En el capítulo anterior...
La oposición en el Reino Unido y en Alemania
crece. La multinacional va a necesitar más que publicidad para convencer
a la ciudadanía.
En el Estado español...
En la práctica, la destrucción de la revista «The Ecologist» y la negación de las distribuidoras a su venta suponen un atentado contra la libertad de expresión y demuestran el poder de las grandes multinacionales para acallar las voces críticas.
Para Nodo 50 y Ecologistas en Acción el asunto nos pareció tan importante como para organizar una edición en castellano de la revista objeto de la polémica y su publicación en la red.
Lo sucedido sitúa en sus justos términos la controversia entre las multinacionales agroquímicas (hoy reconvertidas a lo que eufemísticamente llaman «ciencias de la vida») y los grupos sociales más concienciados (a quienes las megacompañías tienen la desfachatez de intentar desacreditar como «multinacionales del ecologismo»): un combate de Goliat contra David, donde además se intenta que David pelee sujeto al suelo y con una mano atada a la espalda (porque la demagogia es ciencia sólo cuando hablan Monsanto y las otras megacompañías).
Las organizaciones que nos hemos puesto de acuerdo para intentar remediar
parcialmente el desafuero cometido contra «The Ecologist» -en
el cual hemos sentido amenazada nuestra propia democracia- podemos tener
puntos de vista diferenciados sobre las nuevas biotecnologías. Pero
todos y todas estamos de acuerdo en que hoy faltan las condiciones tanto
para un uso seguro de las nuevas biotecnologías como para un debate
amplio, democrático y racional al respecto: debate cuya necesidad
invocan hipócritamente a menudo quienes -como Monsanto- al mismo
tiempo hacen cuanto pueden por impedirlo.