Illacrua. Número 67. Mayo de 1999.

Mala cosecha para la biotecnología.

¡Qué pena!. El debate que parecía que estaría cerrado en los espacios escogidos por la industria -Parlamento Europeo, círculos de altos cargos, centros institucionales de investigación1- ha llegado a la opinión pública. Las multinacionales no hablan ahora de crisis, ni de gestión de crisis. La respuesta de la sociedad civil focalizada hacia la industria y no hacia la bondad o maldad del producto es ahora, según las mismas multinacionales, un «serio problema».

Monsanto.El intento de Monsanto de eliminar el número de The Ecologist, Monsanto Files, dedicado exclusivamente a sus cloacas (Illacrua 61) fué el precedente de una serie de escándalos que, focalizados en el Reino Unido, han conseguido cambiar el eje del debate para centrarlo en los intereses comerciales de los gigantes de la biotecnología.

Uno de los mas graves llegaría el pasado mes de febrero también al Reino Unido. El protagonista de esta historia era el Dr. Putzsai, un investigador de 68 años con mas de 35 años de experiencia que, el agosto pasado, fué expulsado del Instituto Roweet de Aberdeen (Escocia) acusado de poco rigor científico en sus resultados cuando hizo público en un programa de la televisión británica que ratas alimentadas con patatas modificadas genéticamente habían desarrollado cambios significativos en su sistema inmunológico. Seis meses mas tarde, 23 investigadores de trece nacionalidades distintas firmaban un manifiesto donde, después de evaluar el trabajo de Putzsai, afirmaban que «no presentaba errores y que sus resultados eran ciertos2».

El escándalo habría quedado como una simple disputa interna dentro del mundo científico si no fuese porque salieron a la luz nuevos datos claramente explicativos de lo que había sucedido. Uno, que las manipulaciones genéticas utilizadas por Monsanto con la soja transgénica para hacerla resistente a su propio herbicida Roundup son las mismas que Putzsai llevaba a cabo en su laboratorio. Y dos, las aportaciones de cerca de 225.000 dólares de Monsanto al Instituto Roswett para financiar sus investigaciones.

Estos hechos tendrían un amplio eco en los medios de comunicación británicos y abriríen un debate que, lejos de centrarse puramente en los alimentos, se situaría en uno de los puntos débiles de las grandes multinacionales: el puro interés crematístico de sus acciones.

Novartis.Los Monsanto Files, con el rápido apoyo de todo el movimiento ecologista europeo (hace falta recordar que su traducción al castellano agotó 25.000 ejemplares en cuestión de semanas), abrieron la lámpara mágica de los intereses comerciales de las grandes corporaciones. De hecho, se calcula que el volumen de negocio para el año 2000 se aproxima a los mil millones de dólares -multinacionales como Novartis han cerrado el año con casi 3.800 milliones de beneficios-, unos intereses que han abierto una seria grieta entre la sociedad civil y las grandes multinacionales, cosa que ha permitido una visión global del debate sobre los alimentos transgénicos en la cual se añaden variables como el monopolio de los cultivos, la explotación del Sur, las campañas de limpieza de imagen (Illacrua 57) hasta el menosprecio a las opiniones de la sociedad.

La explotación del Sur.

La estrategia económica de las multinacionales ha consistido en experimentar los cultivos transgénicos en otras zonas del planeta donde la legislación sobre esta temática es casi inexistente. Esto ha permitido que empresas como Monsanto, Calgene, Plant Genetic System, ICI, Dow Elancos, DuPont, Novartis o Asgrow utilicen estados como Mali, Kenia, India, Burkina Faso, Bolivia, Guatemala, Costa de Marfil, Nigeria, Pakistan, Siria, Tailandia o Malasia como campos de experimentación de productos transgénicos. Además, la actual posibilidad de patentar una simiente conseguida transgénicamente, hace que los campesinos que hayan incorporado estos cultivos se vean obligados a pagar por estos a la multinacional. Actualmente, solamente la dependencia tecnológica del Sur hacia el Norte a raíz de las patentes y el Gatt/94 se calcula que llega a 102 millones de dólares, una dato al cual habrá que añadir la dependencia tecnoagrícola del Sur hacia el Norte.

La última de estas grandes patentes es la tecnología genética llamada Terminator, una modificación genética a las simientes que hace que se vuelvan estériles y el agricultor no pueda seleccionar y guardar las mejores para el año siguiente. Un auténtico atentado económico y cultural a las tradiciones agrícolas de muchos campesinos, acostumbrados a guardar semillas y compartirlas con otras comunidades.

Ante esto, no sorprenden las reacciones de este sector, el cual cuando mas va mas se encuentra con estos cultivos sin haber tenido antes la oportuna información. En Karnataka (sur de la India), los campesinos están quemando todas las plantaciones de algodón Bt (con antibiótico incorporado) y el ministro de Agricultura se ha visto obligado a reconocer el uso de los campos indúes como grandes laboratorios para este tipo de cultivos. Pero la estrategia se extiende también a los países del Este. En Georgia (exURSS), Monsanto aprovechó una ayuda de la Unión Europea para cultivos en la Europa oriental y promocionó el cultivo de las patatas New Leaf sin informar que eran transgénicas. La cosecha no llegó a un tercio de lo que se había prometido y provocó enormes pérdidas entre los campesinos. Conviene recordar que uno de los peligros mas importantes de estos cultivos es su posible mezcla con otros de carácter tradicional. De hecho, el pasado febrero la justicia británica multó los cultivos experimentales de Monsanto con 17.000 libras porque no respetaban la distancia mínima entre ellos, seis metros, una legislación impensable en otros países hipotecados a la economía de las mutinacionales. Esta es la verdadera moral de los que pretenden eliminar el hambre del mundo cultivando en los desiertos del África cualquier tipo de planta resistente a todo mal. La misma ética que en pocos años se calcula que les permitirá poseer el 80% de la producción agrícola mundial3, y que concentra en 14 empresas, el 90% de las patentes sobre los seres vivos.

La oposición en la sociedad civil.

Apoyados por las legislacions de libre comercio internacional, la estrategia principal de las mutinacionales, agrupadas en Europa en el consorcio Europa Bio, era convencer una élite económica, política y científica porque aceptasen la inocuidad de sus productos y se encargasen de transmitir seguridad a la opinión pública y de tomar decisiones sin grandes debates públicos, referendums, etc. Unos documentos filtrados por Greenpeace y reconocidos como auténticos por Monsanto reconocen esta estrategia y el cansancio de estas élites ante la respuesta de la sociedad civil4. Este hecho se evidencia con la retirada de los productos transgénicos de las cadenas de supermercados Marks & Spencer (Reino Unido), Carrefour (Estado francés), Migros (Suiza), Superquinn (Irlanda), Delhaize (Bélgica) y Esselunga (Italia). Todas estas cadenas de supermercados, convencidas previamente por Monsanto, comercializavan productos de su marca elaborados con alimentos modificados. Todos ellos conocían los datos y éstos señalan que el porcentaje de británicos que considera inaceptables este tipo de productos ha subido del 35% del pasado año hasta un 51% en la actualidad.

Por el momento, Gran Bretaña y Alemania están en el centro de la polémica, pero Luxemburgo, Austria y Noruega han prohibido la comercialización del maíz Bt de Novartis, de la misma manera que lo hizo el Consejo de Estado francés. A pesar de esto, la legislación del comercio internacional podría obligar a abrir definitivamente el mercado a todos estos productos, aunque con el claro rechazo de que hablábamos. El bloqueo de los seis grandes productores (Estados Unidos, Canadá, Japón, Argentina, Australia y Chile) durante la reciente Cumbre de Bioseguridad celebrada en Cartagena de Indias para llegar a un protocolo de comercialización y producción, enfrentados a los 132 estados restantes, hace evidente el control que una buena parte de multinacionales mantiene sobre instituciones como la Organización Mundial del Comercio, la Fda norteamericana o la Comisión Europea.

La estrategia del silencio.

Como decíamos al principio, el principal problema de las mutinacionales consiste en conseguir reubicar el debate existente hacia ámbitos como la salud y el medio ambiente en términos de riesgo asumible y huir de la polémica sobre la honestidad de sus movimientos. Corren fuertes rumores que señalan la negociación de una moratoria de tres años ofrecida por Monsanto, Novartis y Zeneca al gobierno británico. De esta manera se conseguiría silenciar el problema en un estado clave con tal de garantizar la entrada en la mayoría de estados de la Unión Europea. Mientras tanto, los cultivos transgénicos en estados mas benévolos -como el español, cultivador de unas 20.000 hectáreas el año 1998- continuaría, y si se puede esquivar el problema del etiquetaje, pieza clave de las negociaciones de Cartagena de Indias, se calcula que por el 2010 entre un 60 i un 70% de los alimentos compuestos tendrán algún ingrediente de procedencia transgénica. De hecho, los cultivos, lejos de frenarse, han crecido de 2 millones de hectáreas en 1996 hasta 27 el 1998.

La batalla de Europa parece perdida desde la perspectiva de la opinión pública y por el momento se intenta recuperar el trabajo de laboratorio sociológico, mientras el comercial no se plantea parar de ninguna manera. La llamada Microsoft de la biotecnología, Monsanto, ha reconocido estar en los niveles mas bajos de popularidad desde que se intentó el asalto europeu. Y lo que es peor, la población indentifica cada vez mas las empresas de la biotecnología con las actitudes prepotentes de las grandes multinacionales. Un dato inaceptable en los tiempos que corren del maquillage verde.
 

Tomeu Adrover.


Notas:

1Según un documento filtrado a Grain de la empresa de limpieza de imagen Burson-Marsteller, esta era la estrategia redactada metódicamente porque el consorcio de la biotecnología EuropaBio consiga hacerse favorable la opinión pública.
2Información en http://www.greenpeace.es/trang.htm.
3Ricardo Aguilar, Los inicios de una nueva era feudal. Boletín trimestral Greenpeace, número 48.
4http://www.greenpeace.org/~geneng/monsanto/press.htm.


Otros datos de interés:
Tomeu Adrover.

Marcas con ingredientes modificados genéticamente: Para mas información: Campaña alimentos transgénicos, teléfono 91 531 27 39 (Madrid) o ecologistas@nodo50.org. Otro recurso suficientemente interesante es consultar la «web» de Mothers for Natural Law: http://www.safe-food.org/issue/polls.html, podrás conocer encuestas de percepción social de los alimentos manipulados y acceder a una base de datos sobre productos que contienen alimentos transgénicos.
 
Tomeu Adrover.

free-news.org