La «Ingeniería Genética»
no es ninguna ingeniería.
Como se verá, debido a la complejidad y a la autoregulación
de la red de la vida, lo llamado «ingeniería genética»
no tiene ninguna posibilidad de reproducir sus experimentos, y menos aún
de predecir cuál será el resultado de ellos; luego no es
científica, y no puede en manera alguna ser, como su propio nombre
pretende, una ingeniería. Además, «la ingeniería
genética» sólo puede tener consecuencias perjudiciales
en cualquiera de sus aplicaciones, aunque el persistente marketing de sus
promotores por ahora haya logrado hacer creer lo contrario. Y los genetistas
de mercado y patente al servicio de grandes laboratorios engañan
a la humanidad y, muchos de ellos, se engañan a sí mismos.
Estas son las tres principales conclusiones respecto a «ingeniería
genética» (muchos otros temas fueron abordados) a las que
probablemente llegaría cualquier persona que hubiese tenido la suerte
de poder asistir a uno de los cursos sobre INGENIERÍA GENÉTICA:
ILUSIÓN Y REALIDAD que impartió en Barcelona y Bilbao el
biólogo, virólogo y genetista alemán Doctor Stefan
Lanka.
El Doctor Lanka explicó la complejidad
de la red de la vida, en particular la del ser humano. He aquí algunos
elementos. Aprender que el cuerpo humano consta de cien billones (un uno
seguido de catorce ceros) de células en cada una de las cuáles
están en marcha en cada instante diez mil (un uno seguido de cuatro
ceros) reacciones bioquímicas que se influencian las unas a las
otras, es una adquisición intelectual y vital de primer orden. Enterarse
de que la mayoría de este millón de billones (un uno seguido
de dieciocho ceros) de reacciones que se están realizando en nuestro
cuerpo en cada momento son aceleradas por enzimas y otros tipos de proteínas,
resalta la importancia de las proteínas. Ver en gráficos
cómo la información genética para que se forme alguna
de las proteínas más sencillas (como la beta-globulina) está
codificada en varios trozos (exones) del material genético (ADN)
de un mismo cromosoma, exones que están separados por trozos de
ADN que no contienen información genética conocida (intrones)
intercalados entre ellos, permite intuir el misterio que rodea al funcionamiento
de cada una de nuestras células. Oír que para muchas proteínas,
la información genética proviene de exones situados en cromosomas
distintos, aún hace la cosa más impresionante. Observar un
dibujo que representa cómo los exones necesarios para la formación
de una proteína se ponen uno a continuación de otro formando
el pre-ARN en el que se van apartando los intrones, es apasionante. Asimilar
que el paso de este pre-ARN a ARN-mensajero exige la eliminación
de los intrones, es subir un peldaño más en el conocimiento
de la realidad biológica. Seguir al ARN-mensajero en su salida del
núcleo para ser captado y leído por unos «aparatos»
llamados ribosomas que van sucesivamente leyendo cada tres letras genéticas
y las traducen en la adición de un aminoácido determinado
constituyendo así bloque a bloque las cadenas de aminoácidos
llamadas proteínas, es deslumbrador. Pero todo el proceso se hace
aún más atrayente cuando se interioriza que:
-
el lenguaje genético no es universal, lo cual significa que la lectura
que el ribosoma hace del mismo ARN-mensajero depende de las condiciones
que rodean a la célula, por lo que la misma información genética
puede dar lugar a proteínas distintas;
-
la célula puede producir proteínas para las que no existe
información en los cromosomas;
-
orgánulos celulares tienen restos de información genética
de efecto no conocido;
-
la información genética interacciona con el medio ambiente
tanto de la célula como del cuerpo;
-
ni con los ordenadores más potentes se puede predecir la evolución
de una ecuación de tres variables que estén relacionadas
con el resultado de la ecuación; no digamos si intervienen centenares
o incluso millares de variables interdependientes, como ocurre en cada
célula, que sólo la propia vida es capaz de regular; etc.
Sólo falta entonces comenzar a aproximarse a la realidad de un cromosoma
y captar cosas como que:
-
es una molécula de ADN larguísima que contiene miles de millones
de letras genéticas;
-
es tan larga que para que no se rompa tiene que enroscarse en torno a unas
proteínas de sostén llamadas histonas;
-
para poder secuenciar trozos de un cromosoma y que ello sirva de justificación
para, pegando trozo a trozo las secuencias obtenidas, diseñar este
engendro llamado «Mapa del genoma humano», los «especialistas»
tienen inevitablemente que romper por numerosos lugares cada cromosoma;
-
los dos hilos de cada cromosoma (el proveniente de la madre y el proveniente
del padre) están intercambiando permanentemente información
entre sí;
-
distintas partes de un mismo cromosoma están intercambiando constantemente
información entre sí;
-
distintos cromosomas están intercambiando permanentemente información
entre sí;
-
el núcleo tiene la tendencia a asimilar a su interior, e incluso
incorporar a sus cromosomas, el material genético que se encuentra
en el interior;
-
el citoplasma contiene una gran cantidad de ARN que no proviene de ADN
alguno;
-
el ARN tiene capacidad de replicarse a sí mismo y además
de traducirse en ADN (autoretrotranscripción), siendo a menudo estos
trozos de nuevo ADN, formados por transcripción inversa de trozos
de ARN, usados en procesos de reparación del ADN nuclear;
-
cada una de los cientos de mitocondrias que tiene cada célula es
una bacteria que, además de ser el pulmón celular productor
de la energía imprescindible, tiene su propio ADN del que depende
un millar de productos que son enviados al núcleo celular e intervienen
decisivamente en la programación de la información genética
nuclear; etc.
El Doctor Lanka combinó estos elementos
de la complejidad de la red de la vida con hechos como que:
-
es impredecible el lugar en que acabe situándose un trozo de material
genético manipulado que se introduce en una planta o animal; además,
la integración de dicho material genético manipulado en un
cromosoma produce cambios y destrozos no sólo cerca del lugar de
inserción sino también en zonas alejadas del mismo cromosoma
o de otros, e incluso puede romper el cromosoma. Esto convierte en humo
las promesas de superplantas o superanimales que tendrían propiedades
ventajosas (y, además, nos dicen que estables y permanentes). En
realidad, las consecuencias no pueden ser sino perjudiciales.
-
para introducir en una planta o un animal el material genético manipulado,
los fabricantes tienen que utilizar unos interruptores genéticos
durísimos provenientes de virus realmente existentes que, al dispararse,
obligan a la célula a cumplir la información genética
contenida en el trozo extraño. Además, añaden una
cola que hace que el pedazo que contiene la nueva información genética
no puede ser eliminado (digerido). Esto convierte a los llamados «alimentos
transgénicos» vehículo de auténticas bombas
de relojería genéticas que pueden explotar en cualquier momento
con consecuencias imprevisibles.
-
las proteínas humanas son tridimensionales. Esto permite declarar
nulamente fiables los llamados «tests de anticuerpos» utilizados
para fabricar enfermos de «hepatitis B ó C», de «SIDA»,
etc., ya que utilizan proteínas lineales (por esta y muchas razones
hay que prohibir inmediatamente la aplicación de dichos tests).
Además, resulta que las bacterias no pueden dar a las proteínas
que elaboran el carácter tridimensional específico de cada
proteína humana. Esto hace inevitable que los nuevos «medicamentos»
obtenidos por biotecnología genética tengan graves efectos
secundarios (lo confirman las peligrosas secuelas de la nueva insulina,
presentada como la más pura jamás lograda cuando ello es
totalmente falso).
-
la técnica de detección de material genético utilizada
(llamada hibridación) tiene fuertes limitaciones técnicas
intrínsecas. Esto convierte en criminales los llamados «tests
génicos o genéticos» que detectan supuestas mutaciones
en supuestos genes supuestamente responsables de cáncer, y que llevan
a amputaciones «preventivas» irreparables de mama, de útero,...
(Lo ilustra saber que hay más de 1.200 mutaciones registradas para
el mismo «gen BRCA-1» considerado como responsable del cáncer
de mama, y que estas mutaciones aparecen en los mismos porcentajes en las
mujeres con cáncer de mama que en las mujeres sin cáncer
de mama... ¡e incluso en los hombres!). Y también convierte
en instrumentos de control sin base rigurosa alguna la llamada «huella
genética» y el llamado «carnet genético».
-
las mitocondrias de la célula de la que se extrae el núcleo
quedan en la célula desechada, mientras que este núcleo es
insertado en otra célula que ya tiene sus propias mitocondrias.
Esto sólo ya convierte a toda pretensión de clonación
(es decir, de obtener organismos idénticos que desarrollarían
iguales características) en una manipulación comercial de
la que el show con la «oveja Dolly» (monstruo sobreviviente
entre los cadáveres de cientos de intentos fallidos) es tan sólo
su escenificación más conocida; etc.
Mi conclusión es que sería más coherente que el título
del curso fuese «INGENIERÍA GENÉTICA»: ¿REALIDAD
O ILUSIÓN?. O quizá ¿REALIDAD O ENGAÑO?. O,
más exactamente, ¿REALIDAD O MANIPULACIÓN CRIMINAL?.
O incluso LA ÚNICA REALIDAD DE LA «INGENIERÍA GENÉTICA»
ES LA GRAVE MANIPULACIÓN CRIMINAL CONSCIENTE QUE IMPLICA. Y todo
ello por razones de poder y de dinero, camufladas tras cortinas de humo
acerca de beneficios para la salud, el medio ambiente, la agricultura,
la investigación, la sociedad, el futuro, etc. Las razones éticas
para exigir que la «ingeniería genética» sea
inmediatamente paralizada, son importantes. Pero las científicas
son definitivas. Para lograrlo basta actuar para que, además de
bio-ética, haya bio-rigor.
Barcelona, a 14 de junio de 1998.
Lluís
Botinas (director de la asociación C.O.B.R.A.).