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Capítulo XXIII.

«The Ecologist» en castellano.
Los archivos de Monsanto.

Abofeteando a la resistencia.

por Andrew Rowell.

El pasado mes de septiembre, cinco mujeres de la campaña GenetiX Snowball comparecieron ante los Tribunales bajo acusación de daños y perjuicios. GenetiX Snowball (GS) es una campaña no violenta de responsabilidad civil que tiene como objetivo aumentar la resistencia activa ante las biotecnologías, para así promover un diálogo con el gobierno que no se ha preguntado si la gente quiere esta tecnología irreversible y no suficientemente probada.

«Una de las cosas más importantes de la campaña es la acción directa» sostiene la abogada de 39 años, Katherine Tulip de GS, «Creo en la necesidad de esta campaña pues el Gobierno no está escuchando otras opiniones y ha renunciado a su responsabilidad. Los organismos reguladores que se han constituido, como el ACRE, son totalmente inadecuados, y los únicos que parecen ejercer un control son las multinacionales que, como era de esperar, están anteponiendo sus beneficios a la salud de las personas y al medioambiente. Los organismos reguladores se niegan a aceptar su responsabilidad ante los riesgos de la manipulación genética. Se ha dejado en manos privadas toda la responsabilidad».

Otros, también creen que el Gobierno habiendo fracasado en su responsabilidad ante los OMG (organismos modificados genéticamente), está forzando a los ciudadanos a entrar en acción «Hay momentos y asuntos en la Historia donde el Parlamento es inadecuado y se debe dejar actuar al pueblo. En el caso de la ingeniería genética hemos alcanzado uno de esos momentos» destaca Alan Simpson, diputado del Parlamento.

Monsanto.En julio, las cinco mujeres que participaron en la primera acción contra un terreno de experimentación de Monsanto en Oxfordshire. Llevaban trajes protectores y arrancaron un numero simbólico de plantas. Una de las manifestantes, Katherine Tulip escogió 64 que era el número de ensayos experimentales que se realizaban en el país. Otra, Zoë, arranco solo una planta pues se trataba de su primera acción. Ahora todas las mujeres se enfrentan a daños indeterminados, que podrían alcanzar millones de libras esterlinas.

«La estrategia de Monsanto es simplemente silenciar a las personas que protestan contra ellos» dice Katherine Tulip «Creo que es la típica SLAPP1». SLAPP son la siglas en inglés de «Juicios estratégicos contra la participación pública», que están diseñados para acallar a la gente denunciándoles por difamación, injuria o conspiración, no necesariamente con la intención de ganar el asunto sino con el objetivo de arrastrar a las víctimas hasta tal situación que, económicamente o emocionalmente no puedan continuar su defensa. Según el profesor de la Universidad de Denver (Colorado), que acuñó el termino, «Los SLAPPs envían un mensaje claro: este es el precio que hay que pagar por expresar una opinión política2».

La estrategia SLAPPs funciona mejor cuando los ecomanifestantes tienen mucho que perder, la casa o su carrera profesional, y ha sido utilizada para que la Inglaterra Central no se involucrase en las acciones contra las carreteras, aunque fue puesta en práctica en este país por vez primera por McDonalds en el famoso caso McLibelo. En cuanto a la acción de Monsanto, es una intimidación estratégica legal diseñada para paralizar las campañas contra las cosechas de OMG (Organismos Modificados Genéticamente).

«Demandándonos por daños», continúa Katherine «esperan callarnos y desanimar a otras personas para que participen. Pero a la gente no le gusta la idea de que una gran empresa como Monsanto corte las alas a un pequeño grupo de personas. Creo que les saldrá el tiro por la culata -y me viene a la memoria el caso de McLibelo- siendo nosotros David y Monsanto Goliath3».

Monsanto esta asumiendo una estrategia a dos bandas, para conseguir poner los OMG sobre las mesas de los europeos. Por una parte llevan a cabo acciones legales intimidatorias, y por otra han organizado una campaña de publicidad y de relaciones publicas sin precedentes para atraer a los consumidores hacia la causa de la biotecnología.

Esta no es la primera vez que la compañía ha usado esta estrategia. Monsanto tiene un historial agresivo dirigido a sus críticos y a todos aquellos que no dan el visto bueno a sus productos en Norteamérica. La acción legal de Monsanto ha marcado las pautas para que otros les sigan. En agosto dos mujeres fueron multadas en un juicio en Devon con 605.000 libras esterlinas acusadas por daños al llevar a cabo una acción directa contra el Instituto Nacional de Botánica y Agricultura (NIAB). Pero solo el tiempo dirá si la táctica de alto riesgo de Monsanto funcionará. Si trata de silenciar a sus críticos entonces su táctica puede que les salga por la culata, como en el caso de McLibelo. Aunque McDonalds ganó el caso, se consideró que habían perdido la batalla de las relaciones publicas; y puede ser que la guerra de las relaciones públicas sea la que determine si los consumidores europeos traguen o no los OMG.


Andy Rowell es un asesor por cuenta propia y autor de Green Backlash-Global Subversion of the Environment Movement, Routledge, 1996. Actualmente esta trabajando para la International Society for Ecology and Culture (ISEC) en Devon.

Referencias:

1K. Tulip. Entrevista con el autor el 8 de agosto de 1998.
2C. Dold SLAPP BACK! Buzzworm, julio/agosto, volumen IV, número 4, 1992.
3K. Tulip. Entrevista con el autor el 8 de agosto de 1998.


Monsanto me llevó a juicio... ¡y perdió!.

Fui demandada el pasado invierno por la compañía estadounidense agroquímica Monsanto por distribuir un anuncio en GENESIS una lista de correo electrónica en Alemania relacionada con los nuevos alimentos.

Recibí un mensaje de activistas de Greenpeace en Dusseldorf que estaban preparando una manifestación contra Monsanto-Alemania el 25 de noviembre de 1996 para protestar por la importación de RR-Soja, la soja manipulada genéticamente. Era la primera vez que se importaba al mercado común europeo alimentos sometidos a un proceso industrial para su conservación, con un organismo creado por ingeniería genética. Decidí enviar el comunicado a la lista de direcciones. Dos días después recibí una carta de un abogado alemán representante de Monsanto. Afirmaba que yo había distribuido una proclama en Internet llamando a Monsanto «empresa de venenos, genes y timos» (el eslogan venía de los activistas de Greenpeace).

Monsanto alegaba que había ofendido a la compañía con la palabra timo y había puesto en peligro su credibilidad. Me dieron tres días para firmar una declaración prometiendo nunca más decir «Monsanto la empresa de los timos». Cada vez que repitiera esta frase tendría que pagar a Monsanto 100.000 marcos alemanes.

Mandé al abogado de Monsanto un fax negándome a firmar tal declaración, en primer lugar porque no era yo el autor de la proclama y en segundo lugar porque las opiniones expresadas estaban protegidas por la constitución de Alemania.

Monsanto pidió a un tribunal de Dusseldorf una resolución que me prohibiera decir o escribir la frase. El Tribunal concedió un fallo preliminar resolviendo que si yo repetía la frase tendría que pagar 500.000 marcos alemanes o pasar seis meses en prisión.

Monsanto alegaba que debido a que la proclama se distribuyó en Internet, cualquiera que tuviera conexión a la misma podría leer el mensaje. Pero la lista de correo electrónico GENESIS tenía sólo 24 miembros y no se podía llegar directamente a ella desde Internet. ¿Cómo supo Monsanto de la proclama?. En el desarrollo del juicio se reveló que las relaciones públicas de Monsanto en Nueva York son llevadas a cabo por Young&Rubicam (Y&R). Un «Asesor de Internet» de la Y&R que estaba suscrito a GENESIS recibió la proclama en los EE.UU. Desde allí el mensaje fue rebotado a la empresa filial en Francfort que mandó un fax a Monsanto-Alemania en Dusseldorf.

En el juicio el asesor de Internet Y&R declaró que leyó una explicación de cómo suscribirse a GENESIS en una de mis páginas web y presentó una copia de la susodicha página. Pero todos pudieron ver que la página era sobre GENTECH, no sobre GENESIS.

El 8 de enero de 1997 todas las afirmaciones fueron rechazadas. Gané y Monsanto tiene que pagar las costas del juicio.

Werner Reisberger, Shoellmannstr. 20, D-44807. Bochum. Alemania.
 

Copyright © The Ecologist 1998.

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