¡Por la libre opción y elección de terapias!.

El pasado 17 de mayo de 1996, varios medios citaban extractos de un artículo del Profesor Michael B. Spom, oncólogo, de la Facultad de Medicina de Hanover (U.S.A.), publicado en la revista científica británica The Lancet que afirmaba: «Se ha perdido la guerra contra el cáncer»... «Pese a los avances en cirugía oncológica, terapia con medicamentos y tratamientos con radiaciones, la tasa de muertes se mantiene prácticamente inalterable».

Sin duda, hay muchas más declaraciones de reconocidos científicos en este sentido y, curiosamente, nadie cuestiona semejantes conclusiones; se da por sentado que la tasa de muertes es por causa de la gravedad de la enfermedad. Pero, a la vista de los resultados, nos preguntamos ¿Por qué nadie de la comunidad científica relaciona la tasa de muertes con los tratamientos aplicados: amputación de miembros y órganos, quimioterapia agresiva de tercera generación, radiaciones, trasplantes...?.

Unos días antes, el 12 de mayo en El País, el Sr. J. Fornes, Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos en España recomienda la prohibición cautelar del «método» Hamer, mientras no existan pruebas científicas de que no es nocivo para los pacientes y porque «además del consentimiento informado del paciente, es necesario contar con la seguridad de que el tratamiento que se aplica no es perjudicial; hay que examinar las condiciones y circunstancias en las que el paciente se mostró de acuerdo».

Estupor total. En este caso, lo nocivo no es la enfermedad, es el tratamiento. Además, pese a que Hamer lleva 15 años solicitando la verificación de sus descubrimientos, ni el citado Señor ni el citado Consejo de Colegios saben de que hablan y «van a informarse» ahora.

¿Es legítima entonces la amenaza pública, concretada recientemente en Barcelona, en la persona del Dr. Herrera, a los colegiados por aplicar algo que estos Srs. no se han preocupado en conocer y cuyos «daños» a la fuerza tienen que ser inferiores, si se producen, a los derivados de los tratamientos convencionales?. Sólo hay que leer el prospecto de los citostáticos -quimioterapia-, publicados por los propios laboratorios que los producen, o ver los efectos de la amputación de miembros o las radiaciones para entender lo que afirmamos.

¿Se puede someter a Comisión Deontológica y sancionar el proceder de aquellos facultativos que entienden algo diferente a la postura oficial... cuando esta postura oficial tiene, según reconocen, la «guerra perdida»?. ¿Es ésta la deontología de la que hablan?. Deontología es el tratado de los deberes, y el primer deber de un médico responsable y coherente con el juramento hipocrático es atender a los enfermos según su leal saber y entender, para lo que está científicamente preparado, y debe informarse y ofrecer cualquier terapéutica que sea beneficiosa para el paciente y amplíe o mejore sus expectativas y calidad de vida. No se puede vulnerar su libertad de conciencia y práctica médica cuando informa a un paciente de que existen otras vías que disienten de la medicina oficial y alivian sus dolencias según sus conocimientos.

No basta tampoco, para la posición oficial, la decisión informada del paciente... Y, con ello, se vulnera el derecho de las personas a la libertad de elegir, en cada momento, lo que consideran más adecuado para su curación y su vida. Si al enfermo, mientras está consciente, se le reconoce capacidad para otorgar testamentos y disposiciones de última voluntad, ¿Se le va a negar conocimiento para decidir qué camino elige para conservar su vida o morir dignamente sin pasar por las torturas que para su caso prescribe el protocolo y la estadística?.

Investigue Señor Fornes, contraste, verifique, publique los resultados honradamente, no desacredite las vías terapéuticas que se salgan de la medicina convencional sin haberlas contrastado científicamente... O caerá en la postura que aparentemente critica. La experiencia es fuente de toda evidencia, única y sola madre de la verdadera ciencia, dijo Leonardo da Vinci.

Se sorprendería la cúpula médica de este país si conociera la cantidad de médicos, enfermeras y todo tipo de personal sanitario que, tras conocer a fondo los mecanismos oficiales, son pacientes, a su vez, de médicos de equilibrio polar, homeopatía, acupuntura, naturismo, medicina china, etc., y la cantidad de profesionales de las nuevas generaciones que entienden que el ser humano es un ser integral y abanderan medicinas holísticas en lugar de perseguir a la célula en el laboratorio.

Cada ser humano es un ser vivo único e irrepetible. Quizás se debiera entrar en las transformaciones profundas que requiere la medicina en lugar de seguir gastando millones de dólares en investigaciones aisladas cuya bondad -para los pacientes- es más que dudosa.

Por todo ello, reivindicamos:

  1. Derecho a la libre información y elección de terapia.
  2. Despenalización de los facultativos que empleen terapias no reconocidas por la medicina convencional. Verificación científica ecuánime de aquellas terapias que se demuestre son positivas para el enfermo.
  3. Transparencia informativa ante los usuarios de la sanidad, sin descalificaciones en bloque.
  4. Actitud deontológica responsable de los médicos. Información y divulgación concienzuda de las mejores vías de curación y cuidados no agresivos. Reconocimiento a los pacientes de su libre decisión acerca de los tratamientos convencionales a su dolencia.
  5. Cambio de actitudes de los Colegios Médicos, coherente con su compromiso hipocrático, para que comprueben todo aquello que resulte beneficioso para el ser humano, desde una visión integral de la persona y ajeno a cualesquiera intereses que no partan de este presupuesto básico.
En Madrid a 1 de junio de 1996.

Firmado: Asociación por la Medicina Biológica de Madrid.


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