LA GENTE FUERA DE AQUÍ TIENEN "AVERSIÓN POR LOS VALORES Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTALES"
Edward S. Herman

Znet Selected Reactions and Analyses of Sept. 11 Calamity

Uno de los rasgos más característicos en la cultura estadounidense es la incapacidad o rechazo a reconocerlos los crímenes estadounidenses. Los media has estado reclamando durante mucho tiempo que los japoneses y alemanes admitan su culpabilidad, se disculpen y paguen indemnizaciones.  Pero la idea de que este país ha cometido crímenes enormes, y que los actuales ataques al World Trade Center y al Pentágono pueden tener sus raíces en respuestas a esos crímenes, roza lo inadmisible. En un editorial sobre los recientes ataques (The National Defense, 21 sept.), el New York Times da importancia al final de la Guerra Fría, y al consecuente "resurgir de los odios étnicos", pero lo que no se reconoce en absoluto es que los Estados Unidos y otras potencias de la OTAN contribuyeron a este resurgir con sus propias acciones (por ejemplo,  ayudando a desmantelar la Unión Soviética, y presionando la "reforma" rusa;  alentando positivamente  a que eslovenos y croatas dejaran Yugoslavia, y al desmembramiento de ese estado, sin ocuparse del problema de las minorías que quedaban en la estacada, etc.).

El  Times sigue echando la culpa del terrorismo al "fanatismo religioso...",  "a la cólera de aquellos que han sido dejados atrás por la globalización", y a la "aversión por los valores y la civilización occidentales"  que experimentan los desposeídos del mundo. Las anteojeras y el autoengaño de semejantes afirmaciones son realmente sobrecogedores.  Como si la globalización corporativa, impulsada por el gobierno de EE.UU. y sus aliados más próximos, con la ayuda de la OMC. , el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, no hubiera desatado un proceso de miserabilización en el Tercer Mundo, con recortes presupuestarios, y la ruina para la importación de artesanos y pequeños granjeros. Muchos de estos centenares de millones de perdedores son completamente conscientes del papel de Estados Unidos en este proceso. Es el público estadounidense quien, en general,  ha sido mantenido en la inopia.

También hacen legión quienes han sufrido con las políticas estadounidenses de apoyar  gobiernos de extrema derecha y  terrorismos de estado, en su interés por combatir "los regímenes nacionalistas mantenidos mayoritariamente por llamamientos a las masas", y de amenazar con responder a la "creciente demanda popular de mejoras inmediatas en los bajos niveles de vida de las masas", como temerosamente lo expresaba un informe del Consejo de Seguridad Nacional en 1954, cuyo contenido nunca llegó a ser considerado como "digno de ser impreso". En relación con tales políticas, en la esfera de influencia de Estados Unidos una docena de Estados de Seguridad Nacional vieron la luz entre 1960 y 1970, y tal como Noam Chomsky y yo mismo informamos en 1979, de 35 países que utilizaban la tortura como sistema administrativo a finales de los 70, 26 eran clientes de los Estados Unidos. La idea de que muchas de estas víctimas de la tortura y sus familias, y las familias de los miles de "desaparecidos" en América Latina entre 1960 y 1980 pueda haber cobijado algunos resentimientos hacia Estados Unidos continúa siendo impensable por algunos comentaristas estadounidenses.

Durante la guerra de Vietnam Estados Unidos utilizó su enorme poderío militar para intentar instalar en Vietnam del Sur un gobierno minoritario elegido por Estados Unidos, con sus operaciones militares basadas en el conocimiento de que el pueblo de allí era el enemigo. Ese país mató a millones y dejó Vietnam (y el resto de Indochina) devastado.  Un informe del Wall Street Journal de 1997 estimaba en 500.000 los niños vietnamitas que presentaban serios defectos de nacimiento, como resultado de la utilización que hizo Estados Unidos de armas químicas en aquel país. De nuevo, aquí podría haber una gran cantidad de gente con sentimientos de hostilidad bien fundados hacia los Estados Unidos.

Y lo mismo vale para millones de personas en África del Sur, donde Estados Unidos apoyó a Savimbi en Angola, y llevó a cabo una política de "compromiso implícito" con el apartheid de Sudáfrica, cuando realizó una importante operación terrorista de cruce de fronteras contra los estados de primera línea, en los 70 y en los 80, con innumerables víctimas. El apoyo de Estados Unidos a "nuestra clase de chico" Sukarto,  cuando asesinó y robó en su propio país y en Timor Oriental, y su larga y cálida relación con el dictador filipino Ferdinand marcos, también pueden haber generado grandes cantidades de hostilidad hacia este país, por parte de las numerosas víctimas.

Los Iraníes pueden recordar que Estados Unidos instaló al Shah como dictador sumiso en 1953,  adiestró a sus servicios secretos en "métodos de interrogatorio", y lo elogiaban mientras estaba dirigiendo su régimen de tortura; y seguramente recuerdan que Estados Unidos apoyó a Saddam Hussein  durante los años 80, en la guerra que mantuvo con los iraníes, haciendo la vista gorda al so de armas químicas contra el estado enemigo. Su avión civil 655, destruido en 1988 y en el que murieron 290 personas, fue derribado por un buque de guerra estadounidense comprometido en ayudar a Saddam Hussein en su guerra contra Irán. Muchos iraníes pueden saber que el comandante de aquel barco fue recompensado con la Legión al Mérito en 1990 por sus "servicios destacados" (aunque los lectores del New York Times no lo supieran porque el periódico nunca mencionó este reconocimiento de alto nivel).

El firme respaldo de Estados Unidos hacia Israel mientras este país ha estado llevando a cabo una política a largo plazo de expropiación de la tierra palestina en un enorme proceso de limpieza étnica, ha producido dos intifadas, reflejando con estos levantamientos la desesperación de un pueblo oprimido. Pero estos levantamientos y esta lucha por derechos elementales no tienen consecuencias constructivas porque Estados Unidos da armas para la limpieza étnica, protección diplomática y carta blanca en lo que concierne a la política.

Todas estas víctimas pueden muy bien tener aversión hacia  "los valores y la civilización occidental", pero es porque reconocen que éstos incluyen la despiadada imposición de un régimen neoliberal que sirve a los intereses corporativos transnacionales de occidente, junto con el consentimiento para el uso ilimitado de la fuerza para conseguir los objetivos occidentales. Estos es genuino imperialismo, en ocasiones utilizando sólo la coacción económica, otras veces complementándola con la violencia, pero con muchos millones - quizás incluso billones - de personas como "despreciables víctimas". Los editores del Times no reconocen esto, o por lo menos no lo admiten, porque son portavoces del un imperialismo que está en plena forma y cuyos mandatarios no están preparados para cambiar sus políticas. Es un mal agüero para el futuro. Pero es de gran importancia en estos momentos subrayar el hecho de que el terrorismo imperialista produce inevitablemente respuestas terroristas al por menor, y que la necesidad más urgente es reprimir la fuerza causal, que el imperio que todo lo destroza a su paso.


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