Dr. Maurice MOREAUX
14 rue Ahamed Aggoun
19.000 - Sétif - Argelia
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Sétif, 16 de Diciembre
del 1999.
A Los Señoras y
señores
Miembros del Despacho
del Consejo del
Colegio de Médicos del Departamento de Saboya
Queridos Colegas,
Habiendo tomado conocimiento de la carta que su presidente, el Sr. Dr. BAVEREL me ha dirigido, en vuestro nombre, el 5 de noviembre último, me place confirmarles que apruebo totalmente su propuesta en un punto: «Procede esperar serenamente que la justicia se pronuncie». Eso es lo que yo les escribía en mi carta del 26 de setiembre: “le toca a la justicia decir si hay delito”,… antes, pues, de haber recibido su imperativo consejo (“debe usted comprender”).
En cuanto a la vertiente “jurídica” de nuestra correspondencia, reconozco
mi error. No habiendo tenido nunca tratos con la justicia – personalmente
por una causa de responsabilidad como la de su despacho – creía que sólo
podían constituirse como parte civil las personalidades, físicas o morales,
querellándose por perjuicio. Reconozco que en lugar de escribir “el Tribunal… debe juzgar… sobre la querella interpuesta por el presidente
del Consejo del Colegio”, hubiera debido escribir: “el Tribunal… debe juzgar… con, como partida
civil, al Consejo del Colegio, representado por su presidente…”
El punto de este detalle siendo el único “elemento
de hecho totalmente contrario a la verdad” que usted me cuestiona
(y con razón, lo admito), admitirá usted que no constituye una “falta
a la verdad primaria” susceptible de “engañar
a la opinión pública” en el fondo, tal como usted me atribuye la intención.
Además, mi carta no se dirigía a la opinión pública. Se dirigía a los
colegas de Saboya. Su objeto me parecía claro: era sugerir el inicio de
un trabajo científico sobre las tesis del Dr. HAMER: “Habiendo
llegado a mi conocimiento junto a colegas (argelinos) los trabajos del
Dr. HAMER,… pero no disponiendo aquí de los medios técnicos necesarios
para verificar esas hipótesis, poníamos nuestra confianza en los investigadores
europeos… Nos ha sorprendido… que el Consejo de la Orden, en lugar de
un trabajo científico sobre el tema, haya emprendido acciones judiciales…”
No veo en qué su papel de parte civil no querellante podría reemplazar
el trabajo científico.
Queda claro pues que mi carta no tenía “por objetivo”, alimentar este
debate con ataques personales o con “faltas
a la verdad primaria”. Por
el contrario, he querido expresarle nuestra sorpresa por el hecho de que
usted no haya iniciado ningún debate científico. Me complace que la ley
permita expresar libremente las opiniones, en Francia y en Argelia, “pero en cambio”, pienso que los científicos no pueden otorgarse el
“derecho de tomar partido” a
favor o en contra de las tesis de un colega, rechazando estudiarlas seriamente.
Esta salvedad me parece todavía más imperativa para los médicos, ya que
se trata de la salud y de la vida de los pacientes que han depositado
en ellos su confianza. Es por esta razón que yo no me he reconocido con
el “derecho a tomar partido a favor de las tesis
expuestas por el Sr. HAMER”, incluso
sabiendo que numerosos enfermos se han considerado “mejorados” o incluso
sanados por los cuidados del Dr. HAMER, o los consejos de la Sra. Sixt.
Me contenté con remarcar una de las cosas en que él insiste, y que ningún
médico niega (incluso si a menudo llega a olvidársenos): la influencia
de los aspectos psicoafectivos y neurovegetativos en la evolución de la
enfermedad, y sobre las posibilidades de su curación. Espero, ahora, que
los colegas de Saboya que se han manifestado interesados por mi sugerencia
podrán contribuir, junto a los investigadores alemanes, italianos y eslovacos,
a verificar las tesis del Dr. HAMER relativas a la influencia de estos
aspectos psicoafectivos y neurovegetativos sobre el desencadenamiento
de la enfermedad, y relativas a la perturbación cerebral, relé. Este trabajo
de verificación podría darnos nuevos medios de diagnóstico y de acompañamiento
a nuestros enfermos.
Así, su carta muestra, ciertamente, nuestro acuerdo en la necesidad de
una justicia serena e independiente (en relación a los poderes políticos
y financieros), pero no responde nada en cuanto a mi sugerencia de trabajo
científico.
Por lo que respecta a sus otras observaciones, me parece que ellas conllevan
errores de comprensión, fruto, a buen seguro, de una redacción poco clara
de mi parte, o de una lectura demasiado rápida de su parte, ya que mi
respeto por su Institución, por las mujeres y hombres que la representan,
me impide dudar de su buena fe.
a) |
Mi conclusión cuestionaba: "¿El
Señor Presidente del Consejo del Colegio ha decidido él solo… o bien
luego de haberse asesorado con otros miembros del Consejo?".
Y usted escribe: "usted no duda en mantener que la iniciativa de este proceso provendría
de una gestión personal del Presidente…" |
b) |
No habiendo encontrado en
mi carta de 5 páginas, ninguna frase que se tome la libertad de atacar
personalmente al representante del Colegio de Médicos, cuento con su lealtad para reconocer que no
he infringido en nada "a
las relaciones de buena confraternidad". |
c) |
No estando en conflicto
con ninguno de entre ustedes, no me he sentido con la necesidad de sosegarme…
Me alegra sin embargo constatar ese "deseo
de sosiego" de su parte. |
Para finalizar,
me permito dos preguntas más:
A cada uno de ustedes, como a mí mismo, en conciencia: ¿no nos sucede
nunca que percibamos como una negligencia el hecho de rechazar efectuar
un trabajo de investigación, cuyos resultados podrían ser importantes
para la salud de nuestros enfermos, de cáncer y de otras enfermedades?
¿No es una grave negligencia no haber emprendido un trabajo de investigación
para confirmar o invalidar las tesis del Dr. HAMER?
En tanto que miembros del despacho del Consejo del Colegio, ¿no temen
ustedes que un día, las familias de los enfermos se constituyan en parte
civil contra el Consejo del Colegio? ¿No podrían esas familias reprocharles
el haberse opuesto a que otras personas – de las cuáles ustedes no reconocen
la competencia – aporten asistencia a enfermos en peligro, a través de
medios que ustedes quieren ignorar? Es éste el temor que manifestaba en
la última frase de mi carta a los colegas de Saboya. No he mantenido,
ni he dado a entender, que una gestión de su presidente, ya fuera personal o concertada, pudiera "dar
lugar al delito de -no asistencia a persona en peligro-". Es más bien la ausencia de gestión para iniciar
un trabajo de investigación lo que podría dar lugar a un problema de conciencia
y de justicia.
Esta carta se
dirige al Profesor GLORION, Presidente
del Consejo Nacional del Colegio de Médicos, y al Doctor CAILLAT, Presidente del Consejo Regional
del Colegio de Médicos del Ródano-Alpes. Confío en que la transmitirán igualmente
a todos los colegas a los que ustedes han enviado su carta del 5 de noviembre,
así como a todos aquéllos que pudieran solicitar precisiones en cuanto a mi
carta del 26 de setiembre.
Les ruego que
crean, queridos colegas, en la certeza de mi lealtad.
Mis mejores deseos
de valor y éxito al servicio de sus enfermos, durante todo el año 2000… ¡y
después!
Maurice MOREAUX