Diario 16. Martes, 10 de junio de 1997.

Médico y seropositivo.

La semana pasada publicamos tres testimonios como primeros argumentos humanos que comprementan los argumentos científicos formulados en las entregas anteriores. El doctor Manuel Garrido reúne ambos tipos de argumentos desde el momento en que es médico y, al mismo tiempo, hace diez años que lleva la etiqueta de seropositivo. Es la primera persona que combina ambas condiciones y que las hace públicas desde un enfoque crítico.

Son particularmente significativos los datos que da respecto a la actitud de los médicos a los que ha transmitido los resultados de sus investigaciones. Parece que la mayoría de científicos de hoy en día se caracteriza por una actitud pasiva que les hace aceptar acríticamente no ya lo que llega por los canales jerárquicos sino por los mediáticos, convenientemente engrasados por las oficinas de relaciones públicas de las multinacionales farmacéuticas. 


Manuel Garrido Sotelo es un médico gallego de 43 años al que en junio de 1987 le pusieron la etiqueta de seropositivo. Ha vivido el tema sida desde dos ángulos complementarios, lo que le ha llevado al convencimiento de que la inmunodeficiencia adquirida obedece a diversas causas que nada tienen que ver con el VIH, y de que se trata de un problema solucionable desde el punto de vista médico. Pero si las soluciones continuasen silenciadas, no se podría acabar con el sida. De ahí su interés en que se rompa el silencio que rodea a los planteamientos críticos. Una forma de lograrlo es consiguiendo que científicos de distintos ámbitos pidan que tenga lugar una reevaluación de la hipótesis oficial VIH=SIDA. Fruto de su iniciativa personal es el «Grupo Científico-Médico Pro Replanteamiento del SIDA». 
Manuel Garrido. Médico y seropositivo desde hace 10 años.

El especialista afirma no tener problemas serios de salud, a excepción de una anemia padecida en 1989, debido a la vida destructiva que llevó al ser etiquetado en 1987, y comenta que «de existir el virus, tendría que haberme matado hace años».

Un médico toma posición.

Gallego de 43 años, y «etiquetado» como seropositivo, Garrido opina que el síndrome no tiene nada que ver con el VIH.

Lluís Botinas.Lluís Botinas/Barcelona.

Diario 16. ¿Cuál es su opinión acerca de la actual visión oficial sobre el sida?.

Manuel Garrido. Creo que las cosas se enfocaron mal desde el principio, atribuyendo un origen infeccioso común a una serie de problemas de tipo crónico, producidos por causas diferentes. Las intoxicaciones persistentes por ciertas drogas -heroína, cocaína, alcohol, etc.-, la desnutrición, las infecciones repetidas y/o graves, los problemas serios de hígado y riñón, las trasfusiones repetidas de sangre, los agentes que afectan a la médula ósea (donde se forman las células de la inmunidad), como son las radiaciones y los citostáticos (los fármacos utilizados contra el cáncer), el uso prolongado de ciertos medicamentos, como antibióticos y corticoides, etc., son factores generadores de inmunodeficiencia adquirida. Todos los mecionados figuran como tales en los textos de medicina.

La supuesta epidemia provocada por un supuesto virus mutante, el VIH, no es en realidad más que el incremento de los viejos factores conocidos que provocan inmunodeficiencia. En resumen, se han juntado un montón de problemas médicos, que poco tienen que ver entre sí, y los han pegado malamente bajo una causa común, el VIH, a base de introducir un montón de suposiciones que nadie ha probado.

¿Qué razones le llevaron a interesarse por los planteamientos de los científicos disidentes?.

Fue sobre todo mi propia condición de seropostivo. Otra razón fue el hecho de saber que había opiniones científicas discrepantes, sostenidas por científicos relevantes. Lo digo porque la práctica totalidad de mis colegas, incluso especialistas, no saben siquiera que existen visiones científicas muy autorizadas, diferentes de las que han venido oyendo. Una cosa muy importante, a propósito de estas condiciones discrepantes, es que no plantean nada que no haya sido dicho antes. Fue decisivo para mí el hecho de comprobar que estaban siendo censurados, boicoteados y desprestigiados por el establishment del sida.

Mi sorpresa inicial dio paso a la indignación. Aquella actitud, inaceptable en ciencia, junto a la propia coherencia de los argumentos críticos, comparados con los escasos y cambiantes, aunque siempre machaconamente repetidos, argumentos de los defensores de la hipótesis oficial, fue lo que terminó por convencerme. Es un hecho puro y simple que los expertos oficiales del sida, a pesar de su gran número y sus enormes medios, no son capaces de rebatirlos mediante argumentos y tienen que recurrir a la censura y a la represión.

¿Ha tenido problemas serios de salud?.

No, en absoluto, si exceptuamos una anemia que tuve en el 1989. Y ello es bastante extraño. Tras comunicárseme que era seropositivo, inicié una vida, que duró cinco años, que no tenía nada de saludable sino todo lo contrario, y que fue, como la de cualquier seropositivo, un auténtico infierno individual. Bebía mucho, me alimentaba fatal y era como si no tuviera ninguna motivación para vivir. De hecho, la anemia que tuve fue debida a una hemorragia digestiva producida por el alcohol. De existir ese virus, tendría que haberme matado hace años.

¿De qué cree que se muere la gente, entonces?.

He visto que entre los científicos críticos no hay una opinión unánime al respecto, si bien todos están de acuerdo en que el VIH no produce el sida. Probablemente, el sida, que es una mala redefinición moderna de un viejo problema, obedece a distintas causas combinadas. De hecho, se aprecia que la mayoría de la gente se recupera corrigiendo estas causas. Ahora bien, coges a una persona sana, le dices que es portadora y trasmisora de un virus mortal, le das una medicación que en realidad es inmunosupresora, como se explicará, y ya tienes de qué están muriendo muchas personas. Aunque no todas, en particular las que pronto rompen con esta rueda infernal.

¿Cómo respiran sus colegas médicos en relación a esta polémica?.

Existe una gran desinformación entre ellos. Sería raro lo contrario, pues las opiniones científicas discrepantes han venido siendo excluidas de la literatura científica médica habitual todos estos años, así como de los medios de comunicación. Los científicos críticos vienen siendo sistemáticamente excluidos de esos descomunales congresos internacionales sobre el sida. Por mi parte, he intentado durante los últimos años interesar en el tema a casi un centenar de colegas, facilitándoles trabajos fotocopiados de estos científicos. Ha sido un fracaso ya que, con raras excepciones, el desinterés es la tónica. Tuve que dejar de hacerlo, decepcionado, pues era una ruina económica.

Se supone que los médicos deberían ser los primeros interesados en estar informados sobre el tema.

Peter Duesberg.Comprendería que no se concediera mayor importancia a lo que puede decir un médico del montón, como yo lo soy. Pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de científicos de gran talla. Por ejemplo, de Peter Duesberg, considerado desde hace años una de las autoridades mundiales en el campo de los retrovirus y que había sido propuesto por las autoridades norteamericanas como candidato al Nobel hasta que en 1987 se atrevió a cuestionar el dogma VIH=SIDA. O de Kary Mullis, Nobel de Química del 1993 por descubrir la técnica más avanzada para detectar y multiplicar información genética en forma del ácido nucleico ADN del origen que sea, vírico o no. Podría seguir, pero sé que debo abreviar. Hay luego una cosa que está dando pie a la impunidad por parte de los especialistas a la hora de su malpráctica médica, y es que los médicos nunca han tenido unos pacientes tan avergonzados y sumisos como los llamados enfermos de sida, y sus propias familias no están nada inclinadas a querer saber de qué fallecen, si por un virus o por el tratamiento. Al final, el VIH carga con todas las culpas de lo que son tres elementos destructivos: un diagnóstico terrorífico que le quita a la gente su esperanza en el futuro, un pronóstico mortal que no tiene justificación y, sobre todo, unos tratamientos que en pocos meses enfermarían gravemente a cualquier sano y a los que es imposible sobrevivir a largo plazo.

¿Qué hay de los especialistas del sida?.

Tanto los especialistas de las unidades de seguimiento hospitalarias del sida como los Nájeras, Clotets y demás expertos oficiales, se han acostumbrado a que nadie cuestionara su trabajo. A pesar del hecho indudable de que no han conseguido una sola remisión clínica completa, en definitiva, ninguna curación de un enfermo de sida, han sido reverenciados, adulados y tratados como autoridades. Ellos llaman ciencia a lo que se publica en las revistas, y lo que se publica en las revistas está escrito por ellos, como muy perspicazmente ha señalado Mullis. Desde su punto de vista, comprendo que lo mejor que pueden hacer es seguir ignorando, censurando y desprestigiando a los científicos que no piensan como ellos, mientras sigan disponiendo, claro está, a su antojo de los medios de expresión públicos. Esto les está dando muy buen resultado por ahora, aunque no sea ni más ni menos que la táctica del avestruz.

¿Qué opina acerca de los tratamientos oficiales actuales?.

Si el sida es el debilitamiento, por las causas que sean, del organismo frente a las infecciones, un tratamiento que sea correcto debe corregir ese debilitamiento. Los tratamientos oficiales con «nucleósidos análogos» -AZT-Retrovir, ddI-Videx, ddC-Hivid, 3TC-Epivir, etc.- y con antibioticoterapias preventivas de larga duración, no sólo no ayudan a corregir el debilitamiento sino que lo agravan, al tiempo que producen grave inmunodeficiencia en quien no la tenía previamente. En efecto, hace muchos años que tanto los citostáticos -los «nucleósidos análogos» son un subtipo- como el uso de antibióticos por períodos prolongados, están documentados como causa de inmunodeficiencia en los libros de texto de medicina.

Siendo así ¿por qué los médicos los recetan?.

La razón es que estos venenos celulares -como también se designa en Farmacología elemental a los citostáticos- están supuestamente avalados por pretendidos estudios objetivos -ensayos clínicos- que demostrarían su supuesta utilidad en los enfermos de sida. Lo que no se hace público es el aspecto económico. Resulta que los ensayos los pagan las propias multinacionales interesadas en que sus productos sean reconocidos como medicamentos, y ya se sabe que «Quien paga, manda». Tengo referencias de la existencia de documentación que demuestra concluyentemente que los ensayos clínicos usados para lograr el reconocimiento del AZT-Retrovir en 1987, fueron fraudulentos y tendrían que haber sido descalificados.

En lo que se refiere a los nucleósidos análogos, es imposible creer en sus beneficios ya que su función es precisamente impedir la división celular. Por esto los citostáticos son conocidos por su capacidad de provocar anemias, descenso de plaquetas y leucopenias, entre otros daños. En un primer momento, tras la administración de estos tóxicos, se ha visto que provocan una estimulación transitoria del sistema inmune, pero ello es debido precisamente a su fuerte toxicidad, que genera una reacción defensiva que hace que más linfocitos T afluyan al torrente sanguíneo. Esta es la explicación de la «subida de T4» que los expertos presentan como una mejoría, cuando en realidad es el preámbulo de la caída en picado. En efecto, pasado este período inicial, empieza a manifestarse el verdadero rostro de estos productos, con la aparición de anemias, atrofia muscular, inmunodepresión por leucopenias y, en definitiva, muerte al cabo de unos años. Pero cuando empiezan a manifestarse los efectos adversos de esos fármacos, nuestras «eminencias hospitalarias del sida» dicen que ya no son eficaces debido a que... ¡El virus ha mutado y se ha hecho resistente!. Si se irradiara fuertemente a los seropositivos, también veríamos que primero habría una estimulación de la inmunidad, tras la cual acabarían manifestándose los efectos letales. La única diferencia es que la muerte que se produce por los citostáticos es atribuida al VIH.

¿Y los tan promocionados cócteles?.

Food and Drug Administration.Las «terapias combinadas» tan en boga suelen constar de dos «nucleósidos análogos» más un llamado inhibidor de la proteasa -Saquinavir, Ritonavir, Indinavir, etc.-. Por lo tanto, es lógico que aparezcan los ya mencionados gravísimos efectos de los primeros. Y de los segundos se sabe aún poco, pues la FDA los aprobó en un tiempo récord -72 y 42 días, respectivamente, los dos últimos-. Fueron lanzados a bombo y platillo en enero del 1996 como sin efectos secundarios. Pero ya han salido varios artículos científicos indicando que esto es falso. La revista «Lancet» del 29 de marzo publicaba que se había detectado que el Indinavir produce hepatitis severas. Y es inevitable que sean muy dañinos a medio plazo porque rompen el sutil y complejísimo equilibrio entre proteasas y antiproteasas naturales que tiene lugar en todo el cuerpo. El drama es que los médicos que los aplican creen que la disminución de lo que llaman carga viral que observan al empezar a administrar los cócteles es un índice de mejoría, cuando en realidad lo es de reducción de actividad biológica. Se autoengañan y engañan utilizando incorrectamente la técnica PCR inventada por Mullis.

¿Qué consejo daría a una persona etiquetada?.

Que tenga en cuenta que los cócteles no sólo no son una solución, sino que son muy peligrosos a medio plazo. Que lo más importante es recuperar las ganas de vivir y de morirse de viejo. Que asuma la responsabilidad y contraste las distintas informaciones. Que sepa que hay tratamientos no agresivos que son infinitamente mejores que los hospitalarios. 


Que alguien solicite que se abra un DEBATE SIDA no significa que comparta los planteamientos críticos, de igual forma que defender la libertad de expresión no implica estar de acuerdo con lo que diga cualquiera que ejerza tal libertad. Sólo significa exigir que se cumpla la condición que todo científico sabe que es básica para avanzar: que se puedan contrastar las diferentes hipótesis, lo cual exige libertad de información. Una forma de presionar para que se exija el debate es ofrecer premios. Los del Diario 16 desde el 15 de abril de 1997 y de la asociación C.O.B.R.A. desde el 26 de noviembre de 1996 a quien traiga las pruebas de que eso llamado «VIH» existe y de que es la causa de eso llamado «sida», suman dos millones y medio de pesetas. ¿Tan pocas pruebas hay, o tanto dinero reciben quienes apoyan la versión oficial, o tan floreciente es el presente de todos los científicos y médicos, que nadie opta a ellos? 
La unión hace la fuerza.

La formación del «Grupo Científico-Médico Pro Replanteamiento del Sida» abre una puerta para aclarar cuáles son las causas del síndrome y poder ofrecer soluciones.

Barcelona/Lluís Botinas.-He aquí una buena noticia para cualquier persona interesada en que se conozca la verdad sobre el sida, se pueda acabar con esta pesadilla y se ofrezcan tratamientos efectivos a quienes tengan alguna de las 29 enfermedades cubiertas bajo dicha denominación. Se ha constituido recientemente un reagrupamiento, a título individual aunque algunos de sus componentes estén también relacionados con asociaciones, de las personas que llevan más años desarrollando en el Estado español una actividad para aclarar cuáles son las verdaderas causas del sida y poder ofrecer las soluciones consecuentes.

Nace así un punto de referencia para todos los profesionales que, por su propia cuenta o a partir de conocer las informaciones alternativas penosamente difundidas, se interrogan acerca de la validez de las posiciones oficiales sobre el sida.

El texto de la constitución del Grupo es el siguiente: Este Grupo, que pretende aglutinar a profesionales de todas las áreas, se constituye en el Estado español a iniciativa sobre todo de médicos, preocupados por:

  1. Los indicios de falta de objetividad en las concepciones científicas vigentes sobre el sida. Se viene ignorando desde hace años un importante cuerpo de conocimiento que cuestiona la versión oficial.
  2. La ausencia de salidas terapéuticas con una mínima base racional. El único recurso terapéutico, los antivirales, no dejan de ser, en su mayoría, quimioterápicos del cáncer, cosa que a menudo no se tiene en cuenta. Son productos que junto a su supuesta acción antiviral producen, entre otros efectos tóxicos, inmunodepresión debido a su toxicidad sobre la médula ósea.
Se considera que una buena hipótesis científica, para que sea útil como instrumento de trabajo, debe poder ser sometida siempre a examen. Además, debe poder explicar los hechos, así como permitir formular predicciones mínimamente correctas. En el caso de la hipótesis VIH=SIDA, debería poder aclarar las distintas contradicciones existentes, así como poder predecir de forma mínima la aparición de las distintas y no relacionadas enfermedades de este peculiar síndrome. Debería así mismo ser capaz de prevenir y de curar. Nada de esto se cumple.

Walter Gilbert.El Grupo Científico-Médico que ahora se constituye apoya la declaración del «Grupo para la Reevaluación Científica de la Hipótesis VIH=SIDA» (Con sede en California, EEUU), realizada en julio de 1992 en Amsterdam por una cuarentena de científicos. Dicha declaración dice: «El público en general cree que un retrovirus llamado VIH causa el grupo de enfermedades llamado SIDA. Muchos científicos bioquímicos ponen ahora en duda esta hipótesis. Proponemos que un grupo independiente adecuado dirija una reevaluación rigurosa de la evidencia que existe a favor y en contra de esta hipótesis. Además, proponemos que se diseñen y lleven a cabo estudios epidemiológicos críticos». A ella se han adherido posteriormente varios cientos de investigadores de todo el mundo. Destacan los Nóbeles Drs. Gilbert y Mullis y tres miembros de la Academia Americana de Ciencias, los Drs. Duesberg y Rubin, retrovirólogos; y Lang, matemático.

El Grupo Científico-Médico cuenta con el asesoramiento directo de los científicos agrupados en REGIMED (Research Group of Investigative Medicine), con sede en Dortmund, Alemania.

El Grupo Científico-Médico:

  1. Colaborará en la difusión de todos aquellos trabajos científicos y opiniones que reflejen distintas visiones científicas sobre el sida, siempre que estén debidamente documentados.
  2. Fomentará el debate científico y el intercambio de opiniones sobre el sida, especialmente en los ámbitos académicos y sanitario, sin excluir otros.
  3. Impulsará todas aquellas medidas e iniciativas prácticas, en todos los terrenos, que contribuyan a la recuperación y mantenimiento de la salud de las personas tenidas por infectadas o portadoras, dentro de los principios de rigor científico, ética médica y respeto a las personas.
El Grupo Científico-Médico es heterogéneo en su composición, por lo que las opiniones de cualquiera de sus miembros sobre los distintos aspectos concretos del problema sida, en modo alguno tienen que reflejar las del resto. 
Relación de contactos.

Dado que el problema sida implica más vertientes que la estrictamente sanitaria, llamamos a colaborar a profesionales de todas las áreas: Biólogos, químicos, farmacéuticos, psicólogos, abogados, sociólogos, economistas, periodistas, etc. Esta es la relación inicial de contactos:


Asociaciones críticas:
Bibliografía:
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