Extracto de la obra «Plasma marino y plasma humano», en preparación por Editions Jakin.
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Resumen.Las concentraciones relativas de cada elemento químico presente en el agua de mar y en el medio interno del organismo humano son similares. Es más, así como la homeostasis del medio interno está constantemente asegurada por los mecanismos reguladores del organismo, la composición mineral del océano es regulada por la actividad del ecosistema marino. Esta regulación confiere a la matriz salina del agua de los océanos propiedades excepcionales: sales minerales y oligoelementos están presentes de manera totalmente específica. Estas observaciones conducen a la hipótesis fundamental de este trabajo: la identidad fisiológica entre el plasma humano y el plasma marino.
De esto se derivan numerosas aplicaciones médicas que tuvieron una práctica intensa entre 1910 y 1950: los Dispensarios Marinos de Quinton y Jarricot. Su experiencia constituye la mejor demostración de la eficacia terapéutica del plasma marino. Su uso gira en torno a tres ejes: recarga hidroelectrolítica, reequilibrio funcional enzimático y regeneración celular.
El plasma marino actúa como un todo, como una sinergia de todos los minerales, catalizando el metabolismo. Induce el equilibrio mineral. Regenerando el medio interno, favorece la actividad celular y toda la economía del organismo se ve reforzada. Sus ámbitos de aplicación son múltiples: obstetricia, pediatría, dermatología, tratamiento de terreno, patologías digestivas e infecciosas, neurología, reumatología, estética...
Llamamos plasma marino a unas soluciones elaboradas a partir del agua de mar y con una composición mineral similar a la del plasma humano. El plasma marino contiene los 92 elementos naturalmente presentes en la Tabla Periódica. Contiene sales minerales y oligoelementos en dosis y forma que corresponden a los del medio interno del organismo humano.
El plasma marino está elaborado exclusivamente con agua de mar y dulce rigurosamente seleccionadas según un protocolo de fabricación estrictamente determinado, que corresponde a los principios de calidad dictados por René Quinton, actualizados en función de las técnicas modernas y de las exigencias farmacéuticas, especialmente en cuanto a esterilización y acondicionamiento. El protocolo debe permitir la preservación de las propiedades vitales del agua de mar y los elementos que contiene.
El plasma marino no tiene que ser esterilizado por exposición a rayos gamma ni altas temperaturas. No puede estar en contacto con ningún material oxidable capaz de cambiar su naturaleza eléctrica durante su preparación. Debe acondicionarse en un entorno y de formas galénicas que le protejan de toda oxidación durante la conservación y a lo largo de su utilización.
El plasma marino puede presentarse bajo diferentes formas galénicas: ampolla, pulverizador, bolsa, etc. y concentraciones: en solución hipertónica al 33 por mil, que es la concentración salina media del océano, o en solución isotónica, diluído con agua dulce hasta la concentración de 9 por mil. Se puede utilizar concentraciones intermedias para usos específicos. Estas formas son absorbidas por varias vías: cutánea, nasal, bucal, rectal, subcutánea e intravenosa.
La idea de utilizar las propiedades del agua de mar para restablecer la salud humana es tan vieja como la medicina. Las referencias abundan. No obstante, como punto de partida de la Historia moderna del concepto de plasma marino consideraremos los trabajos del francés René Quinton. Estudiando la evolución del linaje zoológico, René Quinton emitió una hipótesis fundamental: existe una identidad fisiológica entre el medio marino y el medio interno del organismo humano. Esta hipótesis condujo a Quinton a rodearse de un equipo médico y a utilizar en gran escala el plasma marino en solución isotónica –llamado por él «Plasma de Quinton»– en los Dispensarios Marinos que fundó y en numerosos hospitales. Estos millones de inyecciones e ingestiones demostraron lo fundado de su hipótesis así como su eficacia terapéutica. Contribuyó a salvar decenas de miles de vidas humanas. Los principales casos tratados eran de tifus, cólera y diarreas –es decir las enfermedades que entrañan desequilibrios hídricos en el organismo– y la tuberculosis, los niños prematuros, anorexia, enfermedades de la piel y malnutriciones graves.
Entre los medios terapéuticos a nuestra disposición, el plasma marino ocupa un lugar aparte: se puede considerar que corresponde al punto de equilibrio del medio interno sobre el cual se construye la estructura del organismo. Desde un punto de vista zoológico, constituye el enlace que conecta el cuerpo humano con su origen marino, con su primera herencia.
La información médica procedente de los trabajos de los Doctores Jarricot, Lachaize y Macé, aunque constituye una fuente de información de alta calidad, no puede utilizarse sin adaptación. Es necesario reexaminar el conjunto de sus experiencias. Efectivamente, el contexto médico ha evolucionado y el tipo de patologías para las cuales el uso del plasma marino es recomendable se ha transformado considerablemente junto con los descubrimientos biológicos de la medicina moderna. Hay por explorar diferentes posibilidades: