TOS Y ESPANTODicho de otro modo, S.A.R.S.
Más grande que Arnold Schwarzsheneger y Sylvester Stallone, más importante que Catherine Zeta Jones y Michael Douglas, e incluso que Robert de Niro y Dani de Vito, el S.A.R.S., o Síndrome Agudo Respiratorio Severo, ha ocupado las portadas de los noticieros de todo el mundo. Podéis decir que me he quedado encallado, pero... ¿es que todos se han vuelto locos? Un buen acrónimo para S.A.R.S. podría ser Síndrome de Alarmismo Rastrero Sanitario. No hay razón suficiente para tal oleada de pánico. Fundándose en unas pocas muertes, que no tienen nada de extraordinario, relacionadas con dificultades respiratorias y problemas asmáticos, la Organización Mundial de la Salud ha emitido un comunicado global sobre un tipo de pandemia que podría ser inminente. Desde el principio, nuestros miedos han sido alimentados hasta el paroxismo. En una entrevista a un tal Profesor Andrew Burd, cirujano en Hong Kong, un informe de la BBC contenía la siguiente exageración:
Con este SARS, tenemos colegas que están luchando por sus vidas. Hay un asesino invisible entre nosotros. Estamos en guerra, pero nuestro enemigo no tiene nombre ni identidad... Somos profesionales, y tenemos un trabajo que realizar. Esta realidad fácilmente eclipsa las fantasías de pesadilla de Bush y Saddam. Ahora, cuando me siento en casa, con mi pequeño hijo durmiendo plácidamente y mi mujer trasteando en el patio, me pregunto ¿qué nos deparará el mañana? [1]
CREA LA NECESIDAD Y SATISFACE LA DEMANDA ¡Queridos míos!...¿Acaso no se supone que los profesores son juiciosos? Para observadores más acostumbrados, parecía más bien que se estaba montando un escenario ya conocido. Antes que una nueva y peligrosa enfermedad, ¿no podría ser que todo este jaleo del S.A.R.S. formara parte de un plan de negocio más amplio, que conviniera a ciertos propósitos político-farmacéuticos? ¿Crear la necesidad y satisfacer la demanda? Es algo que suele ocurrir con frecuencia en muchas esferas de negocio. En la industria del medicamento está sucediendo a cada momento. El British Medical Journal publicó recientemente un artículo muy revelador, titulado Vendiendo enfermedad. En él, los autores declaraban:
Las empresas farmacéuticas estás involucradas activamente en patrocinar la definición de enfermedad, y en promocionarla tanto para quiénes prescriben medicamentos como para quiénes los consumen. La construcción social de la enfermedad está siendo reemplazada por la construcción corporativa de la enfermedad. Aunque algunos de los profesionales patrocinados, o algunos de los consumidores, puedan actuar con independencia, y todos los interesados puedan tener honorables motivaciones, en muchas ocasiones la fórmula es la misma : los grupos o campañas son orquestados, subvencionados y facilitados por los intereses corporativos, a menudo a través de sus relaciones públicas y de su infraestructura de marketing. Una estrategia clave en las alianzas es bombardear los medios informativos con embustes diseñados para crear miedos acerca de la condición o enfermedad, y llamar la atención acerca del último tratamiento. Las empresas patrocinan a juntas consejeras que proporcionan los "expertos independientes" de estas historias, los grupos de consumidores proporcionan a "las víctimas", y los relaciones públicas de las empresas suministran a los medios informativos los folletos con el giro positivo acerca del último "descubrimiento" en medicación. [1a]
EL MODELO Desde el 14 de marzo del 2003, las agencias de noticias de todo el mundo nos han estado hablando de varias autoridades sanitarias luchando por contener cierta clase de neumonía "letal", que se extiende por tres continentes a causa de los viajeros aéreos. Y luego, el 19 de marzo del 2003, tras una carrera hipocondríaca para localizar la causa de esta aparentemente "nueva" enfermedad (de la cual se ha responsabilizado inmediatamente a alguna clase de virus), los investigadores nombraron un virus de la familia de los paramyxoviridae, aparentemente también responsable de enfermedades como las paperas o el sarampión.[2] "¡Gracias a Dios!", gritamos nosotros, "el virus ha sido identificado" ¿O no?... Pocas semanas después, el "experto" diagnóstico de paramyxoviridae era reemplazado por otra experta declaración de un laboratorio de virus diferente, que nos decía que el S.A.R.S. estaba causado por una forma mutante del virus del resfriado común, conocido como coronavirus. "¡ANDALAHOSTIA! ¡Un virus mutante no, POR FAVOR! Y puesto que el virus del S.A.R.S. ha sido considerado como una nueva cepa mutada, el único obstáculo en el camino para la solución de la crisis actual era la falta de equipos de pruebas actualizados, nuevos antibióticos y nuevas vacunas. El permiso para investigar y fabricar estos elementos había de ser concedido por las autoridades pertinentes a la mayor brevedad posible. ¿Podrían los decretos legislativos y las subvenciones masivas pertinentes ser despachados con la suficiente rapidez?
En esta etapa del drama global, la cobertura internacional había alcanzado el punto de saturación total. Nos habían tratado con incesantes imágenes de orientales con mascarillas en los aeropuertos, restaurantes y centros comerciales, que trataban desesperadamente de evitar "pillar" la nueva enfermedad del S.A.R.S. Extrañamente, sin embargo, ninguno de los informadores de noticias que nos traían estas exclusivas desde el mismo epicentro utilizaba mascarilla. Hablo sobre ello más tarde. Inútil es decir que toda lógica y razón habían desaparecido, junto con una multitud de asustados descerebrados. Entre toda esta paranoia casi una sola voz, la del Dr. Peter Marsh, psicosociólogo y director del Centro de Investigación en Problemas Sociales de Oxford, se dejó oir en el británico Observer, el 27 de abril del 2003:
Los seres humanos tenemos tendencia a preocuparnos más sobre lo desconocido y lo improbable. Es extranjero, es oriental. El virus ha sido descrito como "una bomba de relojería". Se ha hablado de que "mutaba". Y una vez se ha llegado a esta clase de imaginería, las consideraciones racionales y la toma de decisiones racionales escapan por la ventana".
Como
comunidad global, la única noticia con la que nos habían
estado entreteniendo era la amenaza del S.A.R.S., cómo la gente
se refugiaba de ese monstruo invasor y cómo las naciones debían
prepararse.
UN DIA MÁS EN ANTICIPAR LA PLANIFICACIÓN |