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Capítulo IX.

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Organizaciones ecologistas, sindicales, políticas,... deciden editar en castellano la revista «The Ecologist» en el marco de una CAMPAÑA POR LA LIBERTAD DE EXPRESION y CONTRA EL PODER DE LAS MULTINACIONALES.

La historia de «The Ecologist»...

La historia de «The Ecologist» corre paralela a la del movimiento ecologista europeo. En 1969 Edward Goldsmith, que era doctor en Ciencias por el Magdalen College de Oxford y miembro de «Survival Internacional», decide crear la revista con un grupo de amigos y activistas británicos. El objetivo era oponerse al concepto de crecimiento económico y desarrollo productivista impulsado por las organizaciones económicas y financieras transnacionales. Goldsmith acababa de intuir con 30 años de antelación, los efectos perversos de la globalización.

Edward Goldsmith. El primer número de «The Ecologist» salió en julio de 1970 y en él escribieron un grupo de periodistas y expertos ambientalistas que estarían vinculados al trabajo de Goldsmith hasta la actualidad: Peter Bunyard, especialista en cuestiones nucleares y energéticas; Michael Allaby, autor del Oxford Dictionary of Natural History y un extraordinario documentalista del agrobusiness; Robert Allen, de la IUCN (International Union for Conservation of Nature and Natural Resources), a los que se uniría años más tarde Nicholas Hildyard que introduciría algunos de los temas que actualmente son elementos básicos de la crítica de la revista como la biotecnología.

Poco a poco «The Ecologist» fue vinculando como colaboradores a los pensadores más destacados del ecologismo, del movimiento antinuclear y de la economía ecológica. Así, por ejemplo, el entropista Nicholas Georgescu Roegen («The Entropy Law and The Economic Process»); René Dubos, autor con Barbar Ward del best-seller «Only One Earth»; Herman E. Daly, uno de los economistas especializados en el desarrollo sostenible disidente del Banco Mundial y que recibió el Premio Nobel Alternativo.

Otros personajes que escribirían en «The Ecologist» durante las décadas de los 70 y 80 serían Ivan Illich, el filósofo de la convivencialidad y uno de los más lúcidos críticos de la sociedad industrial; Orio Giarini, del Club de Roma; el comunicólogo ecologista más popular de la Gran Bretaña, así como un grupo de expertos en energía y demografía formado por Gerald Foley, Paul R. Ehrlich («The population explosion»), Manfred Siebker (un físico nuclear reconvertido al ecologismo radical), Denis Hayes («Rays of the hope») promotor en Estados Unidos de las energías renovables o Zhores Medvedev, que con sus artículos nos descubrió la gravedad de la crisis ecológica de la U.R.S.S. antes de la caída del Muro de Berlín.

El éxito de «A Blueprint for Survival».

El gran impacto internacional de «The Ecologist» sería el estudio «A Blueprint for Survival» («Manifiesto para la supervivencia») publicado en 1972, el año de la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano y del informe «The Limits of Growth» («Los límites del crecimiento») coordinado por Denis Meadows del MIT para el Club de Roma.

Para redactar este trabajo el equipo de «The Ecologist» (E. Goldsmith, R. Allen, M. Allaby, J. Davull, S. Lawrence) consultó a treinta y siete profesores y doctores de diferentes disciplinas pertenecientes a centros especializados y universidades británicas. El resultado final fue una lúcida advertencia respecto a que el modelo productivo y energético, junto con la explosión demográfica estaba llevando a un rápido agotamiento de los recursos fósiles y a la insostenibilidad del sistema cara a las futuras generaciones. El libro se tradujo en dieciséis lenguas y en el Estado español lo publicó Alianza Editorial en su colección de bolsillo.

Durante la década de los 70 la revista apoyó la lucha antinuclear en todas sus vertientes con excelentes informes y artículos de investigación de Walter Patterson, Jim Garrison, Solange Fernex y Peter Bunyard, que sirvieron también para dar argumentos sólidos al movimiento en Euskadi y Catalunya. Destacaron en aquellos años monográficos dedicados al accidente nuclear en Three Mile Island; a la polución de los agrotóxicos y al fracaso de la «Revolución Verde»; el cambio climático (con un análisis premonitorio del profesor Hubert Lamb); a los efectos globales de la deforestación (una de las principales campañas de la revista desde sus inicios) y sobre la influencia del anarquismo y del marxismo en el ecologismo.

«The Ecologist» fue pionera en Europa en denunciar los efectos biológicos de las líneas de alta tensión y la polución electromagnética, y el impacto sobre la salud del amianto, el PVC y las dioxinas.

Tres millones de firmas contra la deforestación.

A lo largo de los años 80 la revista se concentró en la defensa de los bosques tropicales («A Plan to Save the Tropical Forest», número de enero-febrero de 1980); en el impacto de los pesticidas en homenaje a Rachel Carson («Silent Spring») y en la crítica a la nuclearización civil y militar del continente especialmente después del accidente de Chernobil («Nuclear Power; The Grand Illusion», número de abril-mayo 1980). Continuaron las críticas a la FAO, al GATT y al Banco Mundial.

La campaña mundial que inició «The Ecologist» en defensa de las selvas tropicales recogió tres millones de firmas que se entregaron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Fue otro de los grandes éxitos del equipo, esta vez ayudado por asociaciones de todo el planeta.

Frente a la uniformización y la globalización de la economía la revista empezó a defender en sus editoriales y artículos la autosuficiencia y el autogobierno de las comunidades agrícolas especialmente en los países pobres. «The Ecologist» inició grandes reportajes de denuncia contra los planes desarrollistas del Banco Mundial en Asia y África.

Monsanto.La década de los 90 se ha caracterizado por una radicalización de los contenidos de la revista contra los efectos perversos de la biotecnología y de la ingeniería genética («Genetic Engeneering No Patentes on Life», número de septiembre-octubre de 1996) los macroproyectos hidráulicos del Banco Mundial, la política de la FAO (número monográfico de marzo-abril de 1991). En este periodo han destacado los artículos de Nicholas Hidyard, uno de los pocos disidentes de la revista y que se ha ido a trabajar en «The Corner House», cuyo número de octubre de 1998 se dedicó precisamente a denunciar a las multinacionales Monsanto y Novartis y su política de apropiación de patentes genéticas.

«The Ecologist» ha incorporado a nuevos analistas como Vandana Shiva («Biopiracy») del Research Center for Science and Ecology de la India; Fimoh Omo-Fadaka del African Environmental Network de Kenya y Smithu Koathari, de la Lokayan Social Action de la India y Marcus Colchester del World Rainforest Movement, entre otros.

El número especial dedicado a la Monsanto es la culminación de esta tercera década de «The Ecologist» muy centrada en advertir a la opinión pública internacional de las consecuencias ecológicas de la manipulación genética. Los efectos de la cibernética y de la sociedad de la comunicación serán sin duda los grandes temas con los que la revista entrará en el tercer milenio.


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