barrera intestinal, ni desequilibrio en los diversos sistemas de proteínas portadoras». En los centros de medicina complementaria el plasma marino se recomienda en obesidad, procesos diarreicos, estados de cansancio, sinusitis e incluso anorexia o desnutrición.

Procesado.

El agua de Quinton debía recogerse en áreas localizadas en el fondo marino. «Procedía de una corriente circular de tipo torbellino, una temperatura constante, composición mineral poco variable y con niveles de fitoplancton y zooplancton estables», según Payá.

Los procesos modernos recogen hoy el agua a 30 metros de profundidad y a 10 metros del fondo del Océano Atlántico. Se transporta a los laboratorios mantenida a una temperatura de 4 grados centígrados. Antes de su envasado, pasa en frío por un microfiltro con orificios de 0,22 micras de modo que puede quedar esterilizada.

Con esta operación se obtiene un agua de mar hipertónica de alrededor de 30 gramos de sales totales por litro. Su aplicación subcutánea todavía no està aceptada ante el riesgo de necrosis, aunque han comenzado estudios experimentales en animales con este método.


Medicina «popular».

Laureano Domínguez es uno de los principales investigadores interesados en impulsar el estudio sobre el efecto del plasma marino o plasma de Quinton. Algunos centros como el Hospital Veterinario de Mataró han mostrado su interés en ensayar en modelos animales con enfermedad irreversible la terapia marina de Quinton. Pero la ilusión de Domínguez va más allá de la confirmación experimental del plasma: «La utilidad terapéutica del plasma marino se documentó en su época ante la comunidad científica francesa y continuamente se revisan sus principios de actividad en el cuerpo humano. Lo deseable es que pueda convertirse en una opción al alcance de colectivos sociales desfavorecidos que no pueden acceder a una farmacología convencional». El proyecto de Domínguez se denomina Dispensarios Marinos y trata de recoger ayudas para la puesta en marcha de centros médicos en países subdesarrollados que pueden disponer con facilidad del medio acuoso y realizar su procesado con un mínimo de tecnología.


free-news.org