Testimonio de Javi.

Mi contacto con las drogas se remonta a los 14 años, en que empiezo a fumar porros, tomar psicotrópicos mezclados con alcohol, anfetaminas y tripis. Más adelante añado el consumo de «speed», mescalinas y cocaína. A los 19 sufro un accidente y me tienen que hacer una transfusión de sangre.

A los 21 años empiezo a consumir heroína por vía intravenosa. En ese tiempo estoy conviviendo con Mamen, los dos consumimos y la convivencia se hace insoportable. Tres meses después de romper con ella me comunican que ha muerto y durante el entierro sus familiares me dicen que es conveniente que me pase por el hospital y hable con el medico que la asistió los ultimos días. En esos momentos no me imagino ni de que se puede tratar y la curiosidad de saber como murió me llevo hasta allí.

¡Mamen ha muerto de hepatitis fulminante y tenía SIDA!, me dice el médico, así que es muy probable que tú tambien lo tengas, te tienes que hacer las pruebas.

Corría el año 1988, las noticias sobre los estragos que estaba causando el SIDA en los Estados Unidos eran alarmantes, pero en el Estado español y tan cerca de mí no me lo esperaba. De todas formas tenía claro que Mamen en esos tres meses había estado buscando la muerte, que la había encontrado y tenía la confianza en que yo no había contraído nada.

Me hice tres pruebas en un año y se me detectó una «hepatitis C», pero resultados negativos ante el VIH. Seguí llevando mi marcha como siempre, temporadas de uso y abuso de drogas, fiestas y malas compañías.

En el año 1991 entré en un centro de día para desintoxicarme de las drogas, solo aguanto unos meses, y en octubre del 1993 lo vuelvo a intentar después de una operación a vida o muerte por un coágulo en la cabeza a raíz de otro accidente. Me vuelven a pedir análisis y es entonces cuando me diagnostican de seropositivo, diciéndome que probablemente la infección de VIH me venga de tiempo, pues los CD4 marcan 480, cifra que consideran baja.

Aparentemente no le doy importancia al diagnóstico, pero el miedo y la duda existen. Considero que es normal, que durante mucho tiempo he estado agrediendo a mi organismo y por algún lado tenían que salir los excesos, me recomiendan tomar la medicación (Retrovir en esos momentos), pero algo dentro de mí me hace desconfiar de todo ese montaje en torno al SIDA y el encontrarme con un artículo de Lluís Botinas en la revista «Más Allá» me da fuerza y me reafirma en ese sentimiento.

Sobre todo el conocer a Tere es lo que más fuerza me da. Ella tiene claro que no le toca experimentar el SIDA y me lo demuestra durante cuatro años que estuvimos buscando descendencia y rompiéndole los esquemas a los médicos que me llevaban a mí y a ella. No podían entender que no se contagiara, llegaron a pedirle que les sirviera de conejillo de indias para ver el motivo de su inmunidad. Para mí estaba claro y esa demostración de amor y fe me valieron de mucho, me potenciaron en mi búsqueda de la verdad, en el buscar alternativas que me llenaran, en escuchar a esa voz interior que siempre había ignorado y empecé a valorar mi vida, eran muchas las oportunidades que me habían dado y no podía seguir pasándolas por alto.

Durante ese tiempo el SIDA se lleva a muchos amigos y conocidos, unos por que no se cuidaron y otros, como Carmen (ex-compañera), confiaron en una medicación que era una bomba y fue acabando con la poca energía vital que les quedaba.

Yo empecé a hacer yoga, a interesarme por la filosofía budista, taoísta, hinduista, a estudiar medicina tradicional china, pero como siempre seguía siendo un inconstante, mi mente estaba confusa por tanto uso de drogas, las ansias de quererlo todo rápido y con la ley del mínimo esfuerzo me seguían dominando. Después de temporadas de cuidarme, volvía a recaer y cada vez sufría más autodestrucción, más ruina. La autoestima estaba por los suelos y era más duro el volver a levantar la cabeza.

Pero «los caminos del señor son inescrutables» y «todo lo que nos pasa es lo mejor», son dos filosofías que yo pongo siempre en mi vida y que nunca dejaran de sorprenderme y dejarme maravillado de como se puede confabular todo para que se cumplan nuestros anhelos, deseos, destinos, llamemosle como queramos y para que de ello saquemos nuestro aprendizaje, que al fin y al cabo es lo que venimos a hacer en esta vida.

Así fue que toqué fondo y tuve que llegar a estar en lo más bajo para decidirme a entrar al «Proyecto Hombre», en principio como paliativo a los problemas judiciales que me había buscado, encontrándome después que el hacer ese programa sería lo mejor que me podía haber pasado.

Nada más empezar a asistir a los grupos de autoayuda empezaron las críticas a mi postura disidente por parte de mis compañeros, un montón de ellos etiquetados de seropositivos pero que se limitaban a seguir las pautas que les marcaban los médicos sin cuestionarse nada. Ante mi postura, se limitaban a decir que estaba loco, que me lo pensara mejor, que no iba durar nada, que luego sería tarde..., toda una serie de condenas con las cuales trataban de protegerse y afirmarse en su engaño. El encontrarse una persona que les hacía cuestionarse toda una versión oficial les era incómodo, aunque al cabo del tiempo hubo alguno que me pidió información.

Seguía haciéndome análisis y cada vez los recuentos de CD4 eran más bajos, surgía alguna enfermedad oportunista o más bien signos de flojedad como pie de atleta, hongos en la boca, herpes genital, síntomas que yo trataba puntualmente y desaparecían. Estuve tomando Septrim durante una temporada. Eso creo que me hizo empeorar y una vez estando viviendo en la Comunidad Terapéutica «L'Espill», donde ya los mismos terapeutas me cuestionaban el hecho de no querer tomar medicación para el VIH, ante una infección de garganta que tuve, un bajón en los resultados de los CD4 por debajo de 175, el estrés que allí vivía, la alimentación y el miedo a no estar haciendo las cosas bien.

Me encontré con el acoso de compañeros, terapeutas, familiares y médicos y me convencieron para tomar la medicación (Epivir, Zerit). Accedí a tomarlas o más bien me ví forzado a ello. Era mucha la presión recibida y me sentía muy solo en mi lucha, así que me puse a buscar donde apoyarme, busqué teléfonos en las revistas donde había leído información disidente y entablé contacto con la Asociación de Vencedores del SIDA (AVS), les conté mi caso y enseguida me mandaron folletos, fotocopias de artículos y varios teléfonos de disidentes de Valencia a los que no tardé en llamar y en los que encontré el apoyo que necesitaba.

Ya no me sentía solo, contaba con más gente afín a mi manera de pensar, y tenía argumentos y bases con las que defenderme de los ataques de miedo de los oficialistas. Al cabo del mes y medio me volví a hacer análisis y me salió la carga viral indetectable y «las defensas» me habían subido a 224. Eran los resultados que todos querían oír y así todos quedaron tranquilos. Yo quemé la medicación que me quedaba en una falla que hicimos en «L'Espill», donde dijimos de poner todo lo malo que nos había pasado ese año para quemarlo.

Seguí buscando alternativas para una salud que había disminuido durante muchos años y que ahora requería bastantes cuidados. Para nada meterle más tóxicos, ya fueran legales o ilegales. Conocí la filosofía higienista y tuve la oportunidad de ir a colaborar a la Casa de Reposo y escuela de Salud «Los Madroños», donde hoy continúo con una salud excelente y con tremendas ganas y fuerzas de ayudar a otros que como a mí el hecho de haber sido «etiquetados» les haya servido para plantearse un cambio de vida.

Yo he ido buscando, por ahora me siento seguro y convencido en la postura higienista que resumo en palabras de la Doctora Almudena1: «El estado de salud depende del estilo de vida, a un estilo de vida acorde a las leyes naturales mejor salud, a medida que nos apartamos de esas leyes naturales aparecen los problemas o enfermedades. El higienismo enseña a mejorar nuestros hábitos (alimentación vegetariana, natural, equilibrada y bien combinada, reposo, contacto con la naturaleza...) y así potenciar el poder de autocuración del cuerpo y recuperar la armonía perdida», palabras que ratifico por propia experiencia.

Os animo a que por lo menos os déis la oportunidad de cambiar y dejar atrás viejas pautas que no traen nada bueno y que las vayáis sustituyendo por otras más a tono con la naturaleza, no compréis todo lo que esta sociedad de consumo os quiere vender. Somos vida y como tal estamos condenados a vivir.

Este es mi testimonio, testimonio de vida, de búsqueda, de cambios y de lucha que nunca cesa, testimonio de amor y fe de alguien que escuchó su interior y apostó por él.


Nota:

1Médico-higienista, directora de la casa de reposo de «Los Madroños».


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