Testimonio de José.

Todo empezó en el año 1989, cuando en la consulta de Ginecología, la ginecóloga nos preguntó si fumábamos, bebíamos o nos drogamos, ya que podría afectar en alguna medida al feto.

Entonces yo le comenté que hacía años tomaba heroína pero que hacía años que lo había dejado definitivamente. Esta ilustre señora de inmediato nos envió a hacernos un test VIH y sin decir que se trataba de la prueba del SIDA, nos dijo de hacernos estos análisis y si dan negativo los rompéis, pero si dan positivo tenéis que venir.

Nos hicimos las pruebas, pero las de mi mujer dieron positivo. Las mías cuando nació el niño.

Podéis imaginaros el palo que nos dio. Toda la ilusión que teníamos al formar una familia y un hogar se desplomó como cuando se demuele un edificio con dinamita.

En el Hospital se nos prescribió AZT, que tomábamos acojonados. Mi mujer empezó a sentirse mal al año, pero el médico nos dijo que era debido al VIH y que deberíamos combinar el AZT con el DDI, un medicamento nuevo que estaba de prueba.

A los tres años ella murió de Linfoma no Hodquins en el páncreas.

Los médicos me dijeron que si yo no quería correr la misma suerte debía de seguir el tratamiento a rajatabla, ya que yo tomaba el tratamiento cuando me acordaba.

Yo siempre me sentí muy sano y más sano antes de tomar el tratamiento, pero decidí hacer caso, tomar todos los días la medicación. Fue entonces cuando al cabo de un año empecé a sentirme mal, se me caía el pelo, tenía diarreas, me sentía muy sólo con un niño de 6 años que por suerte a los 13 meses se seronegativizó.

Entonces, una tarde, mientras esperaba mi turno en la peluquería, en una de las revistas que había allí, leí atónito y perplejo un artículo de Lluís Botinas. Lo leí por lo menos tres veces. Al mes siguiente compré la misma revista y conseguí ponerme en contacto con la asociación COBRA.

Dejé el tratamiento a los pocos meses y mi salud empezó a mejorar, comencé a hacer vida sana, dieta semivegetariana, técnica Amaroli, etc. hasta el punto de recuperar plenamente mi salud.

Conocí a una chica. Comenzamos una relación, aunque mi condición de seropositivo siempre se la oculté.

Le dije que padecía una hepatitis tipo C, que teníamos que usar preservativo en las relaciones, pero al cabo de casi 3 años y teniendo varios accidentes con los preservativos, el miedo a contagiarla se apoderó de mí un día que se puso mala. Le dije que tenía que hacerse las pruebas de la hepatitis y de todo, hasta la del SIDA. Entonces se las hizo con el resultado de ser todas negativas, lo cual me alegró mucho y animado le conté lo de mi seropositividad. Su reacción fue la de desaparecer y no la he vuelto a ver.

Ahora vivo solo con mi hijo, que ya tiene 10 años y está hecho un toro, y que hace tres años que no vemos a ningún médico. Pienso que todo el tema del VIH es una milonga muy bien montada. Que el SIDA lo produce el propio tratamiento, como a mi mujer, que nunca tomó drogas ni se pinchó heroína, y que era una mujer sanísima hasta que tomó AZT y DDI. Eso lo mató y no el ficticio VIH.

José.

Un saludo y mucho ánimo para que sigáis adelante.


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