Entrevista mantenida en Düsseldorf, el 13 de julio de 1989.

Entrevista al decano de la Facultad de Medicina de Düsseldorf.

Profesor  Dr. Dr. P. Pfitzer.
Atelung Cytopathologie des Zentrums für Pathologie und Biophysik der Universitat Düsseldorf.
Mooranstraße 5 - 4000 Düsseldorf.

Discusión científica entre el profesor P. Pfitzer, médico, biólogo, y uno de los más eminentes especialistas de Alemania en Citopatología e Histopatología, Decano de la Facultad de Medicina de Düsseldorf, y el Dr. Ryke Geerd Hamer, sobre el sistema ontogénico de los tumores y enfermedades equivalentes, y sobre el Sistema Ontogenético de los Hongos y Microbios (bacterias y virus) que emana de ello.
 

Tema: El Sistema Ontogenético de los Tumores y Equivalentes del Cáncer en el libro: Fundamento de una Nueva Medicina.
(tomo I, 1987, ediciones Amici di Dirk Verlag f. Med. Schriften, Colonia).


Profesor Pfitzer, en su calidad de citopatólogo y de Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Düsseldorf, ha aceptado Ud. gentilmente discutir sobre el Sistema Ontogenético de los Tumores (y equivalentes del cáncer). En el marco de la patología, usted es un especialista en histopatología y citopatología (patologías del tejido y de la célula). Creo que también es usted biólogo...

Sí, biólogo y médico.

El sistema ontogenético de los tumores establece especialmente que siempre se encuentra el mismo tipo histológico de tejido en los mismos órganos del cuerpo humano y del cuerpo animal. ¿Es eso exacto?.

En principio sí; aparte, naturalmente, de algunas raras excepciones como las distopsias tisulares de trazas embrionarias perdidas (endometriosis). Aparte de esto, es exacto.

Señor profesor: el sistema ontogenético de los tumores establece también -y sobre este punto están ya de acuerdo gran parte de sus colegas-, que en el caso de un tumor con localización X en un órgano corporal, se encuentran siempre igualmente las mismas estructuras histológicas, muy específicas, del tumor. Así, por ejemplo, en el tracto gastrointestinal, se encuentra siempre la estructura histológica del carcinoma adenomatoso en coliflor, es decir, en proliferación celular. Tal es también el caso de las amígdalas y de los alvéolos pulmonares que, ontogenéticamente, se relacionan ambas con el tracto gastrointestinal, o del cuerpo del útero (mucosa decidual) donde el tumor presenta siempre la estructura histológica de un carcinoma adenomatoso. Por el contrario, en la mucosa bucal, en el orificio del útero o en la vagina, la mucosa de los bronquios o la mucosa vesical, la estructura histológica siempre es la de un carcinoma ulcerativo con epitelio pavimentoso. ¿Es usted de esa opinión?.

Normalmente siempre es así, exceptuando sin embargo el sistema bronquial.

Ya que es así, ¿cómo es posible que otros médicos nunca se hayan preguntado nunca, ni les haya venido la idea, de que la histología debía tener correlación con la topografía orgánica, y que ésta a su vez, no debía ser ajena a la ontogenia del hombre y de los animales? ¿Cómo es posible que nadie se haya dado cuenta todavía? ¿No será que hemos concentrado toda nuestra atención en el detalle en lugar de interesarnos en el conjunto de los fenómenos del organismo, de manera que se nos ha escapado lo esencial?.

Es evidente, nunca hemos estado tan especializados como lo estamos hoy en día, y ¿quién de entre nosotros puede alardear de poseer una visión panorámica que englobe las disciplinas teóricas, los datos clínicos y el contexto individual, en la cabecera de la cama del enfermo? Normalmente, el patólogo sólo ve al paciente cuando éste ha muerto. El histopatólogo ve los tejidos con anterioridad. Pero existe también una gran tradición de clasificaciones sistemáticas solapadas en patología (WHO y AFIP). Siempre ha existido el esfuerzo por no perder de vista el conjunto y mantener una correlación entre la visión patológica y la clínica. Pero es preciso reconocer, sin embargo, que a nadie se le ha ocurrido la idea de un Sistema Ontogenético de los Tumores.

Como usted sabe, el Sistema Ontogenético de los Tumores establece que a localizaciones orgánicas idénticas en el cuerpo humano corresponden, normalmente, las mismas estructuras histológicas en la célula y que, en el caso de un tumor, se encuentra siempre efectivamente la misma estructura histológica de la célula. Este sistema establece igualmente que todas las estructuras histológicas idénticas de las células son gobernadas también por la misma zona cerebral. Por ejemplo: el puente del tronco cerebral es quien gobierna todo el epitelio cilíndrico del intestino y, en caso de tumor, el carcinoma adematoso. Por otro lado, todas las regiones corporales que presentan la misma estructura histológica, y cuyos centros de control cerebral son vecinos, corresponden a conflictos biológicos estrechamente emparentados con los que los tenedores conflictuales.

Puede que sea así, todo esto no me parece muy lógico. Por lo que a mí respecta como patólogo, sería preferible que pudiera aportarse la prueba de ello. Que un neuropatólogo examinase cada vez al microscopio el lugar del cerebro y la localización en el escáner cerebral que fuesen típicos de la naturaleza específica de cada cáncer.

En esto hay una dificultad, señor profesor. En el curso de la fase activa del conflicto, la localización X sobre la carta topográfica cerebral, que es la responsable de un cáncer periférico, es perfectamente reconocible por su configuración típica en forma de diana. Pero si se procede a la escisión de esta área cerebral, el neuro-histopatólogo no verá nada. Por el contrario durante la fase de curación vagotónica, se puede discernir muy claramente la modificación acaecida en el lugar X -que mis detractores denominan Foco de Hamer-, a saber, un edema intra y perifocal, o incluso, un ensillaje de neuroglías. En estos casos, tanto los neurorradiólogos como los neurocirujanos hablan inmediatamente de tumor cerebral -si sólo han encontrado éste-, o de metástasis cerebral, si han encontrado con anterioridad algún otro cáncer en cualquier otro punto del cuerpo.

Bueno, lo admito, pero un estudio en el campo neuro-histopatológico se puede limitar a los casos que, según su definición, se encuentren ya en fase de curación vagotónica.

Pero es que ése es justamente el caso de los presuntos tumores cerebrales, o de las falsas metástasis cerebrales que cuando son detectados es porque están ya en esa fase vagotónica de curación, sino no tendrían edemas ni neuroglías.

Señor Hamer, sus puntos de vista, sus ideas, son muy valientes, y ahora comprendo lo que pretende decir. Pero dígame, ¿no podría también ser el núcleo celular el responsable de la codificación errónea de la célula? ¿Ha de ser por fuerza el cerebro?

Sin duda conoce usted la siguiente anécdota: la señora Müller, dirigiéndose a su vecina por encima de la cerca del jardín, le revela de buena fuente que la corriente que alimenta a toda la población proviene de la central eléctrica. Puede ser, responde la señora Meyer, pero nuestra corriente viene de nuestro contador, de eso estoy segura. No me cabe duda alguna de que cada célula está gobernada por su núcleo celular, es decir, por su mini-cerebro. Sin embargo la cuestión es: ¿quién, sino nuestro ordenador gigante, el cerebro, está capacitado para dirigir de manera coordinada a los núcleos celulares?.

Pues bien, sí, señor Hamer, con su Sistema Ontogenético de Tumores, usted le da verdaderamente un significado con orden y concierto a toda la medicina.

¡Me parece que ya era hora! En efecto, si el sistema ontogenético de los tumores puede considerarse exacto sobre el plan histocitológico, siendo fácilmente demostrable en los niveles cerebral y psíquico porque se verifica su reproductibilidad, entonces ¿no cree usted, señor Decano, que debemos sacar lo más rápidamente posible las consecuencias que se derivan de esto?.

Sí, a condición de que el Sistema Ontogenético de los Tumores sea verificable a todos los niveles. ¡Entonces las consecuencias son verdaderamente colosales!.

La primera consecuencia, señor Decano, sería que pudiésemos anunciar cuanto antes a nuestros pacientes una noticia en extremo alegre: ¡Estábamos equivocados! El cáncer no era en absoluto unas células hostiles proliferando de forma anárquica y al azar, sino que estas células, o necrosis celulares malignas que se creía invadían el organismo por proliferación desordenada, han estado siempre y sin excepción bajo el control de una ley rigurosa siguiendo vías trazadas ontogenéticamente.

En efecto, esto es lo que se debería hacer.

La segunda consecuencia es que deberíamos rápidamente tirar a la basura el vetusto concepto de las falsas metástasis, que la medicina clásica ha venido enseñando hasta ahora. ¡Es ciertamente inaudito que se nos haya exigido una tal acrobacia dogmática! Piénselo: teníamos que imaginar que por una sucesión de metamorfosis, tan precipitadas como desordenadas, un carcinoma mitótico del colón (que es de origen endodérmico), podía transformarse en una ostelosis necrosante ósea (cuyo origen es mesodérmico), antes de ponerse a engendrar a través de metamorfosis metásticas las pretendidas metástasis cerebrales del ectodermo. Desde siempre todo el mundo se apresura a afirmar que este absurdo es plausible, mientras que por poco crítico que sea un médico apenas llega a creérselo.

Señor Hamer, no puedo por más que darle la razón sobre este punto. Hasta ahora habíamos visto las cosas de otra manera. Y yo también admito que la medicina clásica es tributaria de cantidad de hipótesis de relleno. En lo que respecta a la migración de las células cancerosas hacia la periferia, es cierto que hasta ahora no había más que pruebas indirectas de que las células cancerosas llegasen a través de la sangre arterial a sus lugares de metástasis.

La tercera consecuencia a extraer es que en virtud de la Ley Ontogenética de los Tumores, debemos empezar por redactar la lista de los tumores, a fin de especificar qué formación celular derivan de tal o cual capa embrional, hecha en el transcurso de tal o cual fase, de las divisiones celulares mitóticas o de las necrosis celulares. En efecto, es totalmente absurdo imaginar que un carcinoma adenomatoso del colon, que en la fase activa del conflicto prolifera por medio de mitosis, puede provocar por supuestas metástasis un sarcoma óseo, que sólo se desarrolla en la fase de curación. Resumiendo, con la ingenuidad de niños ignorantes, hemos hecho una mezcla de las fases de simpaticotonía y de vagotonía, bautizándolo todo como metástasis. Señor profesor, ¿le parecen perentorias las consecuencias?.

Estas son preguntas a las que los clínicos deberán aportar respuesta.

Todavía queda otra consecuencia perentoria. Y es la de que deberemos rechazar de una vez por todas las nociones admitidas hasta ahora, de tumores o metástasis cerebrales, ya que éstos no pueden existir.

¿Qué quiere decir con eso?.

Pues bien, en principio ¿es cierto que tras el nacimiento, las células del cerebro no pueden dividirse o multiplicarse?.

Sí.

La única cosa que puede proliferar en nuestro cerebro es el tejido conjuntivo situado entre las neuronas, las neuroglías o glías, y estas células de tejido conjuntivo, absolutamente inofensivas, sólo se multiplican durante la fase de curación. Es sólo durante o tras esta fase que puede coloreárselas con productos de contraste, como lo saben todos los que trabajan en este campo.

No es tan seguro que sean inofensivas.

Supongamos, señor profesor, que en un centenar de casos de tumores cerebrales usted ha diagnosticado un glioma. Y es que, ¿qué otra podría podría diagnosticar si, aparte de las células cerebrales que no proliferan (neuronas) y de las células gliales inofensivas que han proliferado o continúan haciéndolo, no existe nada más?.

¡En el caso de un tumor cerebral primario, naturalmente!.

Pero, he aquí que preparando su tesis doctoral, un estudiante aplicado constata una y otra vez que en los cien casos en cuestión, los resultados de autopsia indican que en algún lugar del cuerpo se ha descubierto un cáncer más o menos voluminoso, que no había sido clínicamente detectado con anterioridad por no haber provocado malestares o síntomas en el paciente. ¿Acaso, leyendo esta tesis, tendría tentaciones de ponerse manos a la obra, y reinterpretar el supuesto tumor cerebral, viendo en el mismo una supuesta metástasis cerebral? Eso nos llevaría de nuevo a considerar los Focos de Hamer, los carcinomas adenomatosos de las vellosidades intestinales, por ejemplo, o a identificar en estos Focos de Hamer una osteolisis ósea o sarcoma.

Me pone usted en un brete ya que todavía no he intentado nunca ver las cosas a través de sus ideas. Debo reconocer que los gliomas polimorfos a menudo parecen enmarcar todo tipo de cosas.

Claro que sí, no tengo ninguna duda de ello. Creo que lo mejor es pura y llanamente, desembarazarse de todas las hipótesis accesorias y no dejarse llevar a un diagnóstico de especulaciones en relación al origen de las metástasis. Únicamente debería hablarse de gliomas (inofensivos). Según el escáner cerebral, no existe ninguna diferencia, se trata siempre y sin excepción de gliomas. Los neuro-histopatólogos sinceros, hoy en día, lo reconocen ya sin ambages. ¿Qué piensa usted?.

Hasta hora mi opinión era que había dos tipos diferentes de procesos cerebrales:

  1. Los tumores cerebrales primarios, por ejemplo, los gliomas.
  2. Los procesos secundarios, metastaseados en el cerebro, en los cuales vemos a las células cancerosas corporales extra-cerebrales. Debo reconocer sin embargo que estos diagnósticos deben ser también verdaderos rompecabezas.
Además del Sistema Ontogenético de los Tumores y Equivalentes del Cáncer, existe también según mi postulado, un sistema de microbios ontogenéticamente determinados, que resumo: los hongos (micosis) son nuestros apreciados basureros, encargados de desembarazarnos de los tumores del endodermo y de la zona del mesoderno gobernada por el cerebelo, es decir, por el cerebro primitivo. Las bacterias son los basureros de las necrosis mesodérmicas gobernadas por el cerebro propiamente dicho (por ejemplo, las necrosis del tejido conjuntivo), y los virus que representan los restauradores de los carcinomas ulcerosos del ectodermo, operando en medio de edemas peri-ulcerosos. Como se puede observar, la edad ontogenética de los diferentes microbios concuerda con la del órgano o grupo de órganos a cuyo cuidado están, así como con la edad ontogenética de la zona cerebral que gobierna ese grupo de órganos. Por supuesto que todos los basureros y restauradores hacen su trabajo única y exclusivamente durante la fase de curación, y, consecuentemente, sólo se ponen manos a la obra bajo órdenes expresas del ordenador de nuestro cerebro.

¿No le parece esta concepción de una lógica perentoria? ¿No cree usted que a partir de esto las supuestas enfermedades infecciosas tienen explicación si se toma como criterio la Ley de Hierro del Cáncer?.

En lo que concierne a los microbios, dejo a los microbiólogos el trabajo de responder a esta pregunta.

Señor profesor, ni las células cancerosas -que se ha supuesto tan nocivas-, ni los microbios -juzgados tan hostiles-, son nuestros enemigos, tal como hasta ahora lo hemos creído. De hecho, no existen gérmenes patógenos y gérmenes apatógenos a los que debamos combatir. Todos ellos han demostrado ser nuestros fieles auxiliares, viviendo en simbiosis con nosotros. Incluso nuestras colibacterias no han hecho otra cosa que su trabajo durante la vagotonía digestiva, y solamente cumpliendo órdenes del tronco cerebral (puente), ¡no contra nosotros, sino para nosotros!.

Eso también deben responderlo los microbiólogos.

¿Se ha dado cuenta, profesor Pfitzer, que acabamos de enterrar nuestra vieja medicina académica? No hay manera de detener la Nueva Medicina, incluso si un tribunal de jueces ignorantes y corruptos prolonga mi prohibición de ejercer, que los poderes públicos (a solicitud de la Orden de Médicos) había pronunciado hace más de tres años por rehusarme a abjurar de la Ley de Hierro del Cáncer. Decisión motivada (cito textualmente) por el hecho de que «el Doctor Hamer carece de la regla de conducta requerida para reinsertarse en la medicina académica». ¿Acaso debía ajustar mi conducta a la del cortejo fúnebre de un cadáver científico?.

Para un patólogo, ¡también los cadáveres son un objeto de investigación científica!.

Señor Decano, permítanos que informemos de esta entrevista a nuestros pacientes. Lo están esperando, y tienen derecho a saberlo ya que ¡luchan por su vida! En su nombre, le expreso mi más cordial agradecimiento por esta entrevista.


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