Más Allá de la Ciencia.

Mirko y Monike Beljanski.
Una esperanza para el cáncer y el SIDA.

A todos aquellos para quienes una verdad es más preciosa que una ventaja. Así comienza el libro de Mirko y Monike Beljanski La Salud Secuestrada, que ha levantado oleadas de opiniones contradictorias en el Estado francés y una polémica tal que el propio Ministerio de Sanidad francés se ha querellado contra ellos. No era, por otro lado, de extrañar, ya que los doctores Beljanski denuncian en un texto ameno y absolutamente claro los entresijos del mundo de la alta investigación y sus dramáticas consecuencias, al tiempo que exponen los principales resultados de sus investigaciones y las dificultades que se les han presentado para llevarlas a cabo. El propio doctor Beljanski nos lo cuenta en una entrevista exclusiva para MÁS ALLÁ. 


Mirko y Monique Blejanski.Doctor en Ciencias por la Universidad de París, la historia personal y profesional de Mirko Beljanski ha estado siempre vinculada a la de la química y bacterióloga Monique Beljanski, su esposa y compañera inseparable de investigación. Juntos iniciaron su trabajo en el Instituto Pasteur, en 1951, atreviéndose a abrir nuevos caminos que entraban en franca contradicción con las tesis imperantes en ese momento. Después de trabajar dos años en la Medical School de Nueva York, bajo las órdenes del profesor Severo Ochoa, el matrimonio Beljanski se decanta definitivamente por el estudio del papel determinante del ARN y la puesta a punto de anticancerosos y antivíricos específicos de acción selectiva y no tóxica. Obligados a abandonar el Instituto Pasteur después de treinta años de pertenecer a él, la pareja se refugia en la Facultad de Farmacia de Chatenay-Malabry, donde prosiguen sus actividades con el único apoyo de algunos mecenas y de los escasos investigadores libres que se atreven a confirmar como válido el camino abierto por los Beljanski. Desde 1988 es la Asociación COBRA la que mantiene sus investigaciones en el laboratorio privado Cerbiol, donde cada vez llegan más médicos y simpatizantes que cierran filas a su alrededor. Gracias a estos apoyos, el matrimonio Beljanski está hoy en disposición de ofrecer una nueva estrategia anticancerosa y antiviral aplicada a la lucha contra el cáncer y el sida, como así lo avalan los historiales médicos de enfermos de uno y otro tipo depositados ante el Ministerio de Sanidad francés, sobre los que todavía este organismo no se ha atrevido a pronunciarse. Sin embargo, sí que ha habido pronunciamientos por parte de los investigadores y médicos que se han decidido a aplicar las sustancias creadas por el matrimonio Beljanski a sus enfermos. Tal es el caso del profesor M. Grandi y sus colaboradores del Centro de Estudios y Terapias de la Neoplasia, en Torino, que han comprobado y difundido públicamente su eficacia en el tratamiento de los gliomas malignos o el cáncer de próstata, entre otros.

Pero los descubrimientos trascienden el campo del cáncer e inciden de lleno en los resbaladizos territorios del sida, donde gracias a moléculas de origen natural el equipo Beljanski es hoy capaz de luchar con eficacia en los estadios I, II y III de la enfermedad. Con respecto a los enfermos en fase IV, último estadio del sida, las sustancias Beljanski, que protegen a las células madre generadoras de células sanguíneas, son capaces de hacer recuperar sus linfocitos a estos enfermos más graves, siempre y cuando su sistema inmunitario no se haya masacrado por la ingestión prolongada de AZT. Tratada suficientemente a tiempo, aseguran, la patología se mantiene a raya al menos durante los años que se viene desarrollando la investigación. Después de tres años, los enfermos de sida medicados con las sustancias Beljanski han visto cómo sus infecciones oportunistas desaparecían. Cuenta el doctor Beljanski que uno de sus jóvenes, exultantes y bronceados «sidosos», todavía visita de vez en cuando el hospital parisino donde recibía tratamiento antes de decidirse a tomar los nuevos productos. En este hospital se sigue administrando AZT y los pacientes mueren o sobreviven en estados francamente deteriorados. Y el doctor Beljanski, haciendo gala todavía de una gran ingenuidad, pregunta a su joven enfermo: «¿Y que dicen tus antiguos médicos cuando te ven en tan buen estado? ¿Saben que estás recibiendo otro tratamiento?» «Sí, lo saben, contesta el paciente. Pero no hacen ni preguntas ni comentarios». Es el mismo silencio con que las instancias administrativas han recogido los casos de cancerosos que se han recuperado, un silencio que en opinión de Mirko y Monique resulta «sintomático» y que les lleva a concluir «que no se alegran de la curación de un enfermo, sencillamente porque no es obra suya». Algunos de estos médicos incluso se han cruzado con pacientes a los que diagnosticaron la muerte hace ocho años y que siguen «milagrosamente» vivos. Ante ellos, los que realizaron tan drástico vaticinio sólo se atreven a volver la cabeza para mirar hacia otro lado.

«¿Cómo pueden hombres así seguir responsables de los servicios hospitalarios?», se pregunta el matrimonio Beljanski. Y la suya es una pregunta que señala a todos, pero que nadie se atreve a responder.

En 1986, Pierre Silvestri fundó en el Estado francés la Asociación Cobra con el objetivo de prestar apoyo moral y material a Mirko y Monique Beljanski. Se trata del mismo Pierre Silvestri que pocos años antes había acudido a los investigadores desesperado ante la enfermedad cancerosa de uno de sus hijos. Por desgracia, fue demasiado tarde para aquel niño de once años; sin embargo, el señor Silvestri quedó tan deslumbrado con el trabajo de estos investigadores y su situación de absoluta indefensión frente a la ciencia oficial que decidió prestarles toda su ayuda, consiguiendo organizar en el Estado francés treinta y cuatro delegaciones con más de quince mil asociados.

En junio de 1990 COBRA llegó al Estado español asentándose en Barcelona, bajo la presidencia de Joaquim Mititieri. Desde allí se intenta que médicos y enfermos de nuestro país conozcan el nuevo enfoque Beljanski y sus posibles tratamientos. Joaquim Mititieri no encuentra suficientes palabras de agradecimiento hacia Monique y Mirko, sobre los que le consta que pasaron la última Nochevieja y las primeras horas del Año Nuevo en su laboratorio de St. Prim, investigando. Porque para Mirko, Monique y su pequeño equipo los resultados ya conseguidos no son más que una primera avanzadilla de lo que habrá de venir después. Ellos están dispuestos a seguir poniendo toda la carne en el asador, inasequibles al desaliento a pesar de la escasez de las ayudas que les obliga a avanzar más lentamente.

Quizá las instancias administrativas tarden todavía unos cuantos años en reconocer su trabajo; acaso no lo hagan nunca. En todo caso, cabe preguntarse si no habrá llegado la hora de que los enfermos y el ciudadano de a pie tomen la palabra y hagan saber al lado de quién están. Quizá es la única esperanza que nos queda, el único rescate posible para que nos devuelvan la salud que nos quitaron.

Lo cierto es que la singular trayectoria de estos investigadores independientes, la importancia de sus descubrimientos y su enfoque de la Medicina, que rompe con los antiguos paradigmas y se acerca -peligrosamente para algunos- a los parámetros que se supone habrán de regir la Medicina del próximo milenio, nos han parecido motivos más que suficientes para entrevistarlos. Y así lo hicimos, aprovechando su última visita al Estado español el pasado mes de enero, para exponer sus descubrimientos en las denominadas «Jornadas Biosalud Beljanski», que tuvieron lugar en la sala del Ateneo de Barcelona, abarrotada por cerca de setecientas personas, entre ellas setenta médicos.

-Doctor Beljanski, usted estaba considerado como un investigador muy prometedor mientras ejercía su trabajo en el Instituto Pasteur y ha colaborado con científicos de renombre como Severo Ochoa. Sin embargo, hoy, de alguna manera ha pasado de ser protagonista de la Ciencia «oficial» a convertirse en objeto de persecución por parte de la misma...

-No lo creo así. En primer lugar, nunca me he sentido protagonista de nada, sino que, sencillamente, tuve una buena idea que se ha revelado rentable científicamente, justa e interesante para la salud pública. Esta idea, es cierto, chocó con los prejuicios científicos y con determinados intereses. Ahí nacieron las dificultades, pero tampoco me considero un «denostado» de la ciencia oficial.

-¿Y cuál fue esa idea de partida que tantas dificultades le ha creado?

-En aquella época, y le estoy hablando de hace cuarenta años, deseaba demostrar que el ADN de nuestro cuerpo puede recibir mensajes procedentes del ARN e incluso de las proteínas. El descubrimiento de una enzima enormemente interesante en la bacteria Escherichia Coli confirmaba mi hipótesis de partida. Pero aquel trabajo contradecía las ideas vigentes, sobre todo las de mi director en el Instituto Pasteur, Premio Nobel en 1965. Ha habido que esperar, en consecuencia, nada menos que diecisiete años para que investigadores americanos «redescubrieran» esta enzima, llamada transcriptasa inversa, que juega un papel esencial en los procesos de invasión de algunos virus como el del sida. En fin, el hecho es que a partir de entonces mi situación en el Instituto Pasteur se hizo muy difícil.

-Cuando habla de su superior en el Instituto Pasteur, ¿se está refiriendo al Premio Nobel Jacques Monod?

-En efecto. Jacques Monod, en su best-seller El Azar y la Necesidad, defendía el llamado «dogma central», según el cual toda la información emanaba del ADN y solamente de él, y eso en el mismo tiempo en que mi esposa y yo, en colaboración con otros dos científicos, publicábamos la tesis opuesta. El doctor Monod consideró «ofensivo» nuestro trabajo, aunque nunca reprobó públicamente nuestras ideas. Pero, como usted podrá comprender, mi intención no fue contrariarle ni a él ni a a nadie, sino que era la misma Naturaleza la que imponía la verdad. En el laboratorio habíamos conseguido argumentos y pruebas irrefutables; y, sin embargo, mi equipo, formado por dos investigadores, dos técnicos y yo mismo, nos vimos obligados a abandonar el Instituto Pasteur.

-¿En qué consiste su enfoque del cáncer y el sida y qué lo diferencia de las posturas tradicionales?

-En el cáncer, toda mi atención ha estado centrada en encontrar sustancias que bloqueen la multiplicación de las células cancerosas pero respetando las sanas, algo que no ocurre con los tratamientos tradicionales, muy agresivos y que destruyen a unas y a otras. Si hoy afortunadamente ya disponemos de estos productos «selectivos» es porque desde hace muchísimos años nos empeñamos en investigar en esa dirección, pese a que nos decían que buscábamos un imposible. Hoy hemos demostrado que aquello era realizable. Hemos procedido de la misma manera en el campo de la virología y disponemos de moléculas naturales capaces de atacar un virus, en particular el de la sida, sin afectar a los linfocitos sanos en los que el virus no se desarrolla.

-¿No son entonces el cáncer y el sida enfermedades mortales...?

-Es inadmisible desahuciar a los enfermos como la Ciencia viene haciéndolo. ¡Nuestra obligación como científicos es exactamente la contraria, la de imaginar y encontrar soluciones curativas! Nosotros hemos iniciado una vía buena, pero seguimos trabajando para mejorarla.

EL ENFOQUE SELECTIVO.

-¿Cuál es su opinión sobre los tratamientos que se dispensan actualmente en los hospitales a los enfermos de cáncer o de sida?

-Afirmo rotundamente que son demasiado tóxicos y, en muchos casos, lamentablemente ineficaces. Por un lado, su toxicidad debilita excesivamente al paciente, y por otro, los virus o las células cancerosas desarrollan con rapidez una resistencia a las medicinas sintetizadas químicamente. Por eso nosotros trabajamos con moléculas naturales.

-Tenemos entendido que su opinión sobre el AZT, el medicamento que se receta a los enfermos de sida, es particularmente negativa...

AIDSgate de Ronald Reagan.-Este compuesto, que yo califico de «venenoso», fue desarrollado por la industria farmacéutica Welcome como anticancerígeno en los años sesenta, pero no llegó a comercializarse porque no pasó las pruebas sanitarias. Archivado por inservible, tras la aparición del sida volvieron a sacarlo del armario y y hoy se presenta como el único tratamiento posible contra esta enfermedad. ¿Cómo ha podido operarse tamaño milagro? Sencillamente, porque la Administración Reagan devolvió a la Welcome el apoyo y se reconoció como válido el AZT después de unos ensayos insuficientes e incorrectos, otorgándole el monopolio mundial durante siete años. No es de extrañar que las acciones de la Welcome hayan ido subiendo como la espuma. Si a esto añadimos que, por ejemplo en el Estado francés, la Welcome ha montado laboratorios que dan trabajo a muchas personas, queda claro que los factores políticos y económicos son demasiado poderosos. Hay muchas cosas que la opinión pública desconoce; por ejemplo, que incluso en el campo estricto de la investigación una tercera parte de los investigadores han sido descubiertos haciendo trampas con el fin de obtener fondos para sus trabajos o equipos; o que la misma Welcome fue la que lanzó al mercado los famosos excitantes sexuales Poppers, que lamentablemente siguen consumiéndose a pesar de que hay fundadas sospechas de que inciden en la aparición del sarcoma de Kaposi, una de las enfermedades afines al sida. Por desgracia, en esta época hemos banalizado la corrupción y eso provoca consecuencias dramáticas desde todos los puntos de vista.

-¿Y en qué consiste el nuevo tratamiento que usted presenta para combatir el cáncer? ¿Es compatible con la radioterapia o la quimioterapia?

-La diferencia entre mi enfoque terapéutico y el practicado en los hospitales reside en la protección de las células sanas y el ataque exclusivo a las cancerosas. Es posible combinar las sustancias que hemos desarrollado con la quimioterapia o la radioterapia, pero siempre utilizando dosis menos fuertes de las habituales. De hecho, esta combinación produce resultados más satisfactorios que si el enfermo opta por un tratamiento exclusivo. Nuestras sustancias disminuyen la toxicidad de los tratamientos habituales y nos lleva a evoluciones enormemente satisfactorias en un gran número de casos.

-¿Y con respecto al sida?

-Por desgracia, en este caso nuestras sustancias son incompatibles con la administración de AZT, un medicamento tan destructivo que no podemos hacer nada para reparar los daños que sólo él provoca. Nosotros hemos elaborado un producto que actúa muy selectivamente contra el virus del sida sin destruir los linfocitos T4 sanos, lo que ha sido confirmado por especialistas de distintos centros hospitalarios. En los años -todavía pocos- que lo llevamos suministrando, los resultados son muy optimistas, tanto mejores cuanto antes llegue el enfermo a nosotros. Los índices de mortandad son muy bajos, remiten las infecciones oportunistas y mejora la calidad de vida. Insisto en que nuestros productos tienen la propiedad de no destruir ni los glóbulos rojos, ni las plaquetas, ni los glóbulos blancos; y en cambio sí destruyen el virus o la célula enferma.

-¿Cuál será, en su opinión, la evolución del cáncer o el sida en los próximos años?

-Con respecto al sida, aproximadamente un once por ciento de los contagiados parece que diez años después siguen perfectamente sanos; y el futuro para ellos podría ser aún mejor si utilizan productos no tóxicos capaces de frenar la multiplicación del virus. Pero si no se pone a disposición de los enfermos sustancias que impidan el desarrollo de la enfermedad, se producirá una catástrofe mundial, porque el virus comienza a volverse resistente a los medicamentos tradicionales como el AZT o el DDI. En cuanto a los cánceres y su incidencia cada vez mayor, si no se llevan a cabo progresos sustanciales en un futuro próximo la situación se hará muy difícil...

-Se han difundido varias hipótesis con respecto al origen del sida, y en ellas se han visto involucrados desde los monos hasta la guerra bacteriológica. ¿Cuál es su opinión?

-No puedo responder satisfactoriamente a esa pregunta porque no dispongo de elementos suficientes para defender una u otra tesis. Si aceptamos que el virus puede pasar del animal al hombre, una explicación posible pero que necesitaría ser rigurosamente demostrada, entonces queda claro que los virus sufren mutaciones cuyas consecuencias no son siempre controlables. Por otra parte, los laboratorios no llevan demasiado tiempo trabajando con los virus, y si la epidemia del sida se debiera a una contaminación o error de laboratorio es de suponer que habría afectado antes a los países desarrollados, cuando ha sucedido justamente lo contrario. También se sabe que los primates albergan virus próximos al del sida y esto induce a pensar en el despertar de una cepa patógena, o en la evolución de un virus de origen animal que pasa al hombre.

-¿Cuál es su opinión sobre las llamadas medicinas alternativas en el tratamiento del cáncer o el sida? ¿Resultan útiles determinadas prácticas como la relajación o la visualización?

-Personalmente no creo que en el caso de enfermedades tan serias como éstas puedan aportar una solución, pero sí ser una ayuda. Con respecto a su segunda pregunta, no estoy del todo seguro; sólo puedo afirmar que se ha demostrado científicamente que el estrés disminuye las defensas, pero todavía no sabemos si éstas aumentan con el optimismo. Si usted tiene cinco gramos de tejido canceroso, seguramente su optimismo no podrá eliminarlos, pero sí le ayudará a soportarlos y a combatirlos con los medios a su alcance.

NUESTRA SALUD, EN MANOS DE OTROS.

-Usted ha escrito un libro, La Salud Secuestrada, que ha levantado una fuerte polémica en el Estado francés. ¿Qué es para Mirko Beljanski la salud y quién la secuestra?

-La salud es el equilibrio que sólo se consigue respetando las reglas de la vida, y cuando no se sabe, no se puede o no se quiere hacerlo se declara la enfermedad. Entonces ésta deberá ser tratada, pero sin añadir más toxicidad al organismo ni ocasionar nuevos deterioros. Esta es la razón por la que preconizo tratamientos no tóxicos y el uso de moléculas protectoras de las células sanas en los casos en los que fuera indispensable un tratamiento tóxico como la quimioterapia. Y, efectivamente, nuestra salud está siendo secuestrada por las grandes firmas farmacéuticas, el poder político y una determinada prensa.

-¿Y qué opina la comunidad científica «ortodoxa» sobre eso?

-¿Científicos ortodoxos? ¡Los ortodoxos somos nosotros!

-¿Continúa su persecución en el Estado francés?

-No, ya no; más bien al contrario. Creo que se está operando un proceso de acercamiento hacia nuestras posiciones. Cada vez son más numerosos los médicos que se inclinan por las plantas, y también los investigadores e incluso la industria farmacéutica. Por ejemplo, una multinacional como la Rhône-Poulenc acaba de contratar quinientos investigadores para un programa destinado a buscar nuevos productos biológicos en las plantas, un camino que nosotros comenzamos a recorrer hace quince años. Incluso la firma Merck ha comprado terrenos en Nicaragua para estudiar la flora de este país, y cada vez se invierte más en los estudios fitológicos. Existe, por tanto, un reconocimiento implícito del papel esencial que las plantas jugarán en la medicina del futuro.

-¿Cuál es el papel que desempeñan las multinacionales farmacéuticas en nuestras políticas de salud?

-Considero que juegan un papel esencial, pero negativo, ya que influyen de manera unilateral en las decisiones políticas y manipulan ingentes sumas de dinero con los consiguientes abusos y desviaciones económicas habituales. En cambio, podrían desempeñar una función positiva si fabricaran buenos medicamentos a precios asequibles.

-¿Tienen incluso el poder de boicotear un descubrimiento o retrasar su aplicación aunque esto cueste vidas humanas?

-¡Claro que sí! Tienen suficiente poder para enterrarnos a todos.

-¿Cuenta usted y su equipo con el apoyo de alguna institución oficial para seguir investigando?

-De ninguna manera. Contamos tan solo con el mecenazgo, con nosotros mismos y con la Asociación Cobra, que nos apoya en todo. Y sobre cualquier otra cosa contamos con nuestros enfermos, que necesitan soluciones eficaces y no tóxicas para sus problemas de salud.

Centers Disease Control (CDC).-¿Es inteligente por nuestra parte confiar nuestra salud a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el renombrado CDC (Centro para el Control de la Enfermedad) de Atlanta, que aparentemente son parte de esas políticas sanitarias que usted censura?

-Hoy por hoy, pienso que es mejor que no les confiemos algo tan importante como nuestra salud.

-¿Qué es lo que le gustaría decir a las personas seropositivas o enfermas de sida antes de abandonar el Estado español?

-Ante todo, que no se dejen hundir psicológicamente, porque eso es decisivo para remontar la enfermedad. No deben olvidar que el temor es, por sí solo, inmunodepresor. Y, por supuesto, les recomendaría que se informasen a fondo sobre su problema en la asociación que nos apoya en el Estado español.

Concha Labarta (con la colaboración y traducción de Eduard Tell).


Las substancias Beljanski.

La legislación vigente estipula que un enfermo puede beneficiarse de un tratamiento médico que aún no ha conseguido las autorizaciones necesarias, a condición de que el propio enfermo realice una petición personal y por escrito donde solicita ese tratamiento. Esta es la única vía legal por la que se pueden obtener las sustancias elaboradas por el equipo de Mirko Beljanski, sustancias que desde hace poco tiempo comercializa en exclusiva una empresa suiza y que siempre son solicitadas y prescritas por médicos formados en esta nueva estrategia biomédica y que han comprobado los beneficios de los nuevos productos. En el Estado español, los médicos que colaboran con Mirko Beljanski no son todavía demasiado numerosos, con la curiosa circunstancia de que mientras escasean los especialistas que se interesan por este tratamiento, crece, sin embargo, el número de los médicos de medicina general implicados, quizá porque algunos de ellos todavía no han olvidado el concepto de salud integral y se sienten más cerca de sus pacientes. A continuación presentamos a nuestros lectores las principales sustancias desarrolladas por el equipo Beljanski y sus propiedades más importantes.

BYOPARIL, cuyo principio básico se aísla de las hojas doradas del Gingko Biloba. Totalmente desprovisto de toxicidad y de efectos muy positivos en distintos tipos de cáncer. Excelentes resultados para combatir las fibrosis que aparezcan en enfermos sometidos a radiaciones.

P-100, mezcla de principios de origen natural, enriquecida con ciertos alcaloides, que actúa de forma selectiva contra el genoma de ciertos cánceres y virus. Su acción es sumamente interesante ya que es capaz de atravesar la barrera meníngea y llegar a las células cancerosas del cerebro. Está considerado como la «estrella» en la lucha contra el sida y puede ser suministrado de forma concentrada (PB-400).

RLB, producto inmunomodulador preparado a partir del cultivo de la Bacteria Escherichia Coli. Protege los leucocitos y las plaquetas y favorece la regeneración de estas células, combatiendo así el debilitamiento del sistema inmunitario. Su uso aumenta la eficacia de la radioterapia y quimioterapia, ya que protege las células sanas de la toxicidad de estos tratamientos.

BG-8, alcaloide que posee la propiedad de reconocer las cadenas de ADN desestabilizadas, lo que se traduce en un bloqueo de la multiplicación de las células cancerígenas. Resulta muy indicado en los tratamientos de cánceres digestivos, genitales, pulmonares y en diversos tipos de sarcoma.


Para más información, ver apartado sobre C.I.R.I.S.

Las personas interesadas en el libro «La Salud Secuestrada», de Mirko y Monique Beljanski (edición castellana), pueden solicitarlo en la sede de la asociación C.O.B.R.A.


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