Ardi Beltza. Número 12. Diciembre del 2000.

Maniobras de Monsanto para comercializar transgénicos.

C. Prieto.
(Londres).

Monsanto.En medio de una oleada de protestas contra de la experimentación y comercialización de transgénicos, ha salido a la luz un informe interno de la multinacional Monsanto en el que se revela como el gigante de la comida genéticamente modificada intenta influenciar el debate internacional sobre dichos productos.

El escrito, de diez páginas y elaborado la pasada primavera, revela las maniobras de la multinacional para captar apoyos a favor de los organismos genéticamente modificados dentro de las altas esferas de los comités claves sobre seguridad alimentaria, además de «recolectar» toda una red de científicos «independientes» llamados a escribir artículos atacando a los críticos con los transgénicos.

Este documento revela las actividades de Monsanto en veinte países y, según los grupos medioambientales, demuestra que Monsanto está «comprando las influencias y subvirtiendo la agenda científica en todo el mundo». En el informe se describe como Monsanto ha logrado introducir a «expertos científicos» de confianza dentro de la Organización Mundial de la Salud e intensificado sus relaciones comerciales con miembros de Codex, la organización de Naciones Unidas que fija a nivel internacional los baremos sobre seguridad alimentaria.

Presiones y etiquetado.

Monsanto también confirma que han tenido éxito sus presiones sobre diversos organismos internacionales para asegurar que el etiquetado de los alimentos en los países del tercer mundo siga siendo voluntario. Las multinacionales se han negado a crear líneas de comercialización separadas entre productos transgénicos y los que no lo son. La falta de un etiquetado claro en este sentido permite que las compañías multinacionales ahorren billones de libras.

Precisamente la misma semana en que fue filtrado el informe se supo que están teniendo lugar pruebas secretas con transgénicos en cinco distritos británicos pese a que el Gobierno ha negado reiteradamente su existencia. El secretismo que rodea al experimento es tan fuerte que incluso el secretario de Estado de Medio Ambiente, Michael Meacher, supuesto encargado de los asuntos relacionados con transgénicos, no estaba al corriente. Las pruebas fueron autorizadas por Nick Brown, el ministro de Agricultura, que no estaba obligado a comunicar a sus colegas las localizaciones de las cosechas. Curiosamente, las cosechas autorizadas por el ministro de Agricultura son del mismo maíz genéticamente alterado que fue destruido por 28 activistas de Greenpeace absueltos recientemente por un jurado del delito de daños a la propiedad.

El fallo ha provocado la reacción de varios «expertos científicos independientes» como el profesor de Oxford Richard Dawkins, quien en las páginas del «Observer» londinense no ha dudado en calificar a los activistas que realizan acción directa como «vándalos» y «personas contrarias a la razón científica».


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