Capítulo anterior. - Capítulo siguiente.

Capítulo XV.

«The Ecologist» en castellano.
Los archivos de Monsanto.

Hormonas de crecimiento bovino.

por Paul Kingsnorth.

La combinación, habitual en Monsanto, de mala ciencia, reclamos engañosos, silenciamiento y eliminación de los oponentes y de las informaciones perjudiciales, es más que evidente en el caso del primer producto manipulado genéticamente que se ha comercializado: la hormona de crecimiento bovina, o la Somatotropina Bovina.

La Hormona Recombinante de Crecimiento Bovino (rBGH, según las siglas en inglés, también conocida como Bovine Somatrotopin, o BST), es una copia obtenida por ingeniería genética, de una hormona que producen naturalmente las vacas. La rBGH está ideada para que las vacas produzcan más leche de la que producirían naturalmente. Funciona alterando la expresión del gen de los transportadores de glucosa de la glándula mamaria, músculo y grasa de la vaca. El gen facilita el trasvase de glucosa a la glándula mamaria, lo que hace que produzca más leche.

Monsanto.Se espera que las vacas a las que se inyecta diariamente una dosis de la rBGH –comercializada con la marca Posilac– incrementen su producción entre un 10 y 20 por ciento. Sin embargo, los problemas y los efectos secundarios asociados al uso de la rBGH son numerosísimos. Son tantos sus peligros reales y potenciales que está prohibido en Canadá, la Unión Europea y otros países, a pesar de los esfuerzos de Monsanto por ganarse la apertura de esos mercados. Aún así, la rBGH se ha utilizado en otros países –principalmente en los EE.UU.– durante varios años. Y es de allí de donde nos están llegando las malas noticias.

¿Quién se beneficia?.

Food and Drug Administration.La U.S. Food and Drug Administration (FDA) -organismo regulador de alimentos y medicamentos estadounidense-, declaró a la rBGH oficialmente «segura» en 1993, y Monsanto empezó a vender Posilac a los ganaderos en febrero del año siguiente1. En los EE.UU. hay dos beneficios obvios de su uso a gran escala: un ingreso anual estimado de Monsanto de entre 300 y 500 millones de dólares, y un incremento estimado de un 12% en el suministro de leche del país2. Ya desde los 50, las granjas de lácteos americanas han producido de forma sistemática más leche de la que puede consumir la nación, y el Gobierno Federal ha venido comprando los excedentes cada año para evitar que el precio se desplomara. En el periodo de 1980-85, los gobiernos de los EE.UU. gastaron una media de 2.100 millones de dólares cada año en la compra del excedente lácteo3. Nadie necesita en los EE.UU. la leche extra que la rBGH puede dar.

Es más, los animales tratados con la hormona están sujetos a un tremendo estrés. Normalmente unas 12 semanas después de que la vaca es una ternera produce leche a expensas de su salud. La vaca pierde peso, es estéril y es más susceptible a las enfermedades. Eventualmente, la producción de leche disminuye y su cuerpo empieza a recuperarse. La inyección de rBGH supone que el ganadero puede posponer esa recuperación entre otras 8 o 12 semanas, incrementando sustancialmente la producción de leche de la vaca, pero también haciendo que sea más susceptible a las enfermedades4.

Para una mayor comprensión de los efectos perjudiciales potenciales del rBGH en las vacas, uno no necesita más que ver la etiqueta de advertencia que el FDA exige que Monsanto incluya en cada remesa de Posilac. La etiqueta destaca 21 problemas de salud asociados al uso de Posilac, que incluyen ovarios císticos, desórdenes uterinos, disminución del tiempo de gestación y peso de nacimiento de las terneras, incremento de la tasa de gemelos y retención de placenta5.

Potencialmente el problema más serio, de todas formas, es el incremento del riesgo de mastitis o inflamación de las ubres. Una vaca con mastitis produce leche con pus. Las empresas lácteas no aceptaran leche que tenga un número de células somáticas anormalmente alto (por ejemplo: una alta proporción de pus), y la mastitis puede ser, así, una clara fuente de pérdida de ingresos de los ganaderos. Muchos intentan atajar el problema con el uso de antibióticos, pero se sospecha que los residuos de antibióticos en la leche causan problemas en los humanos que la beben, y también contribuyen al desarrollo de resistencia a antibióticos entre las bacterias6.

Preocupado con los efectos potenciales del rBGH, el U.S. National Farmers Union (N.F.U.), estableció una línea de teléfono en 1994 para que los ganaderos informasen sobre cualquier problema asociado con el Posilac. Cientos de ganaderos llamaron. John Shumway, ganadero del estado de Nueva York, dijo que tuvo que reemplazar 50 vacas como resultado de malas reacciones al Posilac. Las pérdidas estimadas por el uso de rBGH ascendieron a unos 100.000 dólares7. Melvin Van Heel, de Minnesota, dijo que sus vacas, tratadas con rBGH, padecieron mastitis, abortos y heridas ulcerosas. «Obtuve más leche, pero no creo que mereciera la pena», dijo. Un ganadero de Michigan, Steve Schulte, dijo que sus gastos de veterinario disminuyeron mucho cuando dejó de usar el rBGH. En Florida, Al Cole, perdió ocho vacas y tuvo que sacrificar otras 15. Otras tres dieron a luz terneros deformes8.

La NFU tiene una grabación de muchas más quejas como estas. Tal es el descontento, que muchos granjeros de todo EE.UU. están dejando de usar la hormona. En 1995, la NFU informó que «en algunas áreas del país de un 60 a un 90% de los ganaderos que usaban el BGH han dejado de hacerlo9».

Así pues, queda claro que sólo Monsanto se beneficia de la venta de este producto inútil.

Los peligros para la salud humana.

Incluso dejando de lado los problemas de salud causados por residuos de antibióticos en la leche –utilizados para tratar a las vacas que padecen mastitis– los efectos del rBGH en los humanos pueden ser devastadores. Los estudios científicos más preocupantes son los que relacionen el rBGH con el cáncer.

Cuando a la vaca se le inyecta el rBGH, su presencia en la sangre estimula la producción de otra hormona, llamada en inglés Insuline-like Growth Factor 1 (IGF-1) -Factor de crecimiento 1 tipo insulina-, una hormona-proteíca que producen naturalmente tanto vacas como humanos. El uso de rBGH incrementa los niveles de IGF-1 en la leche de las vacas. Dado que el IGF-1 es activo en los humanos –causando que las células se dividan– algunos científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH, podría dar paso a una división y un crecimiento incontrolados de células en los humanos, en otras palabras: cáncer10.

Monsanto, naturalmente, ha negado incesantemente que los niveles de IGF-1 en leche tratada con rBGH sea diferente al de la leche de las vacas no tratadas con la hormona recombinante. Según una publicación de 1994 en The Lancet, investigadores de Monsanto afirmaban que «no hay pruebas de que el contenido hormonal de la leche de vacas tratadas con rBGH sea en ningún modo diferente al de la que dan las vacas que no han seguido el tratamiento11». En un número posterior de la misma revista un investigador británico declaró que, ya en 1993, Monsanto había admitido que el nivel de IGF-1 en la leche se incrementaba en torno a 5 veces cuando se usaba rBGH12.

Desde entonces, se han realizado diferentes estudios en los que se alerta sobre los peligros de un exceso de IGF-1. Dos investigadores británicos informaron en 1994 que el IGF-1 inducía división de células humanas13. El año siguiente, otro estudio descubrió que el IGF-1 promovía el crecimiento de tumores cancerígenos en animales de laboratorio, previniendo la muerte natural de las células14.

En 1996, el Profesor Samuel Epstein de la Universidad de Illinois, Chicago, realizó un detallado estudio de los efectos producidos por altos niveles de IGF-1 en los humanos. Los resultados de Epstein revelan que las concentraciones de IGF-1 que hay en la leche de las vacas tratadas con rBGH, pueden provocar cáncer de mama y colón entre las personas bebedoras de leche. La conclusión de Epstein fue contundente: «con la complicidad de la FDA, toda la nación está siendo sometida a un experimento a gran escala que supone la adulteración de un alimento básico muy antiguo por un producto biotecnológico pobremente caracterizado y sin etiquetado... que posee grandes peligros potenciales para toda la población estadounidense15».

Dos estudios publicados a principios de este año parecen respaldar los hallazgos del Profesor Epstein. Un estudio realizado por American Women y publicado en The Lancet en mayo revela que la probabilidad de contraer cáncer de mama entre las mujeres premenopáusicas aumenta 7 veces en aquellas que tienen niveles altos de IGF-1 en su sangre16. Otro estudio publicado en Science en enero demostró que el riesgo de padecer cáncer de próstata se multiplica por cuatro entre los hombres con altos niveles de IGF-1 en la sangre17.

«Seguro que ya has estado encima de alguna hormona de crecimiento».«Seguro que ya has estado encima de alguna hormona de crecimiento».

El negocio de las hormonas.

Aparte de los riesgos para la salud asociados a la rBGH, su incremento de uso en el mundo podría contribuir a la desaparición de las pequeñas granjas y a la monopolización de la agricultura por parte de las multinacionales. La economía básica nos dice que el incremento en el abastecimiento de un producto, conduce a una bajada en su precio. El gobierno de los EE.UU. sólo ha evitado un desmoronamiento general de los precios de la leche comprando el excedente. Si un uso generalizado de la rBGH en cualquier país redunda en un incremento significativo del abastecimiento de leche, y si el gobierno no tiene la capacidad o la voluntad de comprar cualquier excedente, la dramática bajada de precios resultante pondrá a los pequeños ganaderos contra la pared y garantizará, como lo han hecho otros muchos aspectos de la «revolución verde», que las granjas grandes, intensivas y con alto nivel de tecnología, sean las que sobrevivan en un sector del mercado cada vez más competitivo.

Amordazando las críticas.

Monsanto responde con intimidaciones, abogados, manipulación de los hechos y muchísimo dinero en propaganda a cualquiera que se atreva a criticar su rBGH. A todo esto le ha ayudado e instigado la FDA, a la que llaman los críticos, «Monsanto Washington Office».

La primera respuesta del eje Monsanto/FDA a las preocupaciones sobre la rBGH en la leche, (sondeos en EE.UU. han destacado sistemáticamente que más del 70% de los entrevistados no quieren beberla), fue respaldarse en la ley. En 1994, la FDA advirtió a los minoristas que no podían etiquetar la leche como leche sin rBGH, robando, así a los consumidores el derecho a elegir lo que quieran beber. La principal razón que dio la FDA de acuerdo a sus palabras, fue que «virtualmente» no existe diferencia entre la leche rBGH y la leche normal. El etiquetado podría por tanto discriminar injustamente empresas como Monsanto18.

El responsable oficial de la FDA de desarrollar esta política de etiquetado era Michael R. Taylor. Antes de ingresar en la FDA, era uno de los socios del gabinete de abogados que representaron a Monsanto cuando pidieron la aprobación a la FDA del Posilac. Desde entonces ha vuelto a trabajar para Monsanto19.

Como resultado de esta política, la FDA amenazó a los minoristas con acciones legales si se atrevían a etiquetar su leche como «leche sin BGH». Monsanto misma tuvo dos juicios contra procesadores que etiquetaron su leche, y enviaron advertencias a otros para que no lo hicieran20. Los heladeros americanos Ben y Jerry quienes siempre han rechazado la leche tratada con rBGH, tuvieron un juicio recientemente contra el Estado de Illinois, quien reguló que no podían etiquetar sus productos como «sin rBGH21».

«Le voy a recetar un tratamiento de hormonas: le recomiendo beber tres litros de leche al día».«Le voy a recetar un tratamiento de hormonas: le recomiendo beber tres litros de leche al día».

Monsanto y sus aliados incluso han estado utilizando la Constitución de EE.UU. para evitar que los consumidores sepan qué es la leche que beben. En abril de 1994 el Estado de Vermont aprobó una ley que requería que los productos que contengan rBGH se etiqueten claramente. Una coalición de industrias lácteas y Monsanto emprendieron un pleito inmediatamente argumentando que la nueva ley era «inconstitucional», en tanto que había violado la Primera Enmienda que asegura el derecho constitucional de no estar obligado a revelar información. Monsanto ganó22.

Enfrentada con una creciente indignación de los consumidores ante tales tácticas, Monsanto ha abandonado, muy a su pesar, sus juicios contra minoristas en EE.UU., y se permite etiquetar la leche como «leche sin rBGH». Pero la FDA todavía se niega a exigir que los productores etiqueten su leche e incluso ahora, mucha gente no tiene ni idea de qué hay realmente en su leche.

Monsanto ha sido acusada, por otros sectores de la sociedad, de no ser limpia en los métodos utilizados y de encubrimiento de la verdad sobre la rBGH. El célebre caso «Fox TV Episode», donde la corporación fue acusada de presionar para que un documental sobre el rBGH no saliera en antena, es sólo un ejemplo obvio. En su libro «Toxic sludge is good for you» («El lodo tóxico es bueno para ti»), John C. Stauber y Sheldon Rampton cuentan un episodio en 1990 donde la empresa encargada de la promoción e imagen de la corporación envió un «topo» a una reunión de militantes anti-rBGH. El topo que actuó como una preocupada ama de casa, era de hecho una empleada de Burston-Marsteller, la compañía de imagen de Monsanto, que fue enviada para descubrir a priori cuáles iban a ser las tácticas de oposición23.

El sector lechero americano ha denunciado varias veces que los representantes de Monsanto han minimizado, ocultado o intentado tapar los efectos adversos del rBGH, diciendo incluso a los ganaderos que sus problemas de mastitis eran únicos, o que los problemas de salud que surgían después de haber usado Posilac eran culpa del ganadero, más que de la hormona.

La conducta de Monsanto en esto, como en otros muchos temas relacionados con la rBGH, ha sido cualquier cosa menos honesta. Así pues, es sorprendente que sus actuales llamadas a un «debate abierto» sobre biotecnología sean tomadas en serio por alguien, cuando esto no es más que una pequeña pieza de su gran campaña publicitaria.


Paul Kingsworth es escritor y activista medioambiental. Ha escrito para The Guardian, Independent on Sunday, Resurgence, BBC Wildlife, etc.

Referencias:

1Schneider, K. «Lines drawn in war over milk hormone», New York Times, 9 de marzo de 1994, página A12.
2Rachel's Hazarous Waste News, N 383, 31 de marzo de 1994.
3Rachel's Hazarous Waste News, N 384, 7 de abril de 1994.
4Rachel's Hazarous Waste News, N 382, 24 de marzo de 1994.
5Kastel, MA, Down on the Farm: The Real BGH Story, Wisconsin Farmers Union, 1995.
6Op. Cit 4.
7Op. Cit 5.
8Ibid.
9Ibid.
10Rachel's Environment and Health Weekly, N 454, 10 de agosto de 1995.
11Collier, RJ et al. «Letter to the Editor». The Lancet 17 de septiembre de 1994, volumen 344, página 816.
12Mepham, T.B. «Safety of milk cows treated with bovine somatrotopin», The Lancet, 19 de noviembre de 1994, volumen 334, páginas 1445-1446.
13Challacombe, D.N. & Wheeler EE. «Safety of milk from cows treated with bovine somatrotopin», The Lancet, 17 de septiembre de 1994, volumen 334, página 815.
14Mariana Resnicoff & Renato Baserga, «The insuline-Like Growth Factor Receptor Protects Tumour Cells From Apoptosis in Vivo, Cancer Research», 1 de junio de 1995, volumen 55, páginas 2463-2469.
15Dr. S. Epstein, «Unlabelled Milk from Cows treated with Byosinthetic Growth Hormones: A Case of Regulatory Abdication», International Journal of Health Services, 1996, volumen 26, número 1, páginas 173-185.
16Hankinson, SE et al., «Circulating concentrations of insuline-like growth factor 1 and risk of breast cancer», The Lancet, 9 de mayo de 1998, volumen 351, número 9113, páginas 1393-1396.
17Chan J. M. et al., «Plasma-like insulin growth factor 1 and prostaet cancer risk: a prospective study», Science, 23 de enero de 1998, volumen 279, páginas 563-566.
18Rachel's Hazarous Waste News, número 381, 17 de marzo de 1994.
19Op. Cit. 4.
20Ibid.
21Ver http://www.benjerry.com/bgh.
22Grossman, R. «Corporate Security: Monsanto's first Amendment Right to Lie», Earth Island Journal, invierno de 1996-1997, página 25.
23Stauber, J. C. and Rampton, S., «Toxic Sludge Is Goord For You: Lies, Damned Lies and the Public Relations Industry». Common Courage Press. EE. UU. 1995, páginas 55-59.


Hormona de crecimiento bovino y cáncer de próstata.

Como se informó en un artículo de Science el 23 de enero de 1998, los varones con altos niveles en la sangre de la hormona natural IGF-I (Insuline-like Growth Factor 1 -factor de crecimiento 1 tipo insulina-), son cuatro veces más propensos al desarrollo de cáncer de próstata que los que tienen niveles más bajos. El informe enfatizaba que los niveles altos de IGF-I en la sangre es el factor de riesgo más importante del cáncer de próstata, más incluso que los factores hereditarios, y que reducir los niveles de IGF-I supone una prevención de este cáncer. El informe también puso de manifiesto que el IGF-I estimula la división y proliferación de células en la próstata, sean estas normales o cancerígenas, aumentando así el crecimiento y capacidad de invasión del cáncer de próstata. Estos descubrimientos son muy relevantes de cara a la prevención del cáncer de próstata, cuyas tasas han aumentado un 180 por ciento desde 1950, y que es ahora el cáncer más común entre varones no fumadores, con 185.000 nuevos casos estimados y 39.000 muertes en 1990.

El informe advierte de que el aumento de los niveles de IGF-I en la sangre, debido al tratamiento antienvejecimiento con la hormona del crecimiento (GH) en personas de edad, puede aumentar el riesgo de contraer cáncer de próstata. Sin embargo, en el informe de 1998 se pone de manifiesto el hecho de que la totalidad de la población de EE. UU. está expuesta a altos niveles de IGF-I en los productos lácteos. En febrero de 1995 la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó la venta, sin etiquetar, de leche procedente de vacas tratadas con la rBGH hormona de crecimiento bovina manipulada genéticamente por Monsanto. En este caso la manipulación de la rBGH va dirigida a incrementar la producción de leche. Como se detalló en un informe en enero de 1996 en International Journal of Health Services, la leche rBGH difiere de la natural químicamente, nutricionalmente, farmacológicamente e inmunológicamente, aparte de estar contaminada con pus y antibióticos resultantes de la mastitis inducida por la hormona biotecnológica. Lo que es más grave, la leche rBGH está sobrecargada con altos niveles de un IGF-I anormalmente potente, unas diez veces más cantidad y más potencia que en la leche natural. El IGF-I resiste la pasteurización y la digestión de las enzimas del estómago y es asimismo absorbido a través de la pared intestinal. Unos ensayos de Monsanto aún no publicados, revelados por la FDA en 1990, en forma de sumario, revelaron que a través de la inclusión durante dos semanas de dosis mínimas de IGF-I en la alimentación de ratas adultas, se inducía la estimulación del crecimiento de órganos. Lo que permite concluir que beber leche rBGH incrementa los niveles de IGF-I en la sangre y aumenta los riesgos de desarrollar cáncer de próstata, múltiples pruebas han incriminado al IGF-I como factor de riesgo en cánceres de mama, colon e infantiles.

A la vista de las evidencias, la FDA debería retirar inmediatamente la aprobación de la leche rBGH, de cuya venta sólo se beneficia Monsanto, mientras existe un gran riesgo sanitario para toda la población estadounidense. A falta de una acción urgente de la FDA, los consumidores deben exigir un etiquetado explícito y comprar sólo leche sin rBGH.

Elaborado por The Cancer Prevention Coalition. Contacto: Samuel S. Epstein, MD., Profesor de Medicina Medioambiental en la University of Illinois, School of Public Health, Chicago, y Presidente de la Cancer Prevention Coalition.


Hormona de crecimiento bovino y cáncer de mama.

Como se informó en un artículo del 9 de mayo de The Lancet, las mujeres con un incremento en sangre del nivel de la hormona natural de crecimiento IGF-I (Insuline-like Growth Factor 1), tienen siete veces más propensión de contraer un cáncer de mama premenopáusico que las mujeres con niveles más bajos. Basado en estos resultados, el informe concluía que los elevados niveles de IGF-I en sangre constituían un riesgo de contraer cáncer de mama, sólo superado por los factores hereditarios o por anormalidades mamográficas inusuales. Aparte del cáncer de mama, un editorial que acompañaba al artículo, advertía que se asocian los altos niveles de IGF-I con el primer factor de riesgo para otros cánceres importantes, paticularmente los de colon y próstata.

Esta última evidencia no fue una sorpresa. Pacientes con gigantismo (acromegalía) que tienen altos niveles de IGF-I presentan tasas más elevadas de cáncer de mama y de colon. Otros estudios han demostrado que la administración de IGF-I a hembras primates causa un marcado aumento del pecho y la proliferación del tejido del mismo. El IGF-I es un potente estimulante de la división celular en los cultivos de tejidos de mama, que bloquea la autodestrucción programada de células cancerígenas y promueve su crecimiento y capacidad de invasión.

De nuevo en estos informes pasa sorprendentemente inadvertido el hecho de que toda la población estadounidense está expuesta a altos niveles de IGF-I en los productos lácteos.

Por estas razones también, la FDA debería retirar su aprobación a la leche con rBGH. Se hace necesaria asimismo una investigación por parte del Congreso de la FDA y la depuración de responsabilidades.

Elaborado por The Cancer Prevention Coalition. Contacto: Samuel S. Epstein, MD., Profesor de Medicina Medioambiental en la University of Illinois, School of Public Health, Chicago, y Presidente de la Cancer Prevention Coalition.


El doctor Samuel E. Epstein, profesor de Medicina Ambiental y Ocupacional de la Universidad de Illinois, de la School of Public Health de Chicago y Presidente de la Coalición de Prevención del Cáncer ha redactado un resumen de todas las pruebas disponibles sobre los riesgos para la salud humana y animal de la leche rBGH entre 1985 y 1998, contenidos en casi 100 documentos que han sido publicados en revistas del ramo. Este resumen se va a publicar como anexo al libro del Dr. Epstein «The Politics of the Cancer Revisited», 1998, East Ridge Press, Fremont Center, New York, NY 12736, EE. UU. Teléfono: +1 (914) 8874589; Fax: +1 (914) 887 6506.

Para obtener copias del mismo, por favor enviar un cheque de 4 libras esterlinas o un giro postal (a nombre de «The Ecologist») a: The Ecologist Editorial Office, Unit 18 Chelsea Wharf, 15 Lots Road, London SW100QJ. Se admiten pedidos con tarjeta de crédito en el teléfono: 0171 351 3578.

Copyright © The Ecologist 1998.

Capítulo anterior. - Capítulo siguiente.

free-news.org