Diario 16. Viernes, 1 de agosto de 1997.

Cócteles asesinos (3).

El 15 y el 26 de julio se explicó cómo funcionan los dos tipos de medicamentos que componen los tan promocionados «cócteles». Se vio que los «nucleósidos análogos» (AZT-Retrovir...) impiden loa división celular al bloquear el ADN, y frenan la formación de energía al dañar las mitocondrias, por lo que son tendencialmente mortales a medio plazo. Y se demostró que los «inhibidores de proteasas» (Indinavir-Crivixan...) impiden el metabolismo vital al bloquear la formación y eliminación de las proteínas, por lo que también son tendencialmente mortales a medio plazo. Los científicos críticos advirtieron de este peligro desde los inicios. Sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación sacan titulares en los que se insinúa la victoria sobre el sida y recogen declaraciones de los especialistas oficiales del «sida» en las que explican que obtienen unos magníficos resultados, y que gracias a esos cócteles el sida está a punto de convertirse en una enfermedad crónica al estilo de la diabetes. Y afirman que para ello hay que aplicar la norma del Dr. Ho: «Golpear rápido y fuerte», es decir, administrarlos en seguida y en grandes dosis.

¿Cómo es posible que haya dos interpretaciones y valoraciones tan opuestas por parte de dos grupos de científicos y médicos, en principio ambos cualificados? La respuesta es clave para entender qué está ocurriendo no sólo en el campo del sida. Y para que se abra el debate que los críticos piden desde hace años. Y para que las personas que están sufriendo las consecuencias de haber recibido un diagnóstico-vudú puedan beneficiarse de tratamientos no-agresivos (recuperadores mitocondriales, antioxidantes, antiproteasas naturales...). 


¿Disminuye la carga viral?.
En realidad, los tests indican que baja la actividad biológica y que el camino que se está siguiendo lleva a la muerte.

Lluís Botinas.Lluís Botinas/Barcelona.

En la inmensa mayoría de casos, los médicos hospitalarios del «sida» afirman que los cócteles sientan bien porque hacen bajar lo que consideran la «carga viral del VIH» de quien los toma. E insisten en que son beneficiosos aunque el ingerente no se sienta mejor o incluso afirme abiertamente que se encuentra peor desde que toma los cócteles. Responden: «Lo importante es que tu carga viral ha bajado. Pronto dejarás de tener molestias porque tu cuerpo se acostumbrará».

En los capítulos X y XI expliqué que esa «carga viral» oficial no puede medir ni virus alguno, ni cantidad de virus alguna. Luego tampoco puede indicar que ha descendido el número de ejemplares del inexistente «VIH» en la sangre de una persona...

Pero la técnica PCR efectivamente mide en la persona algo que sube o baja de una medición a otra. ¿Qué es eso que mide la PCR?.

La pregunta se responde por sí sola cuando se sabe lo esencial de cómo actúa la PCR, y también de cómo funciona el cuerpo humano.

En unas condiciones muy precisas de temperatura y otras, la PCR permite multiplicar millones de veces trocitos de entre 200 a 1.000 letras genéticas de ADN, y sólo de ADN, aprovechando la capacidad de sintetizar hebras complementarias que únicamente tiene el ADN.

¿Qué indica la carga viral?.

Pero resulta que el «VIH» diseñado por Gallo y Montagnier es de ARN. Luego la primera operación que tiene que hacer la versión de PCR utilizada es transcribir el ARN que hay en el plasma y que consideran que es del «VIH», en ADN. Entonces actúan la capacidad de la PCR para multiplicar exponencialmente ADN, y al final se obtiene una cantidad de ADN que es directamente mensurable. Y este ADN es considerado «ADN del VIH» por definición, sin secuenciarlo. Finalmente, a partir de la cantidad resultante de «ADN del VIH» se estima cuál era la cantidad de «ADN del VIH» que había al inicio. A continuación se considera que cada «ADN del VIH» es transcripción de un «ARN del VIH», y finalmente, como que el diseño oficial del «VIH» dice que tiene dos trozos iguales de ARN, aplican la regla «dos trozos de ARN=un VIH» y creen obtener... ¡el número de ejemplares de «VIH» que estaban al inicio! Y llaman «carga viral» a eso por mililitro de sangre.

Así, pues, trozos de ARN que están en la sangre se ven convertidos, por el uso y la interpretación erróneos que los oficialistas hacen de la PCR, en «ejemplares del VIH».

Pero en realidad en la sangre hay muchísimos trozos de ARN, aunque no haya los que no pueden provenir del inexistente «VIH»...

En efecto, en muchas de las dies mil reacciones bioquímicas que permanentemente tienen lugar en cada una de nuestros diez billones de células, intervienen trozos de ARN. Además, el reciclaje del billón de células que diariamente se nos muere, implica la formación de un número enorme de trozos provenientes de los distintos tipos de ARN que en gran número contiene cada una de ellas.

Y también hay trozos de ARN debidos a los numerosos desajustes y mecanismos de reparación que tiene el cuerpo humano. Por todo esto, inevitablemente hay en la sangre siempre trozos de ARN. Más viviendo en una sociedad tan desestabilizadora como la occidental moderna. Más aún si la persona está en una situación de estrés por causa nutritiva, tóxico-medicamentosa, infecciosa, traumática o psicológica. Aún más si tiene problemas hepáticos, pues cada célula del hígado tiene miles de enzimas cuya formación requiere ARN, y resulta que el 95% de personas etiquetadas tienen hepatitis. Y ya para colmo, en toda célula humana no infectada hay cientos o incluso miles de secuencias similares a las de los llamados «retrovirus», que son denominadas «secuencias endógenas».

Gran parte de estos trozos de ARN son los que se ven convertidos por el tramposo uso que los seguidores del Dr. Ho hacen de la PCR, en «ejemplares del VIH medidos con la carga viral».

Gripe y «VIH».

Algunos hospitales se han dado cuenta de ello, aunque probablemente le den otra explicación. Queda claro por el hecho de que consideran que los resultados de «carga viral» no son válidos si la persona está resfriada, lo cual significa reconocer que por tener el «virus de la gripe» aumenta... ¡La carga viral del VIH! Lo mismo se recoge en artículos científicos en los que se informa de que ser vacunado de la gripe hace incrementar la «carga viral»...

Estamos ahora en condiciones de entender que es lógico que al empezar a tomar un cóctel, diminuya la «carga viral». En efecto, los dos tipos de venenos que contienen el cóctel producen una disminución de la actividad general biológica de la persona. En consecuencia, en su sangre se hallará menos ARN. Por lo tanto, la PCR transcribirá menos ARN en ADN, y tendrá menos ADN para multiplicar. Luego la próxima medida dará una cantidad inferior de «carga viral». Y al cabo de cinco o seis, puede que ni arranque, por lo que dirán que «hay tan poco VIH que es indetectable». Los médicos estarán contentos. Y sus pacientes, más cerca de la catástrofe... 


Algunos extractos de revistas científicas.

En diversas publicaciones de prestigio han ido apareciendo sucesivamente distintos artículos que ponen en entredicho la versión oficialista acerca del tema. Estos son algunos ejemplos:


Otros criterios falsos comúnmente aceptados.
Se interpretan erróneamente hechos como «subida de T4», «recuperaciones espectaculares» o «descenso de mortalidad».

Lluís Botinas/Barcelona.

El segundo marcador indirecto utilizado es «el número de T4». Se dice que sube al tomar los cócteles, lo cual es erróneamente presentado como que aumentan las defensas. En anteriores artículos he explicado que la inmensa mayoría de linfocitos T no están en sangre sino en médula ósea, ganglios y tejido básico, y que, a escala individual, la cifra de «T4» carece de valor diagnóstico alguno.

Pero lo decisivo para el tema de hoy es que la entrada de antígenos (microbios, tóxicos...) en el cuerpo hace que parte de los linfocitos T que están replegados entren en el torrente sanguíneo a fin de investigar qué ocurre. Esto explica ahora para los cócteles lo que ya hace años explicaba para el AZT-Retrovir: que al empezar a tomar estos venenos, haya aumento en el recuento en sangre de los que los oficialistas llaman «T4», dato que presentan como una mejoría. En realidad, si el envenenamiento persiste, el esfuerzo se vuelve insostenible, y al cabo de unos meses la persona cae en picado. Esto se conoce para el AZT, y se está confirmando para los cócteles.

National Institute of Health (NIH).Es ilustrativa la observación de la Dra. Birx, del «Walter Reed del Ejército USA», incluye en un informe acerca del fracaso de una vacuna experimentada. Explica que el diseño original del estudio sólo incluía los «T4» como criterio de evaluación, pero que se añadió la evolución clínica por exigencia de los NIH. Y comenta: «Menos mal que lo hicimos así, porque aunque hubo en recuentos de T4 lo que algunos considerarían cambios estadísticos favorables, ninguno se tradujo en una alteración positiva en el progreso de la enfermedad. Si hubiéramos proseguido tan sólo con criterios indirectos, podríamos haber interpretado mal la prueba» («Lancet», 247, 27 de abril de 1996).

Además, las contradicciones entre «carga viral» y «recuento de T4» son tan fuertes entre sí y con los modelos de «VIH» y de «sida» usados, que los estudios publicados normalmente dan los datos de una u otra magnitud, pero no de ambas.

¿Recuperaciones espectaculares?.

En una minoría de casos, casi exclusivamente en personas muy deterioradas, hay una mejoría evidente porque el enfermo recupera una cantidad considerable de kilos y su capacidad de actuar. En muchos de estos casos, ya estaban tomando AZT u otros nucleósidos análogos y se ha introducido un inhibidor de proteasas.

Por mi parte, descarto totalmente la explicación oficial, basada en que se bloquearía la formación del inexistente «VIH». Y aún más cuando se sabe que científicos oficiales reconocen que «un efecto intrínseco citopático -destructor de células- por parte del VIH ya no es creíble» («Nature», 12 de enero de 1995).

Entonces, ¿qué ocurre?. He aquí una posible combinación de factores que constituyen una explicación mucho más coherente:

  1. Si a un paciente terminal se le dice que va a tomar un producto nuevo que da unos resultados fabulosos, puede recuperar la ilusión de vivir. Y esto cualquier médico sabe que es decisivo.
  2. El metabolismo de una persona que está muy mal es catabólico. Es decir, su cuerpo destruye más células que las que forma. Los inhibidores de proteasas impiden el metabolismo celular. Luego en esta situación, lo que bloquearán es el catabolismo existente. El enfermo dejará de perder peso y fuerza.
  3. Las personas etiquetadas están sometidas a un estrés permanente, y más si se hallan en situación grave, por lo que generan constantemente cortisol. El hipercortisolismo inhibe la formación de proteínas. Al reducirse el estrés al empezar el nuevo «tratamiento maravilloso», baja el nivel de cortisol y se vuelven a formar proteínas. El enfermo ganará peso y fuerza.
  4. Si «el sida es una enfermedad autoinmune», como afirman el Dr. Hassig y otros, es lógico que al tomar unos cócteles que dañan el inmunidad se detenga el proceso autodestructivo. El enfermo mejorará.
  5. Es posible que el inhibidor de proteasas interfiera en el funcionamiento de los nucleósidos análogos en su tarea de impedir la división celular. El enfermo sufrirá menos daños.
  6. En algunos protocolos, al incluir un inhibidor de proteasas se disminuye la cantidad de los nucleósidos análogos que se estaba administrando, por lo que el cuerpo tiene un respiro. El enfermo mejorará.
Felicito a las personas que han tenido la fortuna de que estos (y/u otros) factores les permitiese salir de la grave situación en que se encontraban, y me alegro por ellas. Pero deben saber que si no aprovechan la ocasión para cambiar de orientación y de tratamiento, la mejoría será tan sólo transitoria de manera tendencialmente inevitable. Conocer cómo funcionan estos cócteles y aprender que hay inhibidores naturales de las proteasas (agar-agar, cartílago,...) que actúan de otra forma sin efectos perniciosos, puede abrir la puerta que lleve a su recuperación definitiva... Y a evitar que la exhibición de estos casos sea utilizada para justificar el envenenamiento de la mayoría.

¿Descenso de la mortalidad?.

Este es otro de los resultados maravillosos que los expertos oficiales atribuyen, sin argumento alguno, a los cócteles. Sin embargo:

  1. En 1993 hubo bastantes menos casos de sida que el año anterior; aquel descenso puede ser la causa de que en 1996 y ahora fallezcan menos personas con la etiqueta de «muerto de sida».
  2. Se saca la conclusión de ensayos en los que han muerto menos personas en grupos que tomaban cócteles que en grupos que sólo recibían nucleósidos análogos (jamás se han hecho ensayos contra placebo, los únicos válidos), y de comparar muertes ocurridas ahora con las previstas en las proyecciones absolutamente exageradas que se hizo anteriormente.
  3. Otros factores: «En la ciudad de New York (...) en 1996 los «muertos de sida» bajaron un 30%. Pero los oficiales responsables de la salud no lo atribuyeron al uso de los «inhibidores de proteasas», ya que la tasa de muertes comenzó a bajar antes de introducirlos. Se supone que los motivos fueron mejores prácticas generales de salud y un tratamiento más efectivo de las enfermedades oportunistas («Science» 275, enero del 1997).
¿Otras ventajas?.

Los cócteles impiden el funcionamiento biológico. También en los microorganismos. En un retraso de las erroneamente llamadas «enfermedades oportunistas», esto se puede traducir en el mencionado retraso. E interpretarse como que mejora la calidad de vida. Y puede que haya menos ingresos hospitalarios, lo cual compense el aumento de gasto en los nuevos medicamentos. Pero todo esto se invertirá en cuestión de poco tiempo. Tendencialmente, se acabarán imponiendo los efectos destructivos de estos cócteles venenosos.


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