Vous et Votre Santé.

Mirko Beljanski ha muerto.
Sylvie Simón.

Mirko decía siempre: «si no puedo trabajar, la vida no me interesa». Era como esos animales que se encuentran a gusto en su medio pero que son incapaces de sobrevivir en otra parte. Cuando se le impidió acceder a su laboratorio cayó enfermo. Se le asesinó moralmente. Se le privó de su razón de vivir. Doce días antes de su muerte decidió detener todos los tratamientos. Exigió quedarse en casa con los suyos. Tuvo una hemorragia en la lengua; le habían prohibido divulgar sus trabajos, ni siquiera le estaba permitido hablar de ellos. Sin embargo, dejó instrucciones para realizar un programa de investigación para unos 15 años más. Nos dejó sus descubrimientos, especialmente las moléculas de acción selectiva. Hoy se sabe que se pueden diferenciar las células cancerosas para tratar las normales sin destruirlas. Mirko fue el primero en demostrar que un ARN, si se posiciona en sentido inverso puede bloquear la síntesis.

Sus productos están a disposición de todo el mundo. Un día se reconocerá su labor.

Mirko era muy generoso, dio su vida a la ciencia. No soportaba ver el sufrimiento. Ayudando a la gente ha dejado su propia vida. Su generosidad le ha conducido a desarrollar conceptos muy innovadores que pertenecen hoy al patrimonio de la humanidad. Tenemos ahora la responsabilidad de hacer conocer sus trabajos.

Beljanski, servio nacido en Yugoeslavia, fue acogido en el Estado francés. Obtuvo becas y el Instituto Pasteur le abrió sus puertas. Encontró allí a los mejores investigadores internacionales. Sus trabajos y sus descubrimientos habrían permitido a otros esperar un día el premio Nobel, pero no podía sospechar el reverso de la moneda. Las mezquinas envidias de sus colegas, los intereses, las humillaciones que se le infligieron, los créditos de investigación que se le negaron y, sobre todo, el crimen perfecto del que iba a ser víctima 50 años más tarde. Algunos periódicos de buena reputación, copiándose unos a otros, han escrito que «murió de un cáncer a pesar de que pretendía haber encontrado un remedio contra el cáncer». ¿Se habla así de numerosos cancerólogos o de miembros de sus familias que mueren de un cáncer?. Existen sin embargo muchos. Ciertamente murió de una leucemia mieloide aguda, pero hay que saber que esta enfermedad se desencadenó después de que los poderes públicos lo tratasen como a un criminal peligroso. Su arresto fue ridículo y trágico.

Antes de este episodio kafkiano, Beljanski habría podido irse del Estado francés, otros lo han hecho en similares circunstancias. Pero él se negó a hacerlo, no quiso renegar de su país de adopción, esperando ingenuamente un cambio de situación.

Ha sido asesinado por conflictos de intereses, luchas de poder, la cobardía y la corrupción que reinan en el mundo científico; crimen perfecto como castigo a su audacia. Había osado demostrar que Jacques Monod se había equivocado y que era posible pasar del ARN al ADN y obtener ácidos nucleicos a partir de proteínas. Un descubrimiento mayor que derrumbaba un dogma y desencadenó el odio de los mandarines.

En el verano de 1998, el biólogo decidió abandonar la lucha. Una decisión del juez Tarelli le amordazaba.

Se le prohibía tomar la palabra y responder a los ataques de sus detractores. En septiembre no pudo expresarse ante los numerosos enfermos que se habían reunido para darle su agradecimiento. ¿Cómo confinarse en el silencio sin alterar su salud física y psíquica?.

No habló pero su cuerpo se expresó y su leucemia rebrotó mientras se negaba a tomar cualquier medicamento, incluidos los suyos.

A pesar de sus esfuerzos, el juez de instrucción no pudo probar el fundamento de su arresto y de la requisación de sus productos. No pudo probar la toxicidad alegada de esos productos que han obtenido un visado de comercialización en Estados Unidos. Tampoco pudo probar el enriquecimiento personal ni el fraude financiero. Entonces ¿qué queda en los dossiers?. Actualmente no se puede enjuiciar a aquel que ha puesto a punto las sustancias incriminadas; podemos preguntarnos si se va a continuar persiguiendo a los que las recomiendan y a los que las utilizan.

Llegado el caso, aprovechando de la desaparición del investigador molesto y contestatario, los poderes públicos podrían aceptar, por fin, «pensar» a parte de la opinión de los expertos dependientes o incapaces; podrían entonces, al menos en este campo, reencontrar la confianza perdida del pueblo francés.

El cáncer y el sida representan un mercado farmacéutico mundial inagotable y en continua expansión y es evidente que los «lobbies» implicados se activan para acaparar el mercado, haciendo caso omiso de cualquier moral, de cualquier consideración ética, llegando incluso a acelerar la muerte de los enfermos que podrían ser tratados de otra forma.

Si los productos para el sida o el cáncer de Beljanski fueran explotados como lo son los demás del mercado, su precio de coste, que ya es inferior al de los medicamentos clásicos, sería todavía más reducido y su reembolso sería despreciable para el presupuesto de la Seguridad Social.

Los enfermos reclaman una respuesta de los poderes públicos que garantice nuestras libertades, y la familia no puede más que desear una rehabilitación oficial, dura perspectiva para aquellos que han tomado sus decisiones irreflexivas o arbitrarias, pero pobre consolación para una vida confiscada.

Fuente: Vous et Votre Santé, número 66, diciembre de 1998.
Vous et Votre Sante. 44, boulevard de Magenta, 75010. París. Teléfono: +33 1 40 18 70 50.

Artículo publicado en el número 55 de la revista «Medicina Holística». Edita: Asociación de Medicinas Complementarias.
Para más información, ver apartado sobre C.I.R.I.S


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