Hasta el momento, la investigación médica sobre el cáncer ha orientado su búsqueda sobre el lugar de implantación del tumor: pulmón, hígado, senos, huesos, etc. El problema planteado era: ¿por qué las células del organismo empiezan bruscamente a proliferar de forma anárquica? ¿Virus? ¿Agentes externos tales como tabaco, productos químicos en la alimentación, etc.?
El tratamiento se ceñía en encontrar nuevos medios para detener la proliferación celular: operaciones, rayos X, cobalto, quimioterapia...
El Doctor Hamer retoma el problema desde otra perspectiva. A partir de su propia experiencia -tuvo un cáncer-, y de la de los enfermos que a su cargo, ha constatado a través de los años que siempre hay un síndrome bien determinado en el origen del cáncer, y no tan solo un estrés cualquiera. Se precisa un poderoso detonante, un choque psíquico brutal, que el paciente siente como el mayor suceso de su vida; un conflicto agudo y dramático, vivido en aislamiento psíquico. A este síndrome inicial, que él ha descubierto y verificado cuidadosamente en cada uno de los miles de casos examinados hasta el presente (11.000 en 1988), le ha dado el nombre de Síndrome Dirk Hamer (S.D.H.), retomando el nombre de su hijo Dirk cuya trágica muerte en 1978 fue el origen de su propio cáncer.
La experiencia de estos miles de casos individuales, diagnosticados y tratados en el transcurso de los últimos años, lo ha conducido a desgranar poco a poco las constantes, y a formular una ley, que se verifica siempre de forma precisa, la Ley de Hierro del Cáncer, y que no ha sido nunca rebatida.
Este ley, de la que el Síndrome Dirk Hamer es la pieza clave, el eje principal, se enuncia como sigue:
Una vez que el conflicto desaparece, la zona cerebral afectada deja de dar órdenes anárquicas. Reanuda su trabajo sobre el campo tal como lo realizaba anteriormente. Las células cesan en su anárquica proliferación. Se detiene el cáncer.
Tras la suspensión del conflicto, la zona perturbada del cerebro tarda un cierto tiempo en recuperarse. Para sanar, se rodea de un edema intra y perifocal. Es este edema, visible en el escáner, lo que ha permitido al Doctor Hamer localizar con precisión qué zonas habían sido afectadas por cada tipo de conflicto, y qué órganos correspondientes resultaban alcanzados.
Al final del conflicto, el cerebro ordena igualmente la regeneración del órgano enfermo. El tumor se repara (edema peritumoral, ascitis, derrame pleural, pericárdico), se enquista, se modifica en función de su localización, sea a través de una contracción cicatricial (senos, abdomen), sea por reconstitución (recalcificación de las lesiones osteolíticas), sea por expulsión (cavidad bucal, recto, vagina, etc.)
La fase de reparación, de curación, dura exactamente el mismo tiempo que la fase de conflicto. Si durante esta fase se produce una recaída del conflicto, la fase quedará prolongada. Este período de reparación transcurre con fatiga, dolores y edemas, síntomas estos que pueden suavizarse según la terapia preconizada por el Doctor Hamer.
Una vez finalizada esta fase de curación, que se desarrolla sincrónicamente a triple nivel psico-cerebro-orgánico, la tumefacción local debida a la edematización cerebral desaparece y nuestro organismo recupera la salud.
Laboriosamente descubierta en el transcurso de los años a través del método empírico, la Ley de Hierro del Cáncer permite hoy en día abrir varias puertas. En efecto, el Doctor Hamer ha podido constatar que la leucemia se conforma exactamente a esta ley: tiene por origen un grave conflicto de desvalorización de sí mismo. En tanto no se trate de un traumatismo cerebral, de una malformación congénita, la crisis epiléptica es, por así decir, una oscilación brutal simpaticotónica a fin de frenar una edematización excesiva producida por la vagotonía.
El infarto de miocardio se desencadena siempre en el transcurso de la
fase consecutiva a la solución de un conflicto territorial, siempre
que este conflicto haya tenido una duración de por lo menos dos
o tres meses. Actualmente, existe ya un gran número de enfermedades
que pueden deducirse de la Ley de Hierro: esclerosis de placas, Parkinson,
poliartritis, diabetes, eczema, asma, zóster, úlcera, depresión
nerviosa, enfermedad mental, etc. Siempre hay un conflicto de matiz muy
preciso tras cada una de estas enfermedades, y la curación es posible
tras liberarse del conflicto.