Diario 16. Año IX. Número 2.708. Madrid, domingo 2 diciembre 1984.

Portada.

Descubrimiento del doctor Frontela.
Nuevas investigaciones señalan a un insecticida como verdadero causante del síndrome tóxico.

Sevilla. El profesor Luís Frontela ha logrado reproducir, en su laboratorio de la cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, los síntomas del síndrome tóxico alimentando ratas y cobayas con hortalizas que previamente habían sido tratadas con plagicidas.

Luís Frontela Carreras.
Luís Frontela Carreras.

Estas nuevas investigaciones, que señalan a un insecticida como el causante del envenenamiento masivo, que ha costado la vida a más de trescientas personas en España, y no el aceite de colza, serán presentadas en un informe por el doctor Frontela dentro de unas semanas al Ministerio de Sanidad y Consumo, según declara a Diario 16.

De los animales tratados con un determinado nematicida, según el doctor Frontela, han muerto entre un 1 y un 20 por 100, el resto ha reproducido las principales lesiones del síndrome tóxico. «E1 producto está presente en varios nematicidas, pero sobre todo en un nematicida-insecticida cuyo nombre fue adelantado en su día por el doctor Muro», dice el catedrático sevillano.

Antonio Muro Fernández Cavada.
Antonio Muro Fernández Cavada.

Según el profesor Frontela, «a nosotros la Administración nos ha tratado francamente mal, tal vez porque desde el primer momento no estábamos de acuerdo con la teoría del aceite adulterado. Por lo menos debieron escucharnos».


Página 31.

Diario 16. Domingo, 2 diciembre de 1984.

Declaraciones en exclusiva del catedrático Luís Frontela.
«Tengo la esperanza de aislar el agente del síndrome tóxico».

Dentro de unas semanas, Luís Frontela, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, elevará a las autoridades sanitarias un informe. Si todo sale como se espera, en él se demostrará que el forense sevillano ha logrado reproducir en su laboratorio -sin ninguna ayuda oficial- los síntomas del síndrome tóxico. Ha alimentado a sus ratones con pimientos y tomates que previamente habían sido tratados con un determinado nematicida. Entre un 1 y un 20 por 100 de los animales así alimentados han muerto. El resto reproducen las principales lesiones del síndrome. En cambio los ratones a los que se les ha suministrado aceite «tóxico» lo único que han hecho es engordar.

Gloria Díez. Diario 16.

Enviada especial.

Sevilla. En el sevillano barrio de La Macarena, donde aún quedan gitanillas descalzas, unas ratas blancas están reproduciendo en sus pequeños cuerpos los síntomas del envenenamiento masivo que ha costado la vida a más de trescientas personas en este país.

Los hechos ocurren en la cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla a cuyo frente está Luís Frontela. Desde hace algo más de un año, y sin ninguna ayuda oficial, el doctor Frontela se ha dedicado a investigar sobre un grupo de sustancias capaces de formar en el organismo esterasas neurotóxicas.

La línea de investigación se adopta tras analizar la sintomatología de los pacientes afectados por el denominado «síndrome tóxico» y que en opinión del Doctor Frontela, en ningún caso parecía achacable a las anilinas y anilidas presentes en el aceite de colza adulterado.

Primero, investigar los metales.

«Nuestras primeras investigaciones -señala el doctor Frontela- hace de esto tres años, se orientaron hacia los metales. No era ninguna tontería. En el Código Alimentario de los Estados Unidos, que se aplica sin ir más lejos en la base de Rota, se prohibe el uso de recipientes cadmio-plateados, de plomo y de otros compuestos metálicos si es que han de estar en contacto con los alimentos. Y no es la primera vez que se describen intoxicaciones producidas por jarras de cadmio en contacto con ácidos fríos. ¿Por qué no podía ocurrir con el aceite desnaturalizado?».

Una vez abandonada esta línea de investigación y en vista de la evolución de los enfermos, que comienzan a generar nuevos síntomas, el doctor Frontela y su equipo comienzan la investigación animal tratando de reproducir los síntomas. Por un lado, se investigó la teoría oficial del aceite y por otro, un grupo amplio de pesticidas. Pronto estuvo claro que el aceite de colza «desnaturalizado» no era capaz de originar los síntomas de los enfermos, de modo que dentro de los pesticidas se empezó a trabajar sobre dos grandes campos, uno el de los compuestos organofosforados, otro el formado por determinados nematicidas-insecticidas, cuyas cadenas químicas guardan cierto parentesco con las de los compuestos organofosforados.

Alimentados con pimientos.

Se comienza a alimentar entonces a animales de laboratorio (fundamentalmente ratas y cobayas) con tomates y pimientos que habían sido tratados con los compuestos de referencia. Los plaguicidas se empleaban sucesivamente un mes, tres semanas, quince días o bien ocho antes de la recolección del producto.

Los resultados no se hicieron esperar. Por un lado, se detectó que la toxicidad aumentaba a medida que la utilización del pesticida se acercaba al momento de la recolección. Y por otro, se llegaba a aislar el producto químico cuyo suministro reproducía con mayor exactitud los síntomas presentados por los enfermos del síndrome: el O-etil-O-(3metil-4-metiltiofenil) isopropilamido fosfato.

«E1 producto, dice el doctor Frontela, está presente en varios nematicidas, pero sobre todo en un nematicida-insecticida cuyo nombre fue adelantado en su día por el doctor Muro».

Índice de muertes.

Los animales sometidos a este tratamiento arrojan un índice de mortalidad que va desde el l al 20 por 100. Los que eran sacrificados reproducían las lesiones pulmonares, vasculitis, y lesiones renales características de los enfermos del síndrome.

Sin embargo, de confirmarse esta teoría, no se trataría tanto de un problema de la multinacional fabricante del nematicida, como de una mala utilización del mismo por parte del agricultor, dado que en el envase se advierte sobre su toxicidad y sobre los tiempos límites de su utilización.

«El tema del síndrome es muy delicado, y como científicos debemos ser muy prudentes. Yo tengo que decir -señala Frontela-, que la investigación no está agotada, pero que hasta ahora no hay contradicciones y que tengo la esperanza de aislar el agente del síndrome. Dentro de unas semanas tendremos datos más consistentes. Con ellos elaboraré un informe que será elevado al Ministerio de Sanidad».

El doctor Frontela, tiene previsto igualmente una vez terminada esta fase de la experimentación, el contrastar tos datos del estudio realizado con toda una serie de científicos para discutir los resultados obtenidos.

Es consciente el doctor Frontela de la transcendencia que tendría la localización del agente del síndrome. No sólo hay un voluminoso sumario de personas acusadas de manipular el aceite, sino que aún existen cientos de afectados que esperan un diagnóstico exacto y, por tanto, un tratamiento adecuado. Al tiempo se están poniendo en marcha nuevos juicios para determinar las resposabilidades de las autoridades sanitarias.

El gran error.

«A nosotros la Administración nos ha tratado francamente mal -señala Frontela-, tal vez porque desde el primer momento no estábamos de acuerdo con la teoría del aceite adulterado. Por lo menos, debieron escucharnos. El gran error de quien corresponda es no haber dado las mismas oportunidades a la investigación del aceite y a la de otras pobres causas. La obcecación con el aceite».

En cuanto a los enfermos, naturalmente es más fácil tratar una enfermedad conocida, pero en este caso, de confirmarse la teoría del nematicida, el tiempo juega en contra. Según el doctor Frontela, el tratamiento es, desgraciadamente, tanto más eficaz cuanto más precoz.

Claro que, una vez aislado el agente del síndrome, se podría crear una comisión interdisciplinar en la que se investigara en la búsqueda de un tratamiento eficaz para una sustancia tóxica que ya ha sufrido un proceso de «envejecimiento» en el organismo de los afectados.


Un experto en grandes misterios.

La Cátedra de Medicina Legal en la Universidad de Sevilla es una pequeña fortaleza de muy difícil acceso. No en vano Luís Frontela es uno de los forenses que, hoy por hoy, guarda algunos de los secretos más buscados por la Prensa y la opinión pública del país.

En sus manos está el informe sobre la autopsia del niño Francisco Javier Reyes Moreno, asesinado en muy extrañas circunstancias. Como consecuencia de la muerte del niño fueron detenidos tres jesuitas que posteriormente fueron puestos en libertad. El juez responsable del caso ha decretado un silencio total sobre el asunto. Pero el doctor Frontela podría decir mucho sobre el tema.

En sus manos está el informe solicitado por el juez que investiga el incendio que ocasionó graves quemaduras a Salvador Dalí. El informe ha sido declarado secreto y dentro de unos días será elevado a la autoridad correspondiente. También aquí se podrían producir sorpresas.

Por último, además de otros casos menores, en manos del doctor Frontela está nada menos que las exhumaciones del famoso crimen de Los Galindos. Frontela es también en esto extremadamente cauto, pero con una media sonrisa afirma: «Sobre este asunto sabemos, a estas alturas, mucho más de lo que algunos creen».

Ahora sólo falta que se levanten los secretos, se eliminen los misterios y para todos -opinión pública incluida- se haga la luz.


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