Colombia: ¿primer país en cambiar la política sobre el SIDA?.
Doctor Paul Philpott. Editor de Reappraising AIDS.

Traducción: Francisco Martín.

Roberto Giraldo es un destacado experto colombiano en enfermedades infecciosas, y concretamente en Colombia realizó una gira de conferencias por siete ciudades exponiendo su criterio de que el SIDA no es una enfermedad infecciosa ante una audiencia de más de 5.000 médicos, científicos y otros profesionales de la salud.

Roberto Giraldo.Roberto Giraldo.

El ciclo de conferencias fue incentivo para que una importante facultad de Medicina de Colombia decidiera convocar una conferencia de alto nivel en octubre de 1997 para reevaluar el SIDA.

Mucho han cambiado las cosas para Giraldo, ex-director de la Facultad de Medicina de Antioquía, desde que en 1987 tras ocho años de práctica clínica en una zona rural deprimida regresó a Medellín. Por aquel entonces la histeria del SIDA estaba en su apogeo y los conocimientos de Giraldo eran muy apreciados... hasta que comenzó a demoler el mito del HIV.

La marginación absoluta que siguió le abocó a la ruina profesional y tuvo que retirarse para empezar a cero en Estados Unidos. Desde allí, Giraldo mantuvo contacto con sus colegas colombianos, enviándoles todos los trabajos científicos que avalaban su hipótesis.

Y poco a poco logró que muchos cambiaran de opinión, y el esfuerzo le sirvió para recuperar el prestigio perdido e iniciar el ciclo de conferencias.

A continuación explicamos con detalle cómo una sola persona parece haber puesto a todo un país en el brete de adoptar un criterio racional sobre el VIH y el SIDA.

Odisea de un médico colombiano.
Un disidente, profesor de la facultad de Medicina, recobra su prestigio.

«Muchos colombianos estudian en la escuela primaria y van a la secundaria y a la universidad para trabajar después en su ciudad de origen», nos decía recientemente Roberto Giraldo en una entrevista.

«Yo hice mis estudios en los años sesenta en la universidad de Antioquía, una de las mejores de Colombia. Después de obtener el doctorado, amplié estudios de especialización en medicina interna y concretamente en enfermedades infecciosas. Fui después a Londres para obtener el título en la London School de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres».

Después de esto regresó a Medellín para ejercer de profesor en la universidad de Antioquía, dnado clases sobre enfermedades infecciosas clínicas, microbiología, inmunología y parasitología en los cursos básicos a estudiantes de medicina, bacteriología y enfermería.

En 1975 fue nombrado director del Departamento de Microbiología y Parasitología, pero en 1979 dejó la universidad para abrir una clínica en «una remota zona selvática de Mangangue, para tratar a mineros, pescadores, campesinos y gente muy pobre. A mis amigos de la universidad no les gustó, pues querían que continuara en la docencia. Pero yo deseaba tener contacto con gente que realmente necesitara mis conocimientos».

Predicción de una epidemia de SIDA no infeccioso.

Giraldo pasó ocho años en la selva tratando las infecciones tropicales y sus efectos biológicos en gente con unas condiciones de vida misérrimas. Durante esos años se mantuvo al día sobre publicaciones científicas que recibía por correo. Eran los tiempos en que el SIDA surgía como el tema médico más acuciante, y Giraldo se dedicó a estudiar su evolución a partir del nacimiento oficial en 1981. «Inmediatamente me di cuenta de que el SIDA no era infeccioso y de que el virus no tenía nada que ver», afirma.

El núcleo de sus estudios de especialización en Londres durante los setenta fue la inmunodeficiencia en los países tropicales, y África en particular. Por ellos llegó a la conclusión de que en estos países existe un estado endémico prolongado y generalizado de inmunodeficiencia, consecuencia de malnutrición severa, complicado, además, por la constante exposición a infecciones por bacterias y parásitos. Otra conclusión fue que la superposición a esto de una prolongada situación endémica del sarcoma de Kaposi en África se debía a una combinación de inmunodeficiencia con depresores-estresadores carcinógenos.

«Éste es uno de los puntos sobre el que entre Duesberg y yo existe discrepancia», señala Giraldo. «Él opina que el Sarcoma de Kaposi no tiene nada que ver con la inmunodeficiencia, mientras que yo creo que la inmunodeficiencia es uno de los común denominadores en los casos de Sarcoma de Kaposi».

Por sus conocimientos sobre inmunodeficiencias tropicales, malnutrición, sarcoma de Kaposi y su experiencia en tratamiento a gente pobre en zonas rurales de Colombia, Giraldo contemplaba con escepticismo la teoría de la inmunodeficiencia entre los «gay» acomodados de Occidente. Y cuando esta teoría comenzó a relacionarse con la inmunodeficiencia de la población africana, «Comprendí inmediatamente lo que estaba en juego y que no existía un agente vírico».

Antes de que comenzase en 1981 el pánico del SIDA, incluso antes de dejar la selva en 1979, «Yo ya conocía la epidemia mundial de drogas y sabía que en ciertos sectores «gay» urbanos el consumo era muy alto. En algunas ocasiones -en congresos, conferencias en la universidad y en mis clases- había ya predicho que si este estilo de vida continuaba veríamos una epidemia de inmunodeficiencia en Estados Unidos y en otros países en que se da un elevado consumo de cocaína y otras drogas».

Mientras trabajaba en la selva y reflexionaba sobre los datos registrados sobre el SIDA a la luz de lo que él sabía, «Se me ocurrió la idea de que las drogas recreativas, los fármacos, la malnutrición, la exposición a proteínas extrañas (sangre, componentes del semen y todo tipo de microbios patógenos, incluidos hongos, bacterias, virus y parásitos), contaminantes ambientales y el estrés mental, tenían algo en común. Todos ellos son depresores inmunológicos que pueden minar el sistema inmunitario».

A pesar de que a sus colegas les parecía rara aquella decisión de vivir entre gentes pobres en una zona remota, Giraldo dice que en Colombia conservaba su prestigio y estaba considerado una autoridad de peso en la especialidad de las enfermedades infecciosas. Salía de su selva varias veces al año para asistir a congresos médicos y a dar algunas conferencias y exponía en los foros su criterio disidente sobre el SIDA sin suscitar ni una oposición tajante ni una aprobación incondicional. Por entonces no había ningún científico occidental que hubiese impugnado el modelo VIH y él en aquella época no mantenía ya importantes vínculos oficiales. Por consiguiente, nadie hacía aspavientos cuando llegaba él de la selva haciendo comentarios discordantes sobre el SIDA.

De vuelta a Medellín.

En 1987, tras ocho años de práctica en la selva, Giraldo tuvo que volver a Medellín porque la situación política se había vuelto realmente insoportable en la Colombia rural. «Bandas rivales de narcotraficantes y la guerrilla comunista pugnaban por dominar la zona y era peligroso vivir allí. Todos necesitaban médicos y solicitaron mi ayuda, pero me negué y tuve que huir».

Regresó a Medellín sin merma de su prestigio de experto relevante en enfermedades tropicales e infecciosas, dice, y pensó en recuperar su cargo de profesor en la universidad de Antioquía. «Daba conferencias y trabajaba en hospitales. Todos querían escuchar mis explicaciones sobre la vida en la selva y lo que allí había aprendido, y los hospitales solicitaban mi asesoramiento igual que antes de mi marcha».

Pero las cosas no salieron como él pensaba. «Cometí un grave error», añade. Algo que todos le preguntaban era su opinión sobre el SIDA, el tema médico de mayor actualidad que ellos automáticamente ubicaban en la esfera de especialización de Giraldo: la enfermedad infecciosa. «Yo, imprudentemente manifesté lo que pensaba», añade, encogiéndose de hombros.

No es de extrañar que Giraldo calculase mal. Su confianza era grande, dada su fama y sus méritos; por doquier, médicos sonrientes y admirados científicos le acogían como conferenciante y recababan su opinión sobre el terrible reto médico del SIDA.

Además, él ya había expresado su «herético» criterio sobre el tema en muchas conferencias cuando vivía en la selva. Pero eran unas conferencias dispersas en el tiempo y en el espacio y, una vez concluidas, él regresaba a su misérrima zona rural y no a un centro famoso en el que pudiera llevar a la práctica sus ideas sobre un modelo de SIDA no infeccioso.

Mientras que ahora estaba en un lugar concreto en el que no cesaba de repetir una teoría que «iba en contra de las opiniones y reglas de los hospitales y la universidad», en la que precisamente buscaba un puesto.

Afirmar que el SIDA no era infeccioso en tales circunstancias resultó un «error mayor de lo que imaginaba». Empezaron a correr rumores sobre su salud mental y fueron en aumento: Giraldo había olvidado en la selva sus conocimientos de Medicina y se había vuelto loco. «Sólo un loco podía decir lo que yo afirmaba sobre el SIDA», recuerda que le comentaban a menudo.

Fuga a Estados Unidos.

«Querían internarme en un psiquiátrico. Hablo en serio. Había un grupo de viejos amigos y colegas que estaban convencidos de que había perdido la chaveta. Consiguieron incluso persuadir a un psiquiatra para conseguir el ingreso. Por mi bien, naturalmente, porque ellos me querían y deseaban que sanase. Pero la mayoría de mis amigos y colegas no sabían nada de esto, claro, porque ellos no pensaban que estuviese chalado».

«Pero los que sí lo pensaban eran gente importante y no perdían el tiempo. Lo que sucedió fue que cometieron un error al intentar implicar a familiares míos, y éstos me levantaron la liebre. En cuanto lo supe, huí del país, consciente de que es más fácil que te encierren en un psiquiátrico de que te saquen de él cuando los formularios de ingreso están firmados por médicos con peso político y profesional».

El principal argumento que esgrimían contra él era que: «Si lo que dices sobre el SIDA es cierto, ¿por qué no hay nadie en el mundo que esté de acuerdo contigo?».

Por aquel entonces Giraldo no tenía noticia de Peter Duesberg. Era marzo de 1988 y Duesberg había publicado un año antes su primer artículo, pero Giraldo no tenía constancia; el artículo había salido publicado en una importante revista sobre cáncer, «Cáncer Research», en la que no era lógico que aparecieran trabajos sobre el SIDA. Como el SIDA estaba considerado enfermedad infecciosa, Giraldo suponía que todos los artículos sobre ella aparecerían en publicaciones de microbiología en las que él estaba al día por ser su especialidad.

Y huyó a Miami a casa de unos amigos. «Empecé trabajando gratis como ayudante de investigación sobre el SIDA en el Centro Médico de la Veteran's Administration, que es uno de los hospitales de la Facultad de Medicina de la universidad de Miami. No me daban sueldo, pero el trabajo me permitía mantenerme a diario en contacto con el tema del SIDA y me permitía acceso a una excelente biblioteca médica».

Pero era un parco consuelo para una persona acostumbrada a dirigir, a ser admirada por gente importante, a presidir reuniones científicas, y a estar bien pagada. «Allí estaba yo, trabajando de balde, rodeado de gente que no tenía ni idea de mi reputación, haciendo algo que -comparado con mi anterior actividad- era una faena de criado».

Y empezó a dudar de si estaba en sus cabales. «Pensé que a lo mejor estaban en lo cierto y sí que estaba loco», dice.

Giraldo descubre que no está solo.

«Fue por entonces, al entrarme dudas sobre si estaba en mis cabales, cuando cayó en mis manos el artículo que me salvó la vida. Un amigo de mi familia que vivía en Miami, David Velásquez, conocía mis ideas sobre el SIDA y las vicisitudes de mi huida de Colombia. Fue él quien me llamó a casa de los amigos en donde residía, los Butrous, para decirme que acababa de tropezarse en una tienda de comestibles con un ejemplar de junio de 1988 de una revista llamada «Discover» en la que había un artículo de un científico de California que decía del SIDA lo mismo que yo.

«¿Y sabes lo que pone en el artículo?», exclamó Velásquez. «Que la gente dice que ese Duesberg está loco».

Giraldo salió corriendo a la tienda de comestibles y compró la revista. El artículo se titulaba «Herejía del SIDA: ¿Hemos localizado el virus auténtico?». Se lo leyó allí mismo en la tienda. Era un reportaje sobre Duesberg en el que se mencionaba su comunicación de marzo de 1987 en «Cancer Research», el principal trabajo científico publicado hasta entonces impugnando la tesis del VIH.

Fue directamente de la tienda a la biblioteca médica de la universidad de Miami y no tardó en encontrar el ejemplar de «Cancer Research» con el artículo en cuestión. «Me lo leí diez veces aquel mismo día», confiesa.

En noviembre de 1988, al final de su primer año en Miami, Giraldo viajó a Israel para asistir al II Congreso Mundial sobre Alcohol y Abuso de Drogas, en el que presentó un trabajo: «Los beneficios potenciales del litio en el tratamiento y prevención del SIDA» escrito en colaboración con el Doctor Abraham Flemenbaum, psiquiatra y profesor de la Facultad de Medicina de la universidad de Miami. El resumen del estudio fue publicado en las actas del congreso y versa sobre el abuso de drogas recreativas como causa del SIDA, y sobre el litio como estimulante inmunitario.

«Incluye más de 300 referencias a otros trabajos que demuestran que el litio es un potenciador de la inmunidad. Los psiquiatras lo saben desde hace quince años, cuando advirtieron que los pacientes maníaco-depresivos que toman carbonato de litio padecen pocas infecciones. Los que tienen problemas con el herpes genital no padecen recrudescencias mientras toman litio».

«¿Cómo fue acogida su teoría sobre SIDA inducido por drogas?».

«Muy bien. Nadie se molestó, nadie me llamó peligroso, loco o idiota. Y hubo muchos que dijeron que era una perspectiva muy interesante. Pero cuando acabó el congreso todos regresaron a un mundo en el que todos sus conocidos y cualquier artículo que leen sobre el SIDA empiezan y terminan con el VIH».

La experiencia israelí le sirvió para obtener un empleo en Nueva York como supervisor de un laboratorio privado y luego su actual cargo de técnico en un laboratorio clínico en la Sección de Inmunología del Departamento de Microbiología del Centro Médico hospitalario en Nueva York de la Universidad de Cornell.

Aunque sigue trabajando muy por debajo de su anterior rango de director de departamento de una importante facultad médica de Colombia, y sus ingresos no le llegan para investigar sobre el SIDA, su queacer cotidiano es muy próximo a ese campo y le permite acceso a una excelente biblioteca de investigación.

«Durante mi estancia en Nueva York pasé todo el tiempo libre en bibliotecas médicas estudiando todo cuando se publica sobre el SIDA. Ha sido muy gratificante. Duesberg sigue entregando un torrente de trabajos que propugnan explícitamente la tesis de SIDA no infeccioso, con imputaciones a las drogas recreativas, al AZT, y en los que se afirma que el VIH es totalmente inofensivo».

Pero ya hay más autores. «Primero fue Robert Root-Bernstein, cuyas publicaciones concuerdan con las de Duesberg, aunque en público no lo diga. Luego, el equipo australiano dirigido por Eleni Papadopulos-Eleopulos, que va más lejos que Duesberg y plantea la apasionante y plausible propuesta de que el VIH ni siquiera existe. Han establecido la misma relación que yo entre las diversas causas del SIDA, utilizando el término «agentes oxidantes» en lugar de mi denominación de «estresantes» o depresores inmunológicos.

«Y hay otros autores y muchos más trabajos que proponen el modelo del VIH, pero que paradójicamente con sus mismos datos echan abajo su hipótesis».

Recuperación del prestigio.

Giraldo reunió un montón de artículos que apoyan las «locas» ideas que a él le pusieron en apuros en Medellín, y mientras tanto mantuvo los contactos con su país enviando contínuamente a Colombia copia de los artículos que se publicaban. Con ello, muchos colegas y amigos que antes pensaban que estaba loco, fueron poco a poco admitiendo el gran interés de sus teorías. «Ya no creen que estoy loco. Ahora nadie habla de que esté chalado. Es como si hubiese sido un sueño, como si me hubiese marchado de Colombia para estudiar el SIDA en Estados Unidos pero no porque me echaran. Por eso creo que le debo a Peter Duesberg la vida, o la salud mental y el buen nombre cuando menos».

Durante varios años Giraldo ha estado aportando su propia contribución de trabajo a la literatura médica disidente sobre el SIDA. En agosto de 1995 viajó a Praga para presentar cuatro trabajos inéditos como tema del Congreso Europeo de Toxicología.

Estos trabajos -que serán recopilados en un libro (puesto que son demasiado largos para aparecer en revistas científicas) en inglés por un editor colombiano- tuvieron muy buena acogida. Giraldo cree que fuera de Estados Unidos los científicos están dispuestos a reevaluar la teoría del VIH. Todo lo contrario de lo que sucedía al principio, a mediados de los ochenta, cuando todo el mundo tenía pánico a la infección por SIDA. Un miedo que predijo una inminente «epidemia heterosexual» en Occidente que nunca se produjo.

«Sólo en los Estados Unidos -deplora Giraldo- en donde el gobierno mima a sus científicos con billones de dólares al año para el VIH existe un rechazo general a considerar los datos y sus obvias implicaciones».

Regreso triunfal.

En 1996, Ángel Galeano, presidente de una fundación de Medellín, se puso en contacto con Giraldo. La fundación edita una revista dedicada al arte y las ciencias «El pequeño periódico». En un intento de que Giraldo recuperase el prestigio, médicos colombianos amigos suyos habáin hablado con Galeano, entregándole copia de los artículos que habían estado recibiendo, además de otros trabajos inéditos.

A Galeano le interesó la historia de Giraldo y con ayuda de los viejos amigos de éste organizó una gira de 14 conferencias por siete ciudades de Colombia bajo el patrocinio de diversas universidades y asociaciones médicas.

«El éxito fue mayor de lo que yo pensaba -dice Giraldo-. El balance fue una audiencia de más de 5.000 personas y la mayoría de ellas dio buena acogida a las ideas que ocho años atrás me hicieron huir del país».

Calentó motores con una primera conferencia en octubre ante 100 personas en el consulado de Colombia de Nueva York. Patrocinaba la conferencia la US-Colombian SIDA/AIDS Foundation y la Asociación Colombiana de Profesionales y Estudiantes en el Extranjero (PECX).

La gira comenzó el 18 de octubre en Medellín, en su antigua universidad de Antioquía, la cual promovió el acto publicando en su «Revista de Investigación y Educación en Enfermería» el trabajo de Giraldo «Debate internacional científico sobre el SIDA».

A esta primera conferencia, patrocinada conjuntamente por las facultades de Medicina, Enfermería, Bacteriología y Salud Pública, acudieron quinientas personas.

«La mayoría de los asistentes eran profesionales y estudiantes que me escucharon con gran interés. No me plantearon ninguna objeción tajante y muchos me manifestaron su conformidad. Cuatro días más tarde, el 22 de octubre, hablé ante 150 médicos holísticos en Medellín».

Al día siguiente, 23 de octubre, otras 500 personas acudieron a un debate sobre el tema: la causa del SIDA. Partidarios de la teoría del VIH había tres médicos: un microbiólogo, un epidemiólogo y un especialista en enfermedades infecciosas. A Giraldo le acompañaba el Doctor Helman-Sabdi Alfonso, un genetista director de investigación en la prestigiosa Universidad Metropolitana de Barranquilla. Alfonso acababa de publicar en castellano: «El gran fiasco: el VIH no es la causa del SIDA», un libro que expone la teoría de Duesberg.

«A juzgar por las preguntas del público y su reacción a nuestras respuestas, fuimos los vencedores -dice Giraldo-. El debate y la primera conferencia fueron transmitidos directamente por radio, y después varios reporteros de televisión y radio nos hicieron entrevistas. Nuestra teoría de que el SIDA es un síndrome tóxico y nutricional y no una enfermedad infecciosa fue recogida muy positivamente por la prensa esos dos días».

Luego, fue en Mangangue -una ciudad remota en la zona en que Giraldo había estado viviendo ocho años- donde dio una conferencia el día 28, patrocinada por la asociación médica local y por grupos cívicos. Acudieron unas 200 personas, en su mayoría médicos, enfermeras, trabajadores y autoridades relacionadas con la sanidad y personalidades de la ciudad. «La acogida fue también muy buena», dice.

El día 30 dio dos conferencias en Cartagena. La de por la mañana la patrocinaba la Universidad de Cartagena y la asociación médica local.

«No le miento: acudieron 1.000 personas, estudiantes y personal de los centros sanitarios de la universidad. Por la tarde hablé ante 200 profesionales del hospital del Instituto Nacional de Seguridad Social».

El 1 de noviembre tuvo una audiencia de 400 personas en una conferencia patrocinada conjuntamente por la Universidad Libre y la Universidad Atlántica de Cartagena.

Después fue a Bogotá, la capital de Colombia, en donde tuvo una audiencia de miles de profesionales de la salud en varias conferencias. El día 7 dio dos.

«A medio día hablé ante 1.500 médicos asistentes al Congreso anual de la Asociación Médica Nacional de Colombia; y por la tarde, ante 200 afiliados a la Asociación Nacional Colombiana de Enfermeras y de la Asociación Nacional Colombiana de Trabajadores de Sanidad».

Y después a Yopal, en donde habló ante 300 afiliados de la asociación local de Trabajadores de la Salud el 8 de noviembre. A continuación fue Cali; por la mañana tuvo una audiencia de 150 personas en el centro médico de la universidad de Valle y por la tarde habló ante 50 dirigentes cívicos locales.

Giraldo calcula que su discurso de que el VIH es totalmente inofesivo y que en los afectados por el SIDA la causa de la enfermedad es el «estresante inmunitario» llegó en directo a 5.000 personas. Fue una audiencia selecta, en su mayoría profesionales de la sanidad, científicos y líderes cívicos. Y en todas las localidades su presencia estuvo patrocinada por un comité organizador de médicos y profesores.

«En todas las ciudades, los medios de comunicación -prensa, radio y televisión- trataron con seriedad el tema, y por ello nuestra posición en el debate tuvo muy buena prensa en toda Colombia».

El público de las conferencias coincidió en general con la teoría de Giraldo.

«Por mis conferencias y la publicidad que les rodeó era la primera vez que la gente oía criticar la teoría del VIH y la definición del SIDA como enfermedad no infecciosa. Estoy seguro de que en Colombia muchos están cambiando su manera de pensar, aunque perdura una oposición».

En Medellín, por ejemplo, algunos médicos de la Asociación de Enfermedades Infecciosas publicaron un largo artículo en un periódico local diciendo que Giraldo era un irresponsable y afirmando que «se ha demostrado científicamente que el VIH es la causa del SIDA», pero sin documentar tal afirmación.

Congreso para reevaluación del SIDA y otros resultados.

Después de que Giraldo fuera centro de atención en su país ha aumentado el interés por el debate. Un grupo de científicos médicos bajo la presidencia del doctor Antonio Mendoza han formado la Asociación Colombiana para la Reevaluación Científica de la Etiología del SIDA (TOXISIDA).

El 1 de diciembre -día internacional del SIDA- el periódico de mayor tirada de Colombia, «El Tiempo», publicó un extenso artículo exponiendo la teoría de Giraldo. Dos días después la BBC de Londres le hacía una entrevista para radiarla en su emisión internacional en castellano.

Por otra parte, la facultad de medicina de la universidad industrial Santander de Bucaramanga programó un congreso internacional para la reevaluación del SIDA en el primer fin de semana de octubre de 1997. El presidente Fidias León-S. es un neurólogo que estuvo a principios de los noventa en Japón estudiando la hipótesis de que los retrovirus sean la causa de ciertas patologías neurológicas; llegó entonces a la conclusión de que los retrovirus no pueden causar esas enfermedades, y consideró con escepticismo que el VIH fuese la causa del SIDA.

Entre los conferenciantes del congreso se cuentan Giraldo, Kary Mullis, Eleni Papadopulos-Eleopulos, David Rasnick y Peter Duesberg, y está previsto que los reciba el ministro de Sanidad de Colombia en Bogotá antes del congreso.

«El gobierno muestra mucho interés por nuestros criterios -dice Giraldo-. Hay muchas posibilidades de que Colombia sea uno de los primeros países que reestructure su política respecto al SIDA con arreglo a nuestras ideas».

Pero no se muestra tan esperanzado respecto a la situación en los Estados Unidos: «Aunque mis primeras críticas sobre la hipótesis del VIH causaron conmoción en Colombia, resulta que este país es mucho más tolerante respecto a la ciencia independiente que Estados Unidos, en donde a Peter Duesberg y a sus partidarios se les niega subvenciones para investigación. Yo creo que los sudamericanos, los europeos y los africanos abandonaran la hipótesis del VIH antes que los estadounidenses, que se verán cada vez más solos con ese criterio en años venideros».

Fuente: Reappraising AIDS, abril 1997, volumen 5, número 4.

Contacto: Charles A. Thomas, Jr., Editor, 7514 Girard Avenue, #1-331 La Jolla, CA 92037. EE. UU. Fax: 619-272-1621


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