Diario 16. Jueves, 3 de abril de 1997.

Stefan Lanka.
Stefan Lanka. Virólogo.

«El VIH no existe».

«Se ha creído de buena fe lo que científicos, políticos y ejecutivos norteamericanos inventaron entre 1981 y 1984».

Lluís Botinas.Lluís Botinas/Barcelona.

Diario 16. ¿Qué cualificación tiene usted como para poder decir algo que choca con lo aceptado: que el VIH existe y que es la causa del sida?.

Stefan Lanka. Soy licenciado en Biología desde 1989 y ya en mis prácticas como estudiante empecé a estudiar e investigar los virus. Junto a varios colaboradores logré aislar un nuevo virus el año 1988, cosa que pocos virólogos (de los 2.000 que debe haber hoy en el mundo) han logrado. Además, fue el primer virus aislado en un alga marina eucariota. Resultó enormemente complejo, y tuve que aprender todas las técnicas relacionadas con el aislamiento de un virus. «Mi» virus es el Ectocarpus Siliculosus (EsV), que tiene 16 proteínas en su envoltura y más de 320.000 letras genéticas en su ácido nucleico, que es de ADN. Fijar el número exacto de letras genéticas, cosa que puede hacerse con todo virus realmente existente, hubiese exigido unos cincuenta millones más de pesetas, cantidad de la que no dispuse. El aislamiento del Esv abrió unos campos de investigación y de inversión inéditos e importantes, y fue la base de mi tesis doctoral, que defendí en 1994. Resumiendo, soy doctor en Ciencias de la Naturaleza, biólogo molecular y, lo que es decisivo para este tema, virólogo.

¿Qué es un virus?.

Todo virus realmente existente es una entidad natural (resultado de procesos biológicos que han tenido lugar en la naturaleza; un virus real no puede ser fabricado en un laboratorio, por muchos millones de dólares que se inviertan), no-celular (no tiene funcionamiento bioquímico alguno, es decir, no tiene respiración ni alimentación ni capacidad de reproducción propia), enormemente estable (tanto que aguanta intacto el ser puesto al vacío) y constituido básicamente por una envoltura (formada sobre todo por proteínas) que contiene un trozo de información genética (de ADN o de ARN). Una regla cardinal de la virología es que todos los ejemplares de un mismo tipo de virus tienen exactamente las mismas características: tamaño, forma, estructura, composición (proteínas y genoma), etc.

¿Qué es aislar un virus?.

Es separarlo de cualquier otro tipo de materia que no sea él mismo. En particular, debe ser totalmente diferenciado respecto de todos los componentes de la célula que lo contenga. Y finalmente debe ser caracterizado, es decir, hay que precisar que proteínas forman parte de su envoltura, y qué letras genéticas su ácido nucleico y en qué orden estan colocadas.

¿Cuáles son los requisitos exigidos para poder afirmar que un nuevo virus ha sido aislado?.

Son cuatro. Ante todo, presentar cuatro fotografías. La primera, del virus dentro de célula, lo que se llama del virus infectando células. La segunda, de uno o varios ejemplares del virus pero sin absolutamente nada más en la fotografía; esto es fácil de hacer ya que por centrifugación se separan y quedan agrupados los ejemplares del virus que se ha descubierto, y con una aguja se colocan unos cuantos al microscopio electrónico que, como se sabe, trabaja al vacío. Pero como un virus tiene la enorme estabilidad que antes he mencionado, puede ser fotografiado directamente al microscopio electrónico. La tercera, de las diferentes proteínas que forman la envoltura del virus, separadas según su tamaño por medio de una técnica que se llama «electroforesis en gel»; en el caso de «mi» EsV se ven 16 líneas horizontales paralelas, quedando las proteínas más largas arriba y las más cortas abajo. La cuarta, del ácido nucleico del virus; se obtiene con la misma técnica, y en este caso en la foto se ve una única línea horizontal, tanto más arriba cuanto más largo sea; esto me causó unos ciertos problemas técnicos con el EsV, ya que su genoma es muy largo y en aquellos momentos no era posible separar según tamaño una molécula tan larga conservándola intacta.

¿El segundo requisito?.

Hay que caracterizar exactamente cada proteína, es decir, fijar qué aminoácidos la componen y en qué orden están colocados. Y lo mismo con el ácido nucleico, secuenciando sus letras genéticas. Ello es exigido por el hecho de que una misma longitud de ambos tipos de moléculas puede corresponder a componentes y órdenes distintos.

¿El tercer requisito?.

Efectuar los experimentos de control. Supongamos que de una células infectadas hemos conseguido las cuatro fotografías mencionadas. Pues bien, hay que trabajar en paralelo con el mismo tipo de células pero no infectadas. Es decir, hay que hacer exactamente las mismas operaciones con los mismos productos a las mismas concentraciones durante el mismo tiempo y a la misma temperatura, y al efectuar esas cuatro fotos no debe aparecer nada que coincida con lo contenido en las fotos del virus. Hay que repetir cuidadosamente varias veces estos controles, a fin de evitar que se haya producido lo que se llama «contaminación», y poder finalmente afirmar con toda seguridad que las proteínas y el genoma hallados son realmente del nuevo virus.

¿Y el cuarto requisito?.

A medida que se va avanzando en el aislamiento y caracterización del nuevo virus, hay que ir publicando en revistas científicas adecuadas artículos que expliquen los resultados que se van obteniendo, así como las condiciones exactas en que se está trabajando. Así, otros investigadores pueden reproducir los experimentos y comprobar que se llega a los mismos resultados. Por ejemplo, a medida que fuimos aislando «mi» EsV, publicamos cuatro artículos sucesivos en la revista Virology.

¿Y qué ha ocurrido con el VIH?.

Pues que no se ha cumplido con absolutamente ninguna de esas cuatro exigencias.

Pero todos hemos visto numerosas fotografías del VIH...

¡También usted se ha creído los pies de foto! Y es lógico, ya que hasta ahora no tenía los elementos suficientes para saber que las muchas fotografías que han circulado en absoluto demuestran que se ha aislado un nuevo virus. Casi todas se encuentran en cualquier libro de biología celular. La mayoría corresponden a vesículas celulares que sirven para llevar las proteínas que elabora una célula hasta otra célula que las necesita. Se van conformando las bolitas de transporte, salen de la célula emisora atravesando su membrana y entran a través suyo a la célula receptora: se presenta como «VIH abandonando una célula para infectar otra célula». Esto da un criterio más para dejar de creerse los engañosos pies de foto: como son inestables, para poder fotografiar hay que fijarlas químicamente y con resina, y luego cortar una rodajita para poderla fotografiar. Pues bien, en cuanto lea en el pie de foto que se trata de una «sección ultrafina», ya sabrá que hay un truco. Un virus real se puede fotografiar todo entero directamente con el microscopio electrónico por la estabilidad que he recalcado, y no precisa ser fijado y, menos aún, cortado en secciones ultrafinas... Además, en muchos casos lo que presentan son simplemente fotografías diseñadas por ordenadores.

Pero se argumenta que con el VIH, por ser un retrovirus, no funcionan estas reglas.

Gracias por esta observación, ya que ayuda a situar el engaño del VIH en el contexto histórico y técnico que permite comprenderlo. Fue un dogma de la genética que la información sólo podía ir del ADN al ARN, y jamás al revés. En unos cultivos muy especiales de células cancerosas, en 1970 se comprueba que la información genética también puede transcribirse del ARN al ADN, y se localiza la enzima que lo realiza (por ello se lo denominó transcriptasa inversa). Pero los investigadores, en vez de atreverse a cuestionar el dogma, se inventaron la hipótesis de que la actividad de transcriptasa inversa indicaba que ahí había un nuevo tipo de virus, a los que llamaron retrovirus, y a los que consideraron causantes de cáncer. Esto llevó a que el presidente Nixon declarase en 1971 la «guerra al cáncer», canalizando miles de millones de dólares hacia los biólogos moleculares que investigaban estos supuestos nuevos virus. Así nació la retrovirología: las elucubraciones de un puñado de expertos basándose en unos experimentos muy especiales hechos con una células anormales sometidas a una condiciones excepcionales que jamás pueden darse en el cuerpo humano, por muy enfermo y deteriorado que esté. Este clan consensuó en 1973, en una reunión en el Institute Pasteur, siete requisitos más laxos para poder hablar del aislamiento de un nuevo retrovirus. Pero ni siquiera estas exigencias han sido cumplidas en el caso del VIH. El equipo australiano de la doctora Papadopulos lo ha demostrado exhaustiva y concluyentemente.

Pero se sigue usando a la transcriptasa inversa como señal de presencia del VIH...

En efecto, y éste es uno de los errores básicos de la pseudociencia del sida. En realidad, desde fines de los setenta se sabe que la transcripción inversa es ubicua, ya que se detecta en cualquier actividad de células, anormales o no. Y desde 1996 ya se conoce el porqué: la transcriptasa inversa forma parte de los mecanismos de autoreparación que tiene el ADN del núcleo de las células. O sea, que indica precisamente un proceso de curación.

Se dice que el VIH tiene diez proteínas y 9.150 letras genéticas...

Luc Montagnier.Esto lo ignoran la mayoría de científicos y médicos que están trabajando en el campo del sida, pero es cierto que se ha diseñado un VIH con estas características. Es el resultado de los acuerdos tomados principalmente por los doctores Gallo y Montagnier, a fin de suavizar las contradicciones que aparecían entre los distintos modelos de VIH propuestos. De ahí que se inventase la supuesta enorme capacidad del VIH para mutar. La cifra de 9.150 letras genéticas se fue consensuando entre 1988 y 1990 para evitar el ridículo que significaba que unos presentasen al VIH con 8.800 letras genéticas, otros con 9.400 y unos terceros con otras cantidades (eso sí, siempre números redondos, lo cual ya indicaba que había una manipulación). Y, por ejemplo, la proteína p-24, que sigue siendo utilizada para la supuesta detección directa del VIH en sangre, se ha comprobado que es una proteína humana...

Entonces la fama de los doctores Gallo y Montagnier...

Robert Gallo.Es simplemente una estafa científica y social. Pero quisiera hacer una diferencia entre ambos. El doctor Montagnier es un mediocre que nunca dijo que su «retrovirus» fuese la causa del sida. Precisamente por ello, ya en 1990 planteó su hipótesis de los cofactores: puesto que el VIH es incapaz por sí solo de matar célula alguna, es necesario que haya otro factor (¿Un microplasma? En su último libro dice que es el microplasma el que produce transcripción inversa...) que actúe al mismo tiempo sobre la misma célula. Y en el reportaje «Sida: la duda», dirigido en 1996 por Djamel Tahi, declara que la transmisión heterosexual no se ha confirmado en Occidente. Resumiendo: el doctor Montagnier, aunque afirmó haber aislado en 1983 un nuevo «retrovirus» y sigue beneficiándose de ello, quita importancia al papel del supuesto VIH en tanto que supuesta explicación del sida. En cambio, el doctor Gallo primero intentó colar como virus del sida (donde mataría células) el mismo «retrovirus» VLTH-1 que había presentado en vano como causante de leucemia (donde multiplicaría células). Luego, el doctor Gallo robó el «virus» del doctor Montagnier y tomó la iniciativa de presentarlo como la causa del sida en una multitudinaria conferencia de prensa el 23 de abril de 1984, sin que previamente hubiese aparecido ni un solo artículo científico suyo que pudiese ser analizado por otros investigadores; es más, ni siquiera hubo una reunión entre científicos de distintos centros que avalase la «sensacional noticia». Y el doctor Gallo actuó así porque el New York Times del día anterior sacó un artículo en primera página en el que el director de los CDC (Centers for Disease Control, que fueron quienes dirigieron el invento del sida) daba a conocer que los CDC apoyaban al «virus francés» mientras que los NIH (National Institutes of Health, para los que trabajaba el doctor Gallo) respaldaban al «virus americano». Convocar una rueda de prensa y convertir en verdad social que el «virus del doctor Gallo» era la causa del sida fue una maniobra para zanjar el enfrentamiento entre las dos principales instituciones sanitarias de los USA. Y que esa maniobra fue al máximo nivel lo ratifica que el mismo día los NIH registrasen la patente de un test del doctor Gallo aún por confeccionar, con lo que se aseguraban millones de dólares en royalties... El doctor Gallo es un gángster científico que ha sido condenado por mala conducta profesional por una comisión del Senado de los EE. UU., por lo que tuvo que dejar de trabajar en una institución pública como son los NIH y ahora «investiga» en un centro privado que le ha construido directamente la industria farmacéutica...

Pero algo tuvieron que detectar en sus laboratorios...

Del estudio atento de todas las condiciones descritas en los artículos aparecidos en las revistas científicas se deduce claramente que sólo aislaron proteínas celulares, la mayoría citoesqueletales, obtenidas en unos cultivos de células anormales sometidas a unas condiciones también anormales. En cuanto a la afirmada detección en sus experimentos de transcriptasa inversa, que se presenta como prueba de la existencia de retrovirus, en particular del VIH, en realidad no es otra cosa que la detección de actividades enzimáticas que realizan la duplicación y transcripción de los ADNs y de los ARNs presentes en los cultivos celulares utilizados.

Si esto es así, ¿es posible enderezar el entuerto?.

Considero que es relativamente fácil lograrlo. Basta con que cada vez más ciudadanos, médicos, científicos, periodistas, políticos, asociaciones, instituciones, etcétera dediquen diez minutos a escribir una carta pidiendo a las autoridades sanitarias de cada país las pruebas de que el VIH existe. Se encontrarán con la misma sorpresa que tuve yo cuando empecé a investigar hace cuatro años: que no las tienen. Pero entonces, los propios responsables se darán cuenta de que cometieron el error de creerse de buena fe lo que un puñado de científicos, políticos y ejecutivos norteamericanos inventaron entre 1981 (el sida) y 1984 (el VIH y los tests), por razones en gran parte internas. Y confío en que la mayoría de dichos responsables van a reaccionar rectificando y ayudando a desmontar el sida. Yo y los científicos con los que colaboro estrechamente ofrecemos nuestros conocimientos para contribuir a que este proceso regenerativo se realice en las mejores condiciones posibles.


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