El grupo de reevaluación del SIDA en Sudáfrica finaliza su segundo encuentro.
Mark Gabrish Conlan.

Traducción: Viviana Diogo.

Los científicos del VIH prohiben la entrada a la prensa, impiden los debates y no presentan datos.

Cuando el grupo de 33 asesores del SIDA de Mbeki, presidente de Sudáfrica, se reunió por primera vez el mayo de 2000, los defensores de un estudio científico abierto del tema tenían grandes esperanzas.

Thabo Mbeki.En el grupo habían 11 científicos «disidentes» deseosos de explicar los datos y defender las bases racionales que les llevan a rechazar la explicación del SIDA a través del VIH. Según su punto de vista, el gobierno de Mbeki debería considerar la posibilidad de dedicar los fondos disponibles para el SIDA a aliviar la extrema pobreza que ellos creen provoca y mantiene las enfermedades en África que ahora están siendo diagnosticadas como «SIDA». La mayoría de los miembros del grupo (los partidarios de la versión oficial) aceptó la invitación de Mbeki, aunque de mala gana. Son de la opinión de que los gobiernos de África deberían gastar sus recursos para el SIDA en quimioterapias tóxicas para el cáncer, como el AZT y otros fármacos «anti-VIH», y que los científicos que piensan de otra manera deberían ser silenciados. Al parecer, los científicos del VIH participaron para aplacar las exigencias de Mbeki e impedir que los disidentes planteasen su causa. En la reunión inaugural en mayo, Mbeki embestió a los participantes con términos constructivos para que debatieran sus discrepancias científicas, con la esperanza de que ambos bandos discutiesen sus puntos de vista de forma vigorosa, según la tradición de la ciencia, y aireasen recomendaciones mutuas. Cuando el grupo de asesores se reunió en Johanesburgo por segunda vez, pocos días antes del Congreso Internacional del SIDA de julio de 2000 en Durban, estaba claro que los proponentes del VIH conseguirían impedir que ese debate tuviese lugar. El periodista independiente Mark Colan, que entrevistó a los científicos disidentes Peter Duesberg y David Rasnick tras el primer encuentro, sigue con la cobertura entrevistando de nuevo a Rasnick y al historiador africano disidente Charles Geshekter. Ambos participaron en el segundo encuentro.

Todo lo que el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, hizo para armar el escándalo en enero de 2000 fue anunciar que nombraría un grupo asesor de expertos internacional para evaluar de forma crítica el modelo tan popular del VIH-SIDA. Miles de millones de dólares anuales en impuestos de los norteamericanos se destinan a emplear a miles de científicos y otros profesionales para que estudien y ajusten el modelo, y para anunciarlo a un público bien predispuesto. Al igual que tantas otras ideas populares provenientes de los Estados Unidos, ésta ha ganado poderosos y fervientes partidarios en todo el mundo.

Y todos parecieron alzarse contra Mbeki en la defensa de uno los dogmas auxiliares «de facto» del modelo VIH-SIDA: que el modelo no debe ser examinado ni criticado, que el juicio del SIDA contra otras causas propuestas del SIDA, así como el juicio contra que el SIDA sea una enfermedad infecciosa no deben tener lugar. El tumulto nació de la popularidad y aceptación universales del VIH como causa del SIDA. Especialmente mortificante para mucha de la gente que ha adoptado el modelo VIH del SIDA es que el grupo fue inspirado por la seria consideración de Mbeki de los científicos que rechazan el VIH como posible causa del SIDA y que han llegado a la conclusión de que el SIDA ni siquiera es contagioso. Al diseñar los objetivos del grupo y su lista de invitados, Mbeki pidió consejo a críticos prominentes del modelo VIH/SIDA, entre ellos, el microbiólogo Dr. Peter Duesberg, y el químico de los inhibidores de la proteasa Dr. David Rasnick.

Mbeki (erudito, economista y poeta) llegó a la conclusión de que los científicos del VIH que habían ganado la competición por el apoyo político y los fondos de investigación del SIDA en todo el mundo nunca se habían sentado con aquellos colegas que habían llegado a conclusiones contrarias. Así pues, en un intento por desarrollar la política del SIDA más eficaz y exhaustiva posible para los recursos relativamente escasos de Sudáfrica, y antes de destinar todos esos recursos al modelo VIH, como todos los demás gobiernos han hecho, escogió hacer lo que ningún otro jefe de estado había hecho antes: comprobar si el modelo VIH puede resistir el escrutinio de los expertos que lo cuestionan.

Reunió a un grupo de asesores formado por once expertos que rechazan el modelo VIH y veintidós que lo aceptan. Mbeki quería que el grupo, en el paradigma clásico del debate científico, probase o refutase al menos algunas de las ideas científicas en conflicto, y presentar algunas conclusiones y recomendaciones comunes. Estableció que los miembros del grupo se reuniesen dos veces, primero para conocerse y para constituir los términos del debate, y una segunda vez para presentar los resultados. La mayor parte del debate tendría lugar por medio de una discusión cerrada especial en Internet a lo largo de dos meses entre las reuniones.

E1 grupo se reunió por primera vez el 6 y 7 de mayo en Pretoria. Mbeki tenía la intención de que aclarasen sus diferencias y desarrollasen un plan sobre la forma en que podrían persuadirse los unos a los otros con datos y lógica, incluyendo la realización de experimentos. En su mayor parte, no funcionó así. Los organizadores de Mbeki y los disidentes querían que todos los miembros del grupo se reuniesen en equipos heterogéneos dedicados a tres aspectos del tema, invitar a la prensa a observar, y presentar datos y argumentos científicos.

Pero los miembros del VIH utilizaron su voto mayoritario para dividir al grupo en dos: uno comprendido por los que se adherían al modelo VIH y otro formado por los disidentes, de manera que los miembros del grupo de asesores expertos pasaron la mayor parte del tiempo con otros que estaban de acuerdo con ellos. También consiguieron el voto para prohibir la presencia de los medios de comunicación e impedir la presentación de datos o argumentos científicos. Sin embargo, los disidentes llegaron a un acuerdo informal para llevar a cabo un experimento conjunto con algunos de los científicos del VIH para examinar ciertos aspectos muy específicos del tema a debatir.

En este artículo se nos informa de que este plan de prueba casi llegó a formalizarse en el segundo encuentro, los días 3 y 4 de julio de 2000 en Johanesburgo, sólo unos días antes del 13 Congreso Internacional del SIDA celebrado en la ciudad costera de Durban.

Pero el debate intermedio en Internet prácticamente no tuvo lugar. Mientras que los disidentes aportaron a él cantidades ingentes de datos, preguntas y valoraciones, los científicos del VIH apenas si participaron (hasta el punto de conseguir enfurecer a los organizadores de Mbeki).

Aunque evitaron cualquier debate dentro de las actividades oficiales del grupo, una serie de científicos del VIH firmaron un documento llamado la «Declaración de Durban», publicado el 6 de julio en «Nature» y presentada justo antes del segundo encuentro del grupo. Los autores del documento estaban entre los científicos del VIH que Mbeki escandalizó por prestar seria atención a los que dudaban del modelo VIH. Los 18 párrafos del texto expresaban la esperanza de que se abandonase tal discusión de una vez por todas. Se basaba más en la impresión intimidatoria creada por los 5.195 científicos y médicos de 83 países que la firmaron que en sus 13 referencias, algunas de las cuales no respaldaban los puntos que ellos decían que respaldaban.

El secretario de prensa de Mbeki respondió diciendo que si alguien le presentaba oficialmente la Declaración de Durban a Mbeki, «ésta terminará bien colocadita en una de las papeleras de la oficina».

En cuanto al primer encuentro del grupo, Conlan entrevistó a dos participantes por separado y combinó las transcripciones de ambas entrevistas para formar el artículo que se presenta a continuación. Esta vez, entrevistó al doctor David Rasnick y al doctor Charles Geshekter, catedrático de economía e historia social de la «California State University» en Chico. Aunque este último no es físico y no era miembro del grupo cuando éste se reunió por primera vez, fue añadido a él en el ínterin debido a los años que dedicó al estudio de África y a su profundo conocimiento profesional de los problemas físicos y sociológicos a los que se enfrenta el continente.

Conlan (a Geshekter): Usted no estaba en el grupo cuando éste se reunió por primera vez. ¿Cómo fue que pasó a formar parte del grupo en el segundo encuentro?.

Geshekter: No estoy muy seguro de cual fue el mecanismo de elección de la gente para la segunda reunión. Yo estaba de los primeros de la lista para la primera reunión, pero se me dejó fuera probablemente porque querían que estuviese formada en su mayor parte médicos, biólogos, virólogos y especialistas de las ciencias naturales, más que de las ciencias sociales. Tras las primeras reuniones a principios de mayo de 2000, la gente que formaba la secretaría del grupo de asesores del SIDA solicitó sugerencias y recomendaciones de parte de los miembros del grupo, de ambos frentes del debate, pidiendo más miembros que pudiesen ser añadidos a una «web» extendida, los cuales posteriormente establecieron el debate, que culminaría en las reuniones de Johanesburgo a principios de julio de 2000.

Se me pidió que enviase mi currículum por correo electrónico, lo que hice en la tercera semana de mayo. En torno al 10 de junio, recibí una notificación de la secretaría del grupo del SIDA, dándome mi contraseña, dándome total acceso a la «chat room» como participante de pleno derecho. Envié cinco o seis mensajes, la mayor parte formados de preguntas. Después recibí la invitación y arreglos para el viaje para participar en la segunda fase de las reuniones del grupo asesor en Johanesburgo los días 3 y 4 de julio de 2000.

Rasnick: No fue nada fácil, porque hubo dos meses que nos perdimos desde el primer encuentro. No tenía muchas ganas de participar. Nadie las tenía, pero nuestro bando ganó muchos puntos con ello. El ministro de salud, Manto (Tshabalala-Msimang), expresó la ira y la frustración del gobierno ante la actitud de la corriente general, que no participó en el intercambio de dos meses en Internet, en el cual el gobierno invirtió todo el tiempo, trabajo y gastos que fuesen necesarios para hacerlo funcionar y para que el grupo de Mbeki pudiese discutir los puntos y plantear los temas que se tratarían cara a cara en julio.

Se negaron en redondo a participar. El gobierno estaba de verdad furioso por ello, y dejaron constancia de su enfado en términos muy claros. Resultó que el gobierno descubrió que algunos de los miembros del grupo no sólo habían firmado la Declaración de Durban, sino que además establecieron sus propios debates en Internet, instando a otros miembros del grupo de Mbeki a que no participasen. Eso estuvo mal, pero que muy mal, enfureció al gobierno. Esta gente no sólo no participó, además conspiró para socavar y descarrilar los actos del grupo. Y Manto nos lo dijo. Así que la corriente general no hizo nada para granjearse las simpatías del gobierno de Sudáfrica.

Peter Duesberg.Conlan: ¿Cómo fueron las reuniones? Hablé con Peter Duesberg y David Rasnick sobre el primer ciclo de reuniones en mayo y su queja principal es que hubo muy poco diálogo y muy poca ciencia. ¿Fue esa su impresión esta vez?.

Geshekter: Al principio, desconocía la estructura, como supongo que le pasaba a mucha gente, hasta quizás el domingo por la noche o incluso el lunes por la mañana, cuando nos reunimos por primera vez. Esta vez estaba mucho más estructurado. El primer día lo establecieron de manera que habían dos grupos por la mañana y dos por la tarde. Habían cuatro grupos, que comenzarían con dos presentaciones ininterrumpidas de 30 minutos, una de un representante de los disidentes y otra de un miembro de la visión ortodoxa. Después, el moderador abriría el grupo entero, de manera que los miembros de ambos bandos que levantasen la mano tendrían un máximo de tres minutos para preguntar o rebatir la presentación del contrario.

El límite de tiempo forzó a todo el mundo a ser breve y claro en los puntos que exponía. Y fue ordenado. Obviamente, hubieron desacuerdos encarnizados. Algunos comentarios iban acompañados de sarcasmos y rimbombancias. Pero muy pronto, con algunas excepciones, la mayor parte de la gente en ambos bandos se dio cuenta de que era importantísimo que los comentarios fuesen claros, breves y comprensibles, por medio de apoyos y refutaciones.

Después, el moderador decidía al cabo de una hora, quizás, de intercambios en una y otra dirección, pedir a cada uno de los dos primeros presentadores oficiales, uno del lado disidente y otro del ortodoxo, un discurso de cierre de cinco minutos. Después nos tomábamos en descanso de 15 minutos y volvíamos para otra ronda de la misma configuración. Esto se hizo en cuatro ocasiones, dos por la mañana y dos por la tarde.

Rasnick: Al final hubieron presentaciones científicas, dos ponentes en cada tema. Hubieron quizás seis u ocho ponentes en total, uno de cada punto de vista (de la visión general y de la visión alternativa). Estaba la etiología; Peter Duesberg fue obviamente el que trató ese tema (desde la visión alternativa). Y tenían a dos virólogas muy jóvenes e inexpertas que presentaron los argumentos de la corriente general para la hipótesis del VIH. Bien el otro bando era tan desdeñoso que no quiso poner un peso pesado para presentar ese punto y darle algo de credibilidad, o vaya Usted a saber. Se lo dejaron a esas dos jóvenes y Peter se limitó a hacer lo suyo. No las destruyó en público, ¿sabe?, lo que hubiese sido muy fácil, pero no hubiese tenido razón de ser. Hubiese sido como Mohamed Alí pegando a alguien de la calle. Pero expuso los argumentos contra la hipótesis del VIH, y no sólo eso, los argumentos contra el «SIDA» en África.

Luego vino la prevención. Ese tema fue guiado bien por Salim Abdool-Karim o por Helene Gayle, en el bando de la corriente general. Roberto Giraldo discutió la prevención en nuestro bando. Después yo cubrí la parte del tratamiento, hice una presentación sobre el tema. Joseph Sonnabend estuvo en el bando contrario.

Hablé especialmente de las afirmaciones de que la reducción de la mortalidad por SIDA en los Estados Unidos y Europa era debida a los fármacos anti-VIH. Traté el tema con dureza, demostrando que el SIDA llegó a su máximo en 1992. Utilicé los datos del propio CDC para demostrar que la reducción de la mortalidad es una consecuencia del cambio de la definición hecha en 1993, y mostré las estadísticas del propio CDC, sus propios datos, Tabla 11 y Tabla 12, que abandonaron después de 1997. Ya nos los muestran. Pero antes de eso, mostraban las fracciones de nuevos casos de SIDA en los Estados Unidos que no tenían síntomas de enfermedad o trastorno. Los diagnósticos fueron hechos sólo a partir de dos pruebas de laboratorio (un test seropositivo y un recuento de células T inferior a 200), y nada más. Esos porcentajes fueron de justo por debajo del 50% en 1994 ó 1995, a más del 60% en 1997. Dejaron de reportar esos datos tras 1997. Cuando se empiezan a incluir grandes cantidades de gente sana en las listas de una enfermedad que supuestamente es letal en el 100% de los casos, se observará una reducción drástica de la mortalidad. Además, todo esto ocurrió años antes de la introducción de los «cócteles» anti-VIH, así que no podían dar el mérito a los fármacos (a no ser que el virus supiese que venían a por él y huyese). Y luego presenté las últimas publicaciones (del año 2000) que muestran lo horribles que son estos fármacos: los análogos de los nucleósidos, los inhibidores de la proteasa y todos los demás.

Geshekter: El primer día, el lunes, fue agotador. Era como estar en una mina. Nos sentamos en torno a una mesa en forma de «U», los moderadores y la secretaría se sentaron en el extremo cerrado de la «U», los participantes (disidentes y ortodoxos entremezclados los unos con los otros) a lo largo de los brazos paralelos de la «U», y las presentaciones tenían lugar en la zona abierta de la «U». Así pues, por diseño, los disidentes no estaban todos de un lado y los ortodoxos del otro.

A lo largo de todo el encuentro, yo me senté entre Clifford Lane (un director de los Intitutos Nacionales de la Salud de los EE.UU.) y Barry Schoub, el presidente del Departamento de Virología de la Universidad de Witwatersrand en Johanesburgo (y director del Instituto Nacional de Virología de Sudáfrica), dos defensores furibundos de la ortodoxia del SIDA.

La idea era integrar los dos puntos de vista. Creo que la secretaría quería ver si, a pesar de los profundos desacuerdos entre nosotros, había un área en la que pudiésemos llegar a algún acuerdo. Estuvo muy bien por su parte y yo hice lo que pude por contribuir a esa idea.

Durante los descansos, incluyendo los del desayuno y la comida del mediodía, en lugar de visitar a mis amigos de la disidencia, me empeñé en mezclarme y comer con los miembros de la ortodoxia. Quería que conversasen conmigo y actué en consecuencia.

El martes tuvimos algunas sesiones acaloradas en las que tuvieron lugar intercambios bastante desagradables y reñidos. Intentamos reconciliarnos al final, entre las 2 y las 4 de la tarde, y ver si no habría algunos puntos de acuerdo.

Rasnick: El primer día estuvo dedicado básicamente a los negocios. Nos portamos bastante como científicos, tanto como es posible en este tipo de locuras. El segundo día, sin embargo, no fue un día agradable, bajo ningún concepto, aunque terminó bastante bien.

La corriente general no participó para nada en el debate de Internet, y Mbeki había pedido específicamente que se tratasen esos temas, todos los temas, desde la postura de los críticos y de la corriente general; quería que se discutiese todo. Pero las posturas de la corriente general no fueron discutidas, porque no participaron en el debate de Internet. Por lo tanto, él quería que se hubiese discutido.

La secretaría tenía órdenes de que estos temas se discutiesen. Por ejemplo, si no tratamos la orden del día, se asegurarían de que los discutiríamos en el segundo día. Pero la corriente general no quería tratar estos temas. Tuvieron la oportunidad de hacerlo durante el debate de Internet, pero no lo hicieron.

Helene Gayle.Los organizadores de las reuniones nos dividieron en tres o cuatro grupos, en los que tratamos esos temas específicos que no se habían discutido con anterioridad. No fue muy agradable, porque nadie quería hacerlo. Pero se hizo, y hacia el final del día, Peter Duesberg salió en la radio, una emisora de radio local, durante unas tres horas, debatiendo con Helene Gayle del CDC. Estaba totalmente sobrepasada, vencida, pero no paraba de decir (ciertamente hacia el final de la segunda hora) que el SIDA no es contagioso, que no lo podías «coger» de nadie. No se puede contagiar uno de transfusiones de sangre, ni en relaciones sexuales. Eso fue lo que dijo... ¡Helene Gayle!.

Centers Disease Control (CDC).Pero cuando se dio cuenta de que había metido la pata, no se retractó, no cambió lo que había dicho, simplemente dijo con énfasis: «Oh, pero el VIH es contagioso. Se transmite sexualmente y se puede coger de esa forma». Así que hemos tenido a uno de los peces gordos de los CDC reconociendo en público, en la radio (y no se corrigió a sí misma) que hay una falta de conexión entre el SIDA y el VIH, que el SIDA no es contagioso, el SIDA no se transmite sexualmente, pero el VIH sí. Y, como todo el mundo sabe, se supone que el VIH provoca todo eso, provoca el SIDA.

Eso fue realmente una consecuencia de la transformación orwelliana del SIDA en «enfermedad del VIH» y de lo que están tratando de hacer en África, como han hecho en la literatura científica en todo el mundo. Ya no se habla mucho del «SIDA». En la mayor parte de la literatura científica se ve el término «enfermedad del VIH». No ha sido tan aceptado por el gran público, pero en la literatura científica ciertamente lo ha sido.

Y en África lo llaman «VIH/SIDA». No lo llaman «SIDA». No lo llaman «VIH». Lo llaman «VIH/SIDA». Es como el eslabón perdido en la cadena evolutiva, y adivino que están preparando el terreno para al final quitar la palabra «SIDA» y llamarle sólo «VIH». Creo que eso fue lo que provocó el gran error de Helene Gayle en la radio, cuando separó el VIH del SIDA y dijo que el SIDA no es contagioso, no se transmite sexualmente, no se puede coger de transfusiones sanguíneas y cosas así. Y por supuesto, Peter Duesberg saltó en ese punto, no hubiese dejado que eso pasase inadvertido, y ella nunca se retractó.

Le puedo decir que no hubo tanta cobertura por parte de la prensa la segunda vez como la hubo en la primera. El único momento en que la prensa apareció de verdad fue al final del todo, cuando Manto y los funcionarios del gobierno celebraron una rueda de prensa.

Conlan: Usted dijo que los funcionarios asignados al grupo del SIDA estaban muy enfadados porque no había habido la suficiente participación de la corriente general en el foro de Internet. ¿En qué forma exactamente expresaron ese enfado?.

Rasnick: ¡En esas palabras! Que el gobierno estaba enfadado, descontento de la ausencia de participación de, ellos no los llamaban «la corriente general». Pero, por supuesto, todos sabíamos de quién estaban hablando, porque durante el debate de Internet habíamos intentado camelarlos, les pedimos, les suplicamos que hablasen. Intercambiamos mensajes con Makgoba, el extremo del gobierno en el asunto, en el que se preguntaban por qué el otro bando no estaba participando. Ruegos por parte del gobierno y de otra gente, pidiéndoles que participasen. Así que no tenían que llamarlos por sus nombres. La gente del debate sabía de quién se trataba.

Conlan: ¿Hubo alguien de la corriente general que intentase defenderse y dar una razón de por qué no estaban participando?.

Rasnick: ¡No! Permanecieron en silencio. Tampoco se disculparon.

Conlan: Uno tiene la impresión, por el hecho de que su verdadera respuesta fue la Declaración de Durban, que su estrategia fue simplemente el aislarles a Ustedes, diciendo: «He aquí la inmensa mayoría de los científicos del mundo. He aquí 5.195 firmas; y por otro lado Ustedes sólo tienen un puñado de gente en su debate. ¿Por qué molestarse en escucharles cuando ellos tienen esta inmensa mayoría del lado de «VIH causa SIDA»?».

Geshekter: Claro. Y no se estaban dirigiendo al gobierno. En primer lugar, la Declaración fue una defensa cobarde y coja de su postura. Podrían, deberían, y su obligación hubiese sido presentar esos argumentos y pruebas al grupo, durante el debate en Internet y/o durante las reuniones del grupo.

De hecho, parece que conocemos mejor la literatura de la ortodoxia mejor que la ortodoxia misma. Y éramos muy conscientes y estamos bien informados de las seis o siete referencias que utilizaron en su Declaración. Las citamos, recitamos y regurgitamos de vuelta a ellos. De hecho, utilizamos muchas de esas referencias como evidencia contra su postura. Por ejemplo, el estudio Darby, sobre hemofílicos en Inglaterra.

Si era un argumento tan maravilloso, exhaustivo y contundente de su postura, ¿Por qué no lo presentaron durante las reuniones del grupo?. ¡Hubiese sido el sitio perfecto para hacerlo!. Si estaban tan en lo cierto, si eran tan brillantes, nos hubiesen podido dejar expuestos ante el gobierno de Sudáfrica. Manto, Mbeki, la secretaría y los otros ministros y científicos del encuentro.

Pero prefirieron no exponerlo a los expertos, que lo analizarían, criticarían y, ya sabe, atacarían lógica y científicamente. Es obvio que no tenían ninguna fe en la defensa de sus opiniones, porque no las pusieron en el lugar desde el cual podrían haberlas defendido. Las enviaron al mundo, vía «Nature» y otras publicaciones, donde no serían analizadas o criticadas. No quisieron entrar en el cubil de la fiera. Así que, el hecho de que tomasen la ruta que tomaron, es un claro indicativo de que son conscientes de que su visión no es tan concluyente, no tan «aplastante», o hubiesen demostrado que es concluyente y aplastante, por así decirlo, en una competición.

Conlan: En otras palabras, tendríamos que decir que tiene que ver con el poder, y no con la ciencia.

Rasnick: No tiene nada que ver con la ciencia. He expuesto esto como evidencia de que el otro bando sabe que están equivocados. Porque conozco mi profesión, y estamos muy orgullosos de lo que hacemos. Tenemos grandes egos, los científicos y médicos y demás. Nos encanta ver nuestros nombres por ahí. Nos encanta ganar premios, como los premios Nobel, y que se pongan nuestros nombres en publicaciones importantes y cosas así. Queremos reconocimiento y queremos pavonearnos. Queremos salir a la luz e impresionar a nuestros amigos y enemigos por igual, demostrarles lo brillantes que somos, y ser reconocidos por todo lo que hacemos.

Y estos chicos están yendo a espaldas nuestras, exponiéndolo al mundo, pero no en un foro. Es como decir que eres el mejor boxeador del mundo o el campeón del mundo de baloncesto, pero no quieres jugar ningún partido. No juegas; sólo dices que eres el mejor de mundo. Y el hecho de que no estén jugando, para mí, es un claro indicativo (otro más) de que son conscientes de que su postura, si no desesperada (y creo que algunos piensan que es desesperada), al menos es muy difícil.

Así que todo fue política. Tiene Usted razón. Todo el asunto de Durban no tuvo nada que ver con ciencia. Fueron ellos intentando defenderse contra un ataque muy efectivo sobre la estructura total, el edificio al completo de la hipótesis del VIH que contagia el SIDA, que Thabo Mbeki está desafiando.

Conlan: ¿Van a haber estudios como resultado de este grupo que realmente pongan a prueba la hipótesis del VIH-SIDA?.

Rasnick: El tiempo lo dirá. Todo lo que sé es que nos hemos comprometido a hacer experimentos. Eso está lejos, muy lejos del hecho de realizarlos. Creo que, mientras Thabo Mbeki tenga poder de decisión en el asunto, algo se hará. No ha renegado de ninguna de sus promesas o compromisos. Ha cumplido con todos ellos, que yo sepa. Y ha dicho que el gobierno de Sudáfrica va a pagar estos estudios. Se supone que los resultados de esos estudios les serán presentados al final de este año.

Por lo tanto, estoy convencido de que algo se hará. Lo que sea que se haga y quién lo hará, ya es otra cuestión.

Geshekter: Yo propuse una serie de estudios posibles durante mis intervenciones. Al final, encontré que el trabajo último del grupo era un poco escurridizo y sigue pareciéndomelo. Parece haber cierto consenso general sobre la necesidad de desarrollar protocolos cuidadosamente examinados, así como estrategias de investigación que intenten explicar, una vez más (o por primera vez, si se quiere) cuales son exactamente los vínculos entre los anticuerpos del VIH y el desarrollo de los síntomas clínicos que definen un caso de «SIDA» en África, y hacer claras distinciones entre correlación y causación. Creo que por ahí es por donde se está yendo ahora mismo.

Harvey Bialy.Rasnick: Harvey Bialy y William Makgoba del Consejo de Investigación Médica en Sudáfrica, estaban diseñando un estudio, que el gobierno de Sudáfrica va a financiar, para probar si el test del VIH, el test ELISA, en Sudáfrica realmente testa el VIH. No dice nada del SIDA. Esta prueba, este experimento, no estudiaría si el VIH causa el SIDA. Su única intención es (responder a la pregunta): ¿son los anticuerpos contra el VIH un verdadero indicador de la presencia de VIH?. Eso es lo que el gobierno se ha comprometido a financiar y eso es lo que Harvey y Makgoba dicen que van a hacer.

El otro estudio, que yo no creo que se vaya a hacer, porque sencillamente no creo que el CDC lo vaya a hacer, se basa en el hecho de que todos los años durante los últimos 15, han testado a un par de millones o así de reclutas, aspirantes al Ejército, la Armada, las Fuerzas Aéreas, los Marines, «Job corps» y organizaciones así. Tienen decenas de millones de jóvenes que han sido testados a lo largo de estos años, y decenas de miles de ellos han sido rechazados por el Ejército por tener anticuerpos del VIH.

Es un experimento muy simple. La hipótesis del VIH estima un margen de tiempo de más o menos 10 años entre el momento en el que se tiene anticuerpos de VIH y el momento en el que se tiene SIDA. Bien, pues desde que comenzaron a hacer esto, hace ya ahora 15 años, la hipótesis del VIH predeciría que, sin duda, más de la mitad de estas personas tendrían SIDA ahora, porque ya hemos recogido datos de la gente suficiente durante el tiempo suficiente. Ya tenemos cifras altas.

Así pues, el experimento consiste en obtener de forma aleatoria 1.000 de estos nombres de jóvenes que se pueden encontrar, y ver qué tal les va, ver cuáles de ellos han estado tomando fármacos para el VIH, cuáles tienen una historia de narcóticos. Ver cuántos de ellos están vivos, si están sanos y cual es su estado de salud. Predecimos que la inmensa mayoría (entre el 80 y el 90 por ciento de la gente que no haya consumido fármacos para el VIH o narcóticos) estarán vivos y en buen estado de salud. La hipótesis del VIH dice que serán menos del 50 por ciento.

Ese es un experimento muy claro y fácil de llevar a cabo. Existe un precedente. A principios de año, hubo un estudio en el que se recogía información desde hace 45 años atrás (era un estudio de 45 años porque retuvieron muestras de sangre de militares) y se analizaba las muestras de sangre para ver la incidencia de hepatitis C. Ahora todo el mundo piensa que la hepatitis C es importante desde que apareció el VIH. Y las conclusiones fueron que, tras este estudio de 45 años, la hepatitis C no supone un riesgo para la salud. Ahora, esto es interesante en sí mismo, pero lo más importante es que tenemos un precedente. La gente puede volver atrás y obtener información del Ejército sobre la hepatitis C. Así que deberíamos poder hacer lo mismo con el VIH.

Nota: Conlan edita y publica Zenger's, una revista mensual de política, cultura, salud y estilos de vida alternativos, en la que se publicó una versión ligeramente diferente a ésta.

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Las afirmaciones de la promiscuidad entre los negros africanos merece el escrutinio.

Si el SIDA en Sudáfrica se deriva de un microbio transmitido sexualmente (como se dice que es el VIH), en lugar de la simple pobreza, entonces los casos de SIDA deberían prevalecer entre las poblaciones más ricas y promiscuas, pero no entre las poblaciones empobrecidas, menos libertinas.

Esta línea de pensamiento lleva a un corolario rara vez examinado de la explicación del SIDA por medio del VIH: la predicción de que las poblaciones empobrecidas del África negra que se caracterizan por altos índices de seropositividad y SIDA son más promiscuas que las poblaciones blancas de buena posición, cuyos casos de seropositivad y SIDA son raros.

Al igual que la mayoría de las implicaciones en el modelo VIH-SIDA, ningún investigador ha examinado éste formal y críticamente. Los únicos observadores que han considerado este corolario son los que dudan o incluso rechazan de plano la noción entera de que el VIH causa el SIDA. Los escritores, editores y comentaristas en la revista de noticias más importante de África, «New African», por ejemplo, señalan regularmente que no existe ningún estudio formal que haya demostrado que las poblaciones de África en las que prevalece el VIH sean más promiscuas que las poblaciones en las que escasea el VIH. Los escritores de «New African» dudan que sea así.

También lo duda Charles Geshekter, miembro del Consejo de Rethinking AIDS, un catedrático historiador africano con una extensa investigación y muchos viajes por el continente a sus espaldas. Geshekter participó en el grupo de asesores de Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica.

«Si el SIDA se transmite a través del comportamiento heterosexual o el sexo sin preservativo», dijo a Rethinking AIDS a su vuelta, «entonces es seguro que el epicentro debería incluir a las poblaciones blancas adineradas de la comunidades de veraneo de Durban, los frondosos suburbios de Johanesburgo y la escena mundana internacional en torno a «Camps Bay» y «Sea Point» en Ciudad del Cabo. Los blancos acomodados en estas áreas tienen más ingresos, tiempo y oportunidades de tener múltiples parejas sexuales que los negros en las regiones en las que prevalece el VIH».

«Habiendo pasado cinco semanas en Sudáfrica y viajado 2.500 millas a través del todo el paisaje, ví muchas más pruebas de la presencia de una cultura sexual abierta de surfistas, consumidores de drogas, cuerpos gloriosos, tiendas porno, «sex-shops» y guapas prostitutas dentro de una milla en torno a la habitación de mi hotel en «South Beach» en Durban de las que nunca ví en las regiones azotadas por la pobreza como Zululand y Maputaland, en las que la mala salud y las enfermedades endémicas se manifiestan como varios trastornos de «SIDA», tales como tuberculosis, consunción, fiebre y diarrea, incluso en personas que testan VIH-negativo».

«Y, a pesar de ello», dice Geshekter, «las regiones blancas adineradas que se caracterizan por una considerable promiscuidad en Sudáfrica son las últimas en las que uno encuentra casos de SIDA».

Mientras tanto, «la proclamada» zona cero de la epidemia del SIDA en Sudáfrica es Kwa Zulu Natal, en la que la pobreza, no la promiscuidad, tiene un papel predominante en la cultura. La provincia es altamente cristiana, en la que las iglesias sionista, apostólica y shembe ejercen papeles poderosos e influyentes en las vidas diarias de la gente. En estas culturas, en las que los síntomas del «SIDA» florecen, las relaciones sexuales están vigiladas de cerca y reguladas por la presión de la comunidad y la vigilancia de los demás ciudadanos».

Geshekter afirma que su búsqueda de la literatura científica médica y social, y la observación de primera mano no han identificado ninguna base empírica que atribuya a la actividad sexual la culpa del aumento o la causación del «SIDA» endémico en Africa. En lugar de ello, los datos apuntan a una pobreza aumentada o endémica y a factores relacionados. Le gustaría que su hipótesis fuese puesta a prueba formalmente por investigadores financiados, y que los temas de pobreza, educación, estabilidad social y racismo recibiesen tanto interés y preocupación internacional como las especulaciones del SIDA de transmisión sexual.

Artículo publicado en el número 61 de la revista «Medicina Holística». Edita: Asociación de Medicinas Complementarias (A.M.C.).


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