Diario 16. Martes, 15 de julio de 1997.

¿Cócteles asesinos?.

La oficial XI Conferencia Internacional de Sida, celebrada en Vancouver en julio de 1996, significó la consagración de las terapias combinadas más conocidas como cócteles. Los aparatos de propaganda de algunas multinacionales farmacéuticas manipularon el multitudinario encuentro y consiguieron que se impusiese la criminal recomendación «golpear rápido y fuerte». Rápido: en cuanto a alguien le pongan la etiqueta de seropositivo (algunos «especialistas» incluso proponen comenzar mientras se esperan los resultados), empezar ya a administrarle los cócteles. Fuerte: administrárselos en grandes dosis. Y eso incluso en personas absolutamente asintomáticas, es decir, perfectamente sanas pero que han tenido la desgracia de dar positivo a unos tests que son una chapuza, por lo que carecen de toda validez diagnóstica. En cuanto se conoce cómo funcionan los dos «medicamentos» que componen estos cócteles, se comprende que son tendenciosamente mortales a medio plazo. En efecto: los «nucleósidos análogos» (engañosamente presentados como «inhibidores de la transcriptasa inversa») impiden la división celular y destruyen las mitocondrias, mientras que los «inhibidores de las proteasas» (tramposamente presentados como «inhibidores de la proteasa», en singular) impiden el metabolismo celular. Tendencialmente, la combinación de ambos llevaría a la tumba a la persona más sana del mundo, y ello en unos pocos años. Abordamos hoy la actuación nefasta de cada uno de los componentes, dejando para la próxima semana la explicación de lo erróneo de los criterios usados oficialmente para justificarlos, de porqué es posible que a algunos terminales les haya permitido recuperarse espectacularmente en pocas semanas, y de porqué se insiste en que no dejen de tomarse ni un solo dia. 


Los «nucleósidos análogos» impiden la división celular.
AZT-Retrovir, ddI-Videx, ddC-Hivid, 3TC-Epivir... bloquean la síntesis de ADN y matan las células.

Lluís Botinas.Lluís Botinas/Barcelona.

¿Qué son los cócteles? Con la denominación «cócteles» se ha popularizado lo que técnicamente se llama «terapia combinada», constituida normalmente por tres medicamentos (triterapia). Suelen ser dos productos de la primera familia de medicamentos oficialmente reconocidos contra el sida, los «nucleósidos análogos», y uno de la segunda, los «inhibidores de las proteasas». Oficialmente, ambas familias son presentadas como anti-VIH que actúan en dos momentos distintos de lo que se ha diseñado como ciclo vital de un supuesto virus VIH del que seguimos premiando las pruebas científicas de que exista...

Los nucleósidos análogos son justificados diciendo que actúan supuestamente de forma selectiva sobre las células supuestamente infectadas por el supuesto VIH impidiendo que se dividan, con lo que también se evitaría que se pudiese multiplicar el «temible VIH».

Los inhibidores de proteasas son justificados diciendo que actúan supuestamente de forma selectiva sobre la supuesta proteasa del VIH impidiendo que pueda actuar, con lo que no se podrían formar las supuestas proteínas de la supuesta envoltura del supuesto VIH, por lo que no se constituirían nuevos ejemplares del «peligrosísimo VIH».

¿Qué son los «nucleósidos análogos»?.

Son nucleósidos obtenidos y marcados químicamente diseñados de forma que sean análogos a uno de nuestros nucleósidos naturales. Si a la hora de sintetizarse los hilos complementarios de ADN cuando la célula tiene que dividirse, un nucleósido químico ocupa el lugar de uno natural, queda bloqueada dicha síntesis, por lo que la célula no podrá dividirse y acabará muriendo. Esta estrategia podía tener algún sentido en el caso del cáncer, pero es totalmente irracional en el caso del sida.

Es muy ilustrativa la historia del AZT. Inventado en 1964 contra el cáncer, al llegar a los experimentos con animales se vio que era tan tóxico que no llegó a aplicarse a personas (excepto de forma experimental minoritaria). Pero en el cuadro del sida fue reconocido en 1987 con el nombre comercial de Retrovir como primer tratamiento oficial contra el sida (probablemente para continuar los experimentos a gran escala). Y no es una metáfora o exageración decir que el AZT es un veneno: la multinacional Sigma lo sigue vendiendo, para uso exclusivo en laboratorio y nunca como medicamento, en una caja en la que están dibujadas una calavera y unas tibias cruzadas, y con indicaciones claras de su mortal peligrosidad.

Y el grito de alerta ante el AZT-Retrovir es totalmente extensible al resto de productos de la primera familia (ddI-Videx, ddC-Hivid, 3TC-Epivir...) puesto que todos funcionan por el mismo principio: impedir la división celular bloqueando la cadena de ADN.

La pregunta miles de veces formulada por los críticos y nunca respondida por los oficialistas es la siguiente: ¿Cómo unas sustancias que impiden la división celular y que se toman día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año, pueden ser beneficiosas para nadie?

La respuesta es definitiva cuando se saben cosas como las siguientes:

  1. Cada día se nos muere aproximadamente un billón de células que son sustituidas por nuevas células que vamos formando constantemente. Si se hace tomar uno o más productos que impiden la división celular, se frenará el reemplazo de células, y la persona irá perdiendo, entre otras cosas, masa muscular. Ahí radica la principal razón de la imagen esquelética típica de quién nos es presentado como muerto de sida. (Otra razón es el consumo de drogas que por lo menos el 70 por ciento de ellos han hecho).
  2. Los nucleósidos análogos también dañan las mitocondrias de nuestras células, encargadas de formar la molécula energética ATP.
Luego la respuesta lógica y biológica sólo puede ser una: Es tendencialmente imposible que estos nucleósidos análogos puedan resultar beneficiosos a nadie.

No es de extrañar que se pretenda engañar presentándolos como «inhibidores de la transcriptasa inversa», cuando no hay prueba alguna de que actúe a nivel de dicho enzima que, todo ello según el ficticio modelo oficial, el VIH portaría a fin de poder transcribir su ácido nucleico ARN en ADN viral que se situaría dentro del ADN de la célula. 


Tendencialmente.

La vida es enormemente compleja, e igualmente cada uno de los innumerables equilibrios en que se basa. Ni en biología ni en medicina existe el ciento por ciento. Todos somos distintos unos de otros, y lo que le sienta muy mal a una persona no tiene por qué sentarle tan mal a otra.

Pero sí existen unas reglas biológicas que son comunes a todos, aunque su forma de concretarse sea distinta en cada persona, que establece un equilibrio de conjunto exclusivo sencillamente donde puede dentro de donde le dejan.

Un ejemplo de regla básica es que la formación y distribución de la cantidad de energía adecuada a cada cual, es imprescindible para vivir. Aproximadamente el 95 por 100 de la energía que utilizamos es elaborada, en forma de moléculas de ATP, en las mitocondrias celulares. Luego es decisivo el buen funcionamiento de las numerosas mitocondrias que tiene cada célula. Pero resulta que las mitocondrias, aunque están integradas endosimbióticamente en la célula, son bacterias, por lo que resultan dañadas y finalmente muertas por los antibióticos, cuya función precisamente es matar bacterias. Además, está demostrado que también los antivirales AZT, ddI, ddC, aciclovir, etc. dañan las mitocondrias. Luego tanto los tratamientos presentados como preventivos, como los presentados como antivirales, impiden la formación de la energía necesaria para vivir. Lógicamente, la persona acabará muriendo por energiadeficiencia.

¿Puede haber excepciones? Probablemente sí, de igual manera que cuando se hacen experimentos con ratas sometidas a radiaciones a dosis letales a veces hay una rata del lote que no muere, y los científicos no tienen explicación para ello.

Aunque existan excepciones, los cócteles son tendenciosamente mortales a medio plazo. Uso la palabra «tendenciosamente» para señalar que puede haber excepciones a la regla. Y ojalá haya muchas. Ello no suaviza el hecho de que sea criminal administrar estos venenos. 


Los «inhibidores de las proteasas» (1).
Impiden el metabolismo celular y orgánico.

Lluís Botinas/Barcelona.

El cuerpo humano tiene unos cien billones de células. Cada célula es un mundo en el que constantemente tienen lugar unas diez mil reacciones bioquímicas; parte importante de las cuales son para la formación de las nuevas proteínas que precisa la célula y la eliminación de las que han cumplido su función.

La mayor parte de estas reacciones son realizadas gracias a la intervención de enzimas de numerosos tipos. Los enzimas son una gran clase de proteínas. Las proteínas son largas cadenas de aminoácidos, tridimensionales en plantas y animales, pero lineales en bacterias. Hay vientiún aminoácidos distintos constitutivos de las proteínas, lo cual explica la gran cantidad, variedad y clases de proteínas existentes.

Las proteasas son un tipo de proteínas de la clase enzimas cuya misión es dividir las proteínas. Esta división es necesaria cuando:

  1. se forman proteínas largas que deben ser cortadas para que las proteínas más cortas resultantes puedan cumplir sus tareas;
  2. se ingieren proteínas (por ejemplo, al comer) y deben de ser digeridas (cortadas);
  3. deja de ser necesaria una proteína (por ejemplo, una enzima) y debe ser descompuesta en trozos más pequeños;
  4. muere la célula y tiene que ser recliclada para aprovechar lo aprovechable y eliminar lo no aprovechable...
El papel de las proteasas es decisivo para la vida de cada célula y, en consecuencia, de cada tejido, órgano y, finalmente, ente vivo.

Hay dos grandes tipos de proteasas:

  1. las inespecíficas: actúan paso a paso, es decir, cortan la proteína que debe ser reciclada en aminoácido tras aminoácido;
  2. las específicas: cortan por un aminoácido determinado, y ello siempre que la secuencia formada por algunos anteriores y otros posteriores sea la adecuada.
¿Qué son los inhibidores de proteasas?.

Son otro tipo de enzimas naturales cuya función es desactivar el funcionamiento de las proteasas. Así, acabada la digestión de lo comido, la acción de la pepsina y de otras proteasas digestivas debe ser silenciada. En consecuencia, se activa la antipepsina y antiproteasas que inhiben su funcionamiento.

Ya a nivel de cada célula hay un equilibrio complejísimo entre proteasas, inhibidores de proteasas y activadores de proteasas y activadores de proteasas todos ellos naturales, habiendo cientos de cada tipo.

¿Proteasa del VIH?.

Quienes siguen este debate sida saben, a falta que se presenten las pruebas solicitadas, que el VIH no existe. Luego es pura ciencia-ficción destructiva todo lo referente a una supuesta proteasa del VIH y a cómo actuar para inhibirla... Pero los retrovirólogos doctores Gallo, Montagnier,... fueron diseñando un (cambiante) modelo de VIH que fue y sigue siendo acríticamente aceptado por los oficialistas.

El modelo dominante de VIH afirma que contiene en su interior una proteasa que es la encargada de dividir la proteína larga que, nos dicen, «se forma cuando el ADN-viral pone a su servicio la maquinaria bioquímica de la célula que infecta». Esta proteína larga debe ser cortada en varios trozos que constituirán las diez proteínas que el modelo dice que tiene el VIH. Oficialmente se reconoce que no ha sido posible aislar la proteasa del VIH. Pero la pseudociencia del sida no se detiene por este tipo de situaciones. Han obtenido genéticamente «algo» que presentan como «proteasa del VIH». Se informó de que la «proteasa del VIH» es una proteasa-aspartato porque corta las proteínas precisamente en enlaces donde está el aminoácido llamado ácido aspártico. Y también se informó de la sorpresa experimentada por los investigadores al descubrir que la «proteasa del VIH» es muy parecida a la pepsina, una proteasa digestiva que está en el estómago humano. A partir de estos datos se comenzó a diseñar antiproteasas para esta también diseñada «proteasa del VIH».

¿Inhibidores específicos de la proteasa del VIH?.

En enero del 1996 los departamentos comerciales de las empresas que invirtieron en diseñar «inhibidores de la proteasa del VIH» consiguieron resolver lo que sus laboratorios no habían logrado en una década. Los medios de comunicación cubrieron a bombo y platillo la Tercera Conferencia sobre Retrovirus y Enfermedades Oportunistas, celebrada en Washington. Se presentó una veintena de artículos elaborados exclusivamente por científicos pagados por los laboratorios, que no habían sido publicados ni lo fueron después en revista científica alguna, y que afirmaban muy buenos resultados -jamás contrastados- obtenidos aplicando inhibidores de proteasas. El siguiente paso fue la aparición de dos artículos en Nature. El salto a la fama temporal tuvo lugar en la ya mencionada XI Conferencia en Canadá, que «casualmente» fue precedida un mes antes por un acuerdo entre las doce principales multinacionales farmacéuticas a fin de colaborar en el campo del sida. Y la mayoría de medios de comunicación ha actuado de inconsciente (¿o no?) caja de resonancia...

Pero hay un dato oficial que resulta definitivo y que por sí sólo descalifica todas las proclamas oficialistas. Los investigadores oficiales aseguran que la por ellos diseñada «proteasa del VIH» corta en varios sitios distintos la proteína precursora de las proteínas del VIH sobre la que nos dicen que actúa. He encontrado cifras entre ocho y diez, aunque quizá lo lógico sería nueve teniendo en cuenta que el VIH fue inventado teniendo diez proteínas en su envoltura. Se trata de una nueva «primera vez» de la pseudociencia del sida...

Pero esta imposible inespecifidad va acompañada de la proclamación de una especifidad que también es imposible. Se pretende que los «inhibidores de proteasa» comercializados actúan única y exclusivamente sobre la «proteasa del VIH». Esto es imposible.

Lo veremos la próxima semana, junto con la forma de actuar de los «inhibidores de proteasas» que se están administrando en los hospitales. Ello permitirá comprender que su actuación destructiva sobre el metabolismo celular y orgánico los convierte probablemente en más peligrosos que el propio AZT-Retrovir...

También veremos cómo son erróneos los criterios oficiales aplicados para decir que los cócteles resultan beneficiosos. Y dos cuestiones prácticas claves: por qué en algunos casos muy avanzados pueden provocar mejoras espectaculares transitorias, y por qué los oficialistas insisten en que los cócteles deben tomarse sin un solo dia de interrupción.


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