Cuerpomente. N° 10, mayo-junio 1992.

La salud secuestrada. Entrevista a Monique y Mirko Beljanski.

Mirko y Monique Beljanski.
Me indigna que cada día mueran niños a los que podríamos ayudar y, a veces salvar. Que cancerosos con tumores resistentes podrían ser cuidados de otra manera. Que la calidad de vida de las personas tratadas únicamente con medios clásicos podría ser fácilmente mejorada.

Que los enfermos de S.I.D.A. mueren en la mayor desesperación cuando sería posible salvar un buen número de ellos. Que todo esto ocurre porque nuestra solución está frenada. No porque no funcione, no porque tenga efectos secundarios perjudiciales, nada de eso, sino únicamente porque existe un sistema, unos mandarines y unos clanes poderosos que se oponen a nuestras propuestas. 


Mirko Beljanski es doctor en Ciencias, junto con su esposa Monique, trabajó durante treinta años en el Instituto Pasteur de París. Al entrar en una línea de investigación fuera de lo corriente, se han tenido que enfrentar, con frecuencia, tanto a personas como a estamentos que no aceptan fácilmente a quienes salen de las «normas establecidas socialmente».

Recientemente, el matrimonio Beljanski estuvo en Barcelona para presentar la traducción al castellano de su libro La Salud Secuestrada, así como para formar nuevos médicos en Barcelona que puedan trabajar con las sustancias Beljanski, a través del «Centro Oncológico y Biológico de Investigación Aplicada» (C.O.B.R.A.).

Aprovechamos esta excepcional ocasión para entrevistarles.

¿Las sustancias Beljanski actúan solamente en casos de cáncer o tienen también aplicación en el sida?

-Tenemos dos sustancias, el BG-8 y el P-100, ambas actúan selectivamente contra las células cancerosas pero no contra las células sanas. El P-100 es capaz de actuar sobre el virus del Sida. Hemos elegido expresamente esta sustancia, porque en la replicación del virus del Sida hay dos etapas: en la primera, es un virus de ARN que ha de transcribirse en ADN, y en la segunda fase, este ADN del virus se replica en ADN de la célula. Es preciso una sustancia que se fije en el genoma del ARN del virus, bloqueando la primera fase y, como consecuencia, también la segunda.

De las dos sustancias anticancerosas, el BG-8 sólo actúa sobre el ADN de las células cancerosas, pero el P-100 tiene la virtud de actuar sobre el virus del Sida en las dos fases: tanto en el ARN, bloqueando su transcripción en ADN, como en la segunda fase en que el ADN del virus se replica para incorporarse al ADN del linfocito.

¿Este tratamiento se realiza conjuntamente con el efectuado mediante quimioterapia y radioterapia convencional?

Sí, nuestras sustancias se pueden usar simultáneamente con la quimioterapia o la radioterapia oficiales. La explicación está en que la quimioterapia y la radioterapia desestabilizan el ADN de las células cancerosas y así facilitan la penetración de estas sustancias, porque sólo saben fijarse sobre los ADNs que están desestabilizados. El BG-8 y el P-100 no actúan sobre las células normales, y en cambio, cuanto más desestabilizadas están las células (células enfermas) mejor pueden penetrarlas y bloquearlas para impedir su reproducción.

¿Acepta la medicina convencional estas sustancias?

-No, pero hemos conseguido que, actualmente, un centro hospitalario universitario de Montpelier haga un seguimiento, desde hace casi un año, a un grupo de enfermos de Sida tratados con nuestras sustancias. Sabemos que los resultados son positivos, aunque todavía no se han hecho públicos. El problema es aumentar el número de enfermos con seguimiento, pero ya estamos preparando esta nueva fase.

No podemos decir que haya resultados al 100%, pero son muy buenos, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de enfermos nos llegan después de haber sufrido numerosos tratamientos con quimioterapia, radioterapia y medicinas alternativas. Se trata pues, de casos muy difíciles, pero incluso así podemos decir que conseguimos una prolongación de la vida y, sobre todo, una mejor calidad de vida.

Los mejores resultados los obtenemos con aquellas personas que nos llegan al inicio, sin haber recibido otros tratamientos. Los resultados son satisfactorios, aunque queremos superarnos aún más.

¿Qué probabilidades hay de que las sustancias Beljanski se comercialicen?

-Creo que están aumentando, debido a que el número de enfermos, tanto de cáncer como de Sida, está aumentando constantemente. El Ministerio de Sanidad francés acaba de hacer público que en el Estado francés hay unos 22.000 enfermos de Sida y, por lo menos, una cifra 10 veces mayor de seropositivos.

Por el hecho de que nuestras sustancias no són tóxicas, no tienen efectos secundarios y destruyen el virus del Sida, considero que nuestras posibilidades aumentan día a día. Además, no se produce dependencia a nuestros productos. Todo esto el mundo científico lo sabe, lo que hace falta es una decisión política.

Las empresas farmacéuticas no tienen nada que proponer por el momento, nuestras sustancias están preparadas y a punto, esperando una decisión política que manifieste que funcionan, no son tóxicas, no matan a las personas, son buenas, se pueden utilizar durante mucho tiempo y además, son menos caras.

Por ejemplo, el AZT que se usa con los enfermos de Sida y seropositivos, cuesta aproximadamente 6.000 francos franceses al mes, nuestros productos costarían una tercera parte.

Todo esto cuestionaria las sustancias que ya están presentes en el mercado. Así la casa Merck, que el año pasado comprobó unos 45.000 productos químicos, buscando que alguno de ellos actuara sobre el virus del Sida, no encontró ni uno solo. Ahora están obligados a volver a las plantas, y por ello, en Nicaragua, han comprado todas las plantas necesarias para investigar durante 10 años, buscando sustancias que actúen sobre el cáncer, el virus del Sida u otra clase de virus.

Esto indica que la concepción y al estrategia que pusimos en pie hace ya 20 años era, es y sigue siendo correcta. Aquellos que apostaron por las sustancias químicas se equivocaron, porque dichas sustancias no pueden actuar positivamente sobre el sistema inmunitario.

El sistema inmunológico defensor del ser humano es una cosa muy delicada, muy fina, y algo bárbaro como es una sustancia química no sabe comportarse adecuadamente con algo tan sutil y refinado como es el cuerpo humano. Sólo son recomendables los productos provenientes de plantas y bacterias, aunque no todos, porque también en las plantas hay sustancias tóxicas y venenosas. Nosotros tenemos medios técnicos seguros y rápidos (Oncotest) que permiten, en un máximo de 4 horas, determinar si una sustancia, incluso en una presencia infinitesimal, es neutra, tóxica, cancerígena o anticancerígena.

El Oncotest permite ver si en una planta hay algún componente interesante. Si es así, se trata de aislar este componente y comprobarlo, primero en tubos de ensayo, luego en cultivos de células, posteriormente en animales, y una vez recomprobada su no toxicidad, en seres humanos.

Si en cada etapa la sustancia actúa en el mismo sentido, sabremos que es adecuada. Esto permite que en muy pocos días podamos decidir si tiene sentido trabajar con una planta determinada. Esto es esencial, porque si hiciesen falta 5 años para detectar al azar algo interesante, sería lentísimo. La vida es demasiado rápida y las personas que sufren no pueden esperar 10-20 años a que la suerte permita encontrar una sustancia contra el cáncer o el Sida.

¿Tiene usted alguna teoría, y si es así, puede hacerla pública, sobre cuál es la causa del Sida?

-No quiero lanzarme a una investigación histórica sobre cual es el origen del virus del Sida.

Hay numerosas hipótesis al respecto y no tengo elementos suficientes para decir con seguridad una cosa u otra.

Sabemos que en el genoma de todos nosotros hay provirus que algún día pueden convertirse en virus. Por eso creo que lo más importante es que desde el momento en que se detecta la seropositividad se pueda utilizar una sustancia como la nuestra, que impida el paso a la fase siguiente, a la enfermedad, y preservar el sistema inmunológico.

Cuando el virus se introduce en un cuerpo puede actuar de dos formas distintas: matando la célula en la que ha penetrado, o bien integrándose y enviando mensajes a células que se modifican, aunque aparentemente continúan siendo normales, pero con el provirus en su interior.

Si no hay nada que impida que este provirus se transforme en virus, la enfermedad se desencadenará, pero si hay una sustancia que bloquea, se tienen todas las posibilidades de que la enfermedad no aparezca.

Por esto es esencial que las sustancias bloqueadoras no sean tóxicas y puedan usarse durante largo tiempo, pues si son tóxicas en su conjunto, el organismo no ganaría nada.

El mejor ejemplo es el AZT, es una sustancia tóxica que aunque, durante un cierto tiempo, frena la multiplicación del virus, sus efectos tóxicos destruyen los glóbulos rojos y los glóbulos blancos. Esto no ocurre nunca con nuestras sustancias. Tenemos ya casos, desde hace 6 años, que confirman que no aparece ningún grado de toxicidad. No podemos afirmar si dentro de varios años aparecerán complicaciones, pero los enfermos tratados hasta ahora viven sin enfermedades oportunistas y disfrutan de una vida normal.

¿Cuál es la aceptación de las sustancias Beljanski en otros países fuera del Estado francés?

-Hay personas en EE. UU., desde hace 2 o 3 años, y también en Suiza, Bélgica, Italia, aunque no sé exactamente el número, pero sí puedo precisar que en el Estado francés, con los médicos que colaboran con nosotros, seguimos unos 80 casos de seropositivos, y también algunos enfermos de Sida que están en niveles más bajos.

También quiero precisar que a aquellos que han tomado mucho AZT antes de comenzar con nuestras sustancias, solo podemos prolongarles la vida, pero no salvarles, porque han sido tratados con productos muy tóxicos o excesivamente tóxicos, que han destruido el sistema inmunológico. Cuando todos sus componentes están destruidos en un 90%, el 10% restante lo podemos mantener durante un par de años, pero los daños son irreversibles, porque el AZT se ha incorporado al ADN de las células sanas y no somos capaces de expulsarlo de ahí.

Este es también el problema con el DDI, primo hermano del AZT que lo sustituye en algunos lugares, pero que también provoca mutaciones y que, al igual que el AZT, provoca resistencia en más de un 70% de los casos, tras algunos meses de tratamiento.

Con nuestras sustancias no ha aparecido resistencia alguna. Pero como en la biología nada ocurre al 100%, dejamos la puerta abierta a la posibilidad de que aparezca un pequeño porcentaje de resistencia en el futuro. De momento podemos afirmar que en el caso del AZT la resistencia alcanza el 75% al cabo de unos 6 meses, mientras que con nuestras sustancias no ha aparecido después de 6 años.

En particular podemos afirmar que no aparece problema alguno ni con los glóbulos rojos, ni blancos, ni plaquetas, al contrario de lo que ocurre con el AZT.

¿Piensa usted que en breve el cáncer será una enfermedad perfectamente curable?

-Al contrario de lo que afirman algunos cancerólogos, no creo que el cáncer pueda ser erradicado, porque está ligado a la forma de vivir actual y se agrava en función de las sucesivas generaciones. Sí puedo afirmar que la combinación de nuestras sustancias con la quimioterapia y radioterapia, en dosis pequeñas, tiene unos resultados sorprendentes. Por ejemplo, el cáncer de pulmón no puede ser eliminado con el tratamiento oficial porque en más del 80% de casos aparecen células resistentes. Si este tratamiento se combina con 2 o 3 de nuestras sustancias, aunque no se pueda eliminar totalmente la posibilidad de una recaída, en numerosos casos se va claramente hacia la curación. Naturalmente esto depende de qué es lo que se define como curación. Por eso yo prefiero decir que las personas tratadas con esta combinación pueden comportarse de una forma perfectamente normal, eliminando muchísimos de los focos cancerígenos del organismo.

Quiero señalar que en el Estado francés, actualmente, hay cancerólogos que empiezan a aceptar nuestra forma de plantear el problema, llegando casi a copiar cosas que dijimos hace ya 10-15 años, como por ejemplo que la quimioterapia no puede solucionar el cáncer y que es necesario encontrar una nueva generación de sustancias no tóxicas y selectivas.

Es lento, pero los resultados les está haciendo ver que no se puede avanzar por el camino que están siguiendo desde hace ya más de 40 años. Lo mismo ocurre en el caso del Sida. Está quedando claro que la combinación de varias sustancias selectivas que actúan sobre distintos aspectos, tienen muchas más posibilidades de detener el cáncer o el Sida que una sustancia química ciega que destruye todo lo que encuentra a su paso.

No es necesario ser un científico ni un genio, sino simplemente tener buen sentido y reflexionar, para comprender que el enemigo no es sólo la célula cancerosa o vírica. Porque no basta tratar las células cancerosas o víricas, esto lo tenemos perfectamente controlado. Más difícil es actuar sobre el entorno de estas células enfermas, ya que repercuten distorsionando los procesos de síntesis de enzimas y todo lo que ha sido modificado por la aparición de la enfermedad.

Si no se tiene en cuenta esto, no habrá solución.

Es difícil, es complejo, pero no hay otro camino.

Lo interesante sería que la persona fuera capaz de tomar conciencia de cuándo se produce el desequilibrio a nivel celular para coordinar mentalmente el equilibrio celular a nivel íntegro, ¿no?

-Sí, sería maravilloso. Sé que hay personas que están investigando en esta vía.

Sabemos que cuando hay choques psicológicos o estrés, ello repercute creando disfunciones en toda una serie de células. Produciéndose un debilitamiento inmunológico. Se ha comprobado que los estudiantes que tienen que realizar sus exámenes sufren una caída considerable de linfocitos T4, y que los jugadores de tenis de primera clase bajan también su inmunidad durante un cierto tiempo.

Cuando se habla de estrés no se refiere a algo intangible, sino que es un proceso en el que ciertas sustancias son liberadas por las cápsulas suprarrenales, que pueden actuar sobre la hipófisis y todo el sistema hormonal y cambiar las condiciones de entorno de las células disfuncionales, y que pueden ser empujadas a procesos de cancerización.

¿Resulta muy caro un tratamiento con sustancias Beljanski?

-Puedo decir sencillamente que la asociación C.O.B.R.A. se ha creado para apoyar nuestras investigaciones y para promover que estas sustancias sean reconocidas oficialmente y puestas al alcance de quien lo desee.

Nuestro objetivo no es, en absoluto, convertirnos en una empresa farmacéutica y ganar dinero. Aunque estamos intentando transferir estas actividades a algunos laboratorios que las asuman. Mientras, la asociación aceptó tratar algunos casos y como una parte de ellos consiguieron buenos resultados, se ha multiplicado el número de candidatos y nos encontramos frente al siguiente problema: hay que organizar y mejorar el laboratorio de investigación, con personal adecuado para su buen funcionamiento esto es caro. (Quiero aclarar que tanto Monique como yo trabajamos gratuitamente). Existen una serie de gastos que hay que abordar y como nosotros no podemos vender las sustancias, solicitamos donativos para poder continuar funcionando, teniendo, además, presente que no recibimos ni un céntimo del gobierno. Los únicos apoyos financieros que recibimos son los de los socios y enfermos.

Tenemos 16.000 socios en el Estado francés y esto no es suficiente. No podemos hablar de precio. Sabemos lo que nos cuestan las materias primas, los salarios, pero queremos desembarazarnos lo antes posible de estos problemas pasando la responsabilidad a algunos laboratorios o a quienes se encarguen de la producción y comercialización. No se trata en absoluto de convertirnos en mercaderes del producto. Somos perfectamente conscientes de que los precios de los medicamentos oficiales aumentan terriblemente, de forma que hay que preguntarse si la sociedad, y en particular la Seguridad Social de un país podrá hacer frente a esta subida de los precios de unos productos que, además, mejoran escasamente.

Es necesario que cada ciudadano, cada médico, cada político, sea consciente de que la sociedad no puede permitirse este tipo de lujos, para que la gente sencilla que apenas gana lo necesario para vivir, no tenga que gastar dinero en sustancias que apenas son activas en un 10-15%. Este es un problema al que la sociedad debe responder, porque si no se producirá una reacción y la Seguridad Social sólo podrá cubrir los gastos en determinados hospitales.

Es por tanto un problema ético, un problema moral, un problema social que hay que tratar en su conjunto y en beneficio de la inmensa mayoría. Es injusto que los que tienen medios puedan dirigirse hacia mejores tratamientos y los que no los tienen se vean condenados a morir. Habría que reducir los beneficios que se consiguen con sustancias tan caras.

No puede ser que las empresas farmacéuticas ofrezcan cualquier producto que imaginan y de los que no tenemos necesidad, sino productos que la sociedad necesita.

Se calcula en más del 30% las enfermedades yatrogénicas, es decir, debidas a los tratamientos médicos. Recientemente tenemos el ejemplo del TIBO, un producto aparecido hace dos años en Bélgica, contra el Sida. Para ello han cogido un neuroléptico anterior, lo han modificado químicamente y han visto que en los tubos de ensayo este producto era enormemente efectivo sobre el virus del Sida (in vitro). Pero cuando han empezado los ensayos clínicos con el ser humano, se han encontrado con que muchos han abandonado el tratamiento, y que entre los que han continuado ha habido una mortalidad de más del 65%.

Es un ejemplo más de una sustancia que no está basada en un enfoque biológico correcto, sino en una lógica que consiste en decir «voy a modificar las estructuras de un producto químico que ya tengo y ofrecerlo a la gente». No tenemos necesidad de esto, sino de algo que funcione. Que no mate, que sea bueno y que, incluso, si no puede arreglar definitivamente el problema, si permita prolongar 10-15 años la vida.

Otro ejemplo es el TAXOL, que los norteamericanos han obtenido a partir del tejo, y que hay que abatir miles de árboles para tratar a unas pocas personas, lo cual es absurdo, además de que es tóxico.

En los casos de tumores resistentes, con la combinación de la quimioterapia, radioterapia y sustancias Beljanski, se consigue incidir en ellos positivamente. 


Para más información, ver apartado sobre C.I.R.I.S
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