Invención de la epidemia de SIDA.
La falsa epidemia de SIDA en el Tercer Mundo es parte de una estrategia eugenista.
Alfredo Embid.

¿Cómo se inventa la epidemia de SIDA en el Tercer Mundo?.

Walter Gilbert.Es muy sencillo. Se martillea a las personas con la cantinela de que existe una epidemia de SIDA en el Tercer Mundo a través de los grandes medios de comunicación. Pero se les oculta que hay cientos de científicos de prestigio internacional e incluso 3 Premios Nobel de Bioquímica y Biología molecular, que niegan que el SIDA sea causado por un virus y que sea una enfermedad transmisible y ni siquiera infecciosa. Los Premios Nobel son: Bárbara McClintock, de Cold Spring Harbor, por el descubrimiento de los genes saltarines; Walter Gilbert, de Boston, por la secuenciación rápida del ADN; Kary Mullis, de San Diego, por la PCR (reacción en cadena polimerasa). Los científicos norteamericanos que piden una reevaluación de la hipótesis oficial del SIDA se han reagrupado en la asociación «Reappraising AIDS» (ver contacto en esta sección), que en 1992 incluía 40 firmas y un año más tarde 400. Se les oculta que los criterios diagnósticos en África y Occidente son distintos. Se les oculta que la definición de SIDA en África se hace sin tests, con criterios diagnósticos (avalados por la OMS), que incluyen los síntomas más comunes de las enfermedades endémicas en ese continente. Se les oculta que los tests del SIDA son inespecíficos, especialmente el test Elisa, que es el mayoritariamente utilizado en África. Se les oculta que, con esta definición, las enfermedades de la pobreza están siendo redefinidas como SIDA.

El ejemplo favorito de los medios de comunicación es África.

Los medios de comunicación nos aterrorizan con la «terrible epidemia» venida del Tercer Mundo, y especialmente del continente negro, que avanza inexorablemente hacia nosotros.

Pero, realmente ¿Hay una epidemia de SIDA en África?.

No, simplemente se están renombrando como SIDA las enfermedades de la pobreza, y se ocultan y manipulan datos epidemiológicos que cuestionan la hipótesis oficial.

¿Cómo es que el SIDA en África afecta al 50% de hombres, mientras que en Occidente afecta a un 90-80% de hombres?.

Este dato oficial, por sí mismo, ya plantea dudas sobre la hipótesis de que el SIDA que se diagnostica en África y en Occidente sea la misma enfermedad.

Ninguna enfermedad infecciosa es misógina, ni racista; ninguna afecta al 50% de las mujeres en un continente, África, y sólo al 10% en otro, Estados Unidos (Datos de 1990 de los CDC, citados en el número 33-34).

La explicación de esta diferencia, epidemiológica y biológicamente impresentable, es muy sencilla. Se explica porque los criterios de definición, que son la clave para entender el SIDA, son distintos en el Tercer Mundo y en Occidente.

Los criterios de diagnóstico del SIDA en Occidente.

Cuando analizamos los criterios de definición del SIDA en Occidente, surge inmediatamente una pregunta:

¿Cómo los criterios de definición de una enfermedad han sido modificados y ampliados oficialmente 4 veces?.

Los criterios de diagnóstico del SIDA en Occidente han sufrido oficialmente 4 redefiniciones en sólo once años.

La historia de estas redefiniciones prueba que se han ido añadiendo varias enfermedades antiguas, más una insólita no enfermedad, como es el recuento bajo de células T4. (Ver «El baile de los criterios definitorios», número 42). Además, los casos de SIDA sin virus fueron redefinidos en 1993 como «linfocitopenia idiopática de los CD4». (Ver artículo de Peter Duesberg en el número 35).

El motivo es que la epidemia que se predijo en 1984 no se estaba cumpliendo (Robert Maver, «SIDA en los Estados Unidos, ¿Una epidemia creciente?», Revista de Medicinas Complementarias, número 33-34) y había que crearla.

¿Cómo es posible que los criterios oficiales para diagnosticar el SIDA en el Tercer Mundo sean distintos de los criterios en Occidente?.

Ninguna enfermedad infecciosa tiene criterios diagnósticos distintos según una distribución Norte-Sur. Los criterios de diagnóstico del SIDA en el Tercer Mundo pueden considerarse como la sexta redefinición del SIDA.

World Health Organization (WHO).Los criterios para diagnosticar SIDA en el Tercer Mundo admiten que no se incluya ningún test. Se basan sólo en datos de observación clínica. Estos criterios están recogidos como la «definición de Bangui»; son respaldados por la OMS y están publicados en una de sus revistas. (Ver gráfico OMS).

Juzgad esta definición vosotros mismos. (Ver cuadro).

En la práctica, esto quiere decir que las estadísticas están construidas sin tests en la mayoría de los casos, lo que está probado.

¿Cómo se te diagnosticará de SIDA en África si eres negro? Veamos algunos ejemplos:

Todo vale para hinchar la supuesta epidemia.

Diagnosticar SIDA según estos síntomas clínicos es algo impresentable científicamente.

Harvey Bialy.Como chiste surrealista y macabro se ha dado el caso de muertos atropellados por un coche incluidos en las estadísticas de SIDA. El diagnóstico fue «demencia asociada al VIH», según casos documentados por el Dr. Harvey Bialy (ver su artículo en «Sida y África», número 33-34). Recordemos que la demencia es una de las 32 enfermedades definitorias del SIDA que no están asociadas a la inmunodeficiencia. (Ver «El baile de las enfermedades definitorias», número 42).

Según este criterio se renombran por definición los síntomas de la mayoría de las enfermedades de la pobreza, en África y en todo el Tercer Mundo.

¿Cómo se defienden los partidarios de la hipótesis oficial de que los criterios para diagnosticar el SIDA en Occidente sean distintos en Occidente y en el Tercer Mundo?.

La respuesta de los oficiales es que no hay dinero para hacer tests.

Eso no es cierto. Hay dinero, pero se emplea de otra forma. Los países desarrollados dedican millones de dólares al SIDA para el Tercer Mundo como «ayuda», pero se invierten en campañas de terrorismo sanitario y en repartir condones. Son una coartada para desviar los fondos que permitirían dar alimentos y agua potable a la población, además de tratamientos eficaces para las enfermedades de la pobreza. Cada inversión en el SIDA es una inversión que asesina a miles de africanos. (Ver más adelante el ejemplo del caso de Uganda).

El argumento recurrente de que no hay dinero para erradicar la pobreza es, en general, una falacia: el gasto para erradicar el hambre y dar asistencia sanitaria básica a todo el mundo sería de 13.000 millones de dólares al año; menos de lo que dedican los privilegiados norteamericanos a la comida de sus animales domésticos: 17.000 millones de dólares. El gasto para dar agua potable y saneamiento a toda la población mundial sería de 9.000 millones de dólares; mucho menos de lo que se gastan en perfumes los europeos y norteamericanos ricos: 12.000 millones de dólares. (Informe del PNUD 97-98, RS. número 819, febrero 2000).

Por no hablar de las exportaciones de armas...

Argumentarán que en, algunos casos, se han hecho tests que confirman sus conclusiones.

¿Y qué pasa cuando se hacen los tests en individuos diagnosticados de SIDA según esta definición?.

Ese es justamente un argumento del que se puede decir mucho, porque disponemos de estupendos estudios de la literatura más oficial, como The Lancet y AIDS (la revista oficial del SIDA), que demuestran exactamente lo contrario.

Hay estudios que han demostrado que más de un 70% de los africanos diagnosticados de SIDA por este método dan negativo en los tests del SIDA.

Recopilemos algunos ejemplos de casos diagnosticados de SIDA en África con los criterios de Bangui que son negativos según los tests supuestamente definitorios publicados anteriormente en la revista.

País Casos Casos o % de VIH negativos Fuente
África 424 116 Jama 260, 1988
Montagnier   50% Jama 260, 1988
Duesberg   50% Pharmacology ther. 55.
Ghana 227 59% (PCR) Lancet 17 Oct. 1992.
Nairobi 122 69% Amer. Rew. Resp. dise. 147.1993
Kenia 913 71% Journal of AIDS. 7:8,876.
Como se puede ver, hay estudios de las publicaciones más ortodoxas donde hasta un 71% de los africanos diagnosticados de SIDA según los criterios de síntomas dan negativo en los tests.

Esto es algo incuestionable, publicado en las más prestigiosas revistas científicas oficiales, e incluso en la más importante especializada en el SIDA (Journal of AIDS, USA).

Los ortodoxos argumentarán que por lo menos queda un 29% donde la definición clínica de caso Bangui (es decir, el diagnóstico por síntomas) coincide con el test.

Según esto, podríamos concluir que este porcentaje sí tiene SIDA. Se puede pensar que queda un 29% en el que los tests y el diagnóstico clínico coinciden. Podríamos concluir que queda sólo un 29% del SIDA anunciado en África.

Pues no, tampoco esto es cierto, porque los tests no son específicos y no indican que estén infectados del VIH: los tests del SIDA no son específicos, pues dan reacciones cruzadas (falsos positivos) con la tuberculosis, la hepatitis, la malaria, la desnutrición, las enfermedades infecciosas repetidas y un amplio abanico de circunstancias y enfermedades, que van desde condiciones habituales como la desnutrición hasta las enfermedades como la lepra.

Hemos publicado numerosas informaciones que demuestran que las enfermedades endémicas de la pobreza dan falsos positivos en los test del SIDA. (Ver números 33-34, 35, 36 y 40).

Revisemos los tests.

1. Hemos denunciado una técnica de tests chapucera que se llama Pooling (mezclar la sangre de varios donantes y realizar un test para el total) como un fraude reconocido judicialmente.

En el Tercer Mundo se realizan test fraudulentos como el «pooling», recomendado para los países subdesarrollados, que ha originado escándalos y procesos judiciales cuando se ha practicado en los países desarrollados para abaratar costes. Es el caso de los laboratorios Artois de París, sobre el que hemos informado en la Revista de Medicinas Complementarias número 32.

2. Los tests de anticuerpos:

Estos tests son los que muestran nuestra respuesta ante algo extraño. Supuestamente, en este caso, el VIH.

2a. El test Elisa:

No hay que olvidar que el más barato y más frecuentemente utilizado en el Tercer Mundo es el test Elisa, que en un estudio llegó a dar un 84% de falsos positivos (Duesberg, Revista de Medicinas Complementarias, número 35), y eso contando con que se realizó en las mejores condiciones, con los tests más fiables, en los mejores laboratorios, realizados en muestras de sangre de aspirantes al ejército de los EEUU puesto que se hicieron en más de un millón de personas. Evidentemente, el ejército de los EE.UU. no tiene ningún interés en contar entre sus filas a personas VIH positivas. Resaltemos que este estudio fue publicado en la más prestigiosa revista de medicina ortodoxa: New England Journal of Medicine.

Pese a esos resultados abrumadores, en muchos estudios africanos sólo se utiliza este test.

La chapuza del test Elisa también os invita a reflexionar por qué lo seguimos pagando en el Estado español.

Los especialistas reconocen que el Elisa da muchos errores y argumentan que, justamente por eso, tenemos que pagar también el Western Blot. La pregunta siguiente es inevitablemente:

3. ¿Es el Western Blot fiable?:

Sí, dicen los expertos que viven de la hipótesis oficial. El test Western Blot, es fiable, al 100%, y por eso se utiliza como confirmatorio del test Elisa. Pero, en realidad, el Western Blot sólo confirma el cinismo de los responsables del SIDA que lo presentan así, como por ejemplo el Dr. Nájera, en nuestro país.

Veamos informaciones independientes.

El test Western Blot da reacciones cruzadas con otras enfermedades, según estudios de la Universidad de Australia, publicados en la revista Biotechnology de Nueva York en Junio de 1993, (y que hemos traducido íntegramente en el número 36 de la Revista de Medicinas Complementarias). En estos estudios se demuestra que el test da falsos positivos en la malaria, la tuberculosis, las infecciones múltiples, las hepatitis, la lepra y la desnutrición.

Todas estas enfermedades con las que da positivo, como todo el mundo sabe, son endémicas en el Tercer Mundo; son enfermedades de la pobreza. Pero, además, da reacciones cruzadas en la artritis, la esclerosis múltiple, si has tenido muchas infecciones, si has tenido muchas relaciones anales pasivas, o simplemente si tienes verrugas, etc., lo que justifica la conclusión de que el test Western Blot no es específico. (Ver el número 36 de la revista, además de otros de divulgación en nuestra publicación «Es posible pasar de seropositivo a seriopositivo. Los tests del SIDA no son específicos»).

Una misma muestra de sangre enviada a una docena de laboratorios de referencia (de máxima fiabilidad) arrojó resultados distintos. (Ver número 35 de la revista).

Por si todo esto fuera poco, el equipo de investigadores del Royal Perth Hospital encontraron trabajos publicados en la literatura científica donde el test Western Blot dio positivo en tribus amazónicas sanas y en perros. (Dra. Eleni Papadopulos, «SIDA, la duda», en el vídeo censurado en TVE). ¿Conocéis algún perro con SIDA?. Por supuesto que no. Los perros no tienen SIDA. Entonces, cuando dan positivo en el test Western Blot podemos preguntarnos ¿Qué está midiendo el test? Es seguro que no mide lo que pretende medir: que estás contaminado por el VIH.

En total, la documentación científica oficial sobre los falsos positivos de los tests suman decenas de circunstancias, entre las cuales se encuentran numerosas enfermedades endémicas en África. Hay varias páginas de una lista documentada en la literatura de situaciones en las que los tests dan falsos positivos. (Ver artículo: «Anticuerpos de qué?», número 47).

4. ¿Y qué hay de los tests de antígeno de virus y la carga viral?:

Los test de antígeno, es decir, de virus convencionales (TAV) no encontraban virus en muchos pacientes diagnosticados de SIDA. (Ver, por ejemplo, los artículos de Duesberg en los números 33-34 y 35, y en el número 38 el trabajo publicado en Science número 259, página 119). En el congreso de Amsterdam se presentaron numerosos casos de SIDA sin virus. Era algo muy grave, porque no puede existir una enfermedad infecciosa sin el agente causal. No hay tuberculosis sin el bacilo de Koch, no hay hepatitis sin el virus de la hepatitis, etc.
Science, 19 de marzo de 1993.
Nº casos Estadio CD4 VIH
32 ARC/I 231-1080 00
06 II/IV <200 00
16 II-IV <200 10-102
04 II-IV <200 103
02 II-IV <200 105
En una reunión de alto nivel donde participaban, junto con otros, representantes del Instituto Nacional de la Salud (EE.UU.) y de los CDC (EE.UU.), celebrada inmediatamente después del congreso de Amsterdam, se decidió que esos casos (los casos de SIDA sin virus) no se iban a llamar SIDA, sino linfocitopenia idiopática (es decir, de cuyo origen no tenemos ni puñetera idea) de los CD4. (Ver artículo de Duesberg en el número 35). Si la contabilizamos, y creo que hay que hacerlo, es la 6ª redefinición del SIDA. (Ver mi artículo sobre la historia de las redefiniciones anteriores en «El baile de las enfermedades definitorias», número 42).

La carga viral.

En los estudios sobre África se realizan, excepcionalmente, tests (la mayoría son Elisas) de carga viral que también arrojan un alto porcentaje de negativos en los diagnosticados de SIDA en África con los criterios clínicos de Bangui:

En Ghana, de 227 casos diagnosticados de SIDA con los criterios de Bangui, un 59% (utilizando tests de anticuerpos y, además, los de carga viral con PCR) fueron negativos. Lancet, 17 de octubre del 1992. (Ver número 35, Peter Duesberg, «La laguna en las estadísticas del SIDA»).

La carga viral hecha con PCR es otro test impresentable científicamente. Independientemente de objecciones técnicas, que hemos publicado (número 46), hay un pequeño problema con ella. El test más moderno, la carga viral, se hace mediante una técnica de biología molecular denominada PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa), por cuya invención le fue concedido el Premio Nobel de química en 1993 al Dr. Kary Mullis. Esta técnica no sirve para contar virus, según ha declarado su propio inventor, que es uno de los científicos disidentes de la hipótesis de que el SIDA sea causado por un virus. Kary Mullis siempre ha dicho que la PCR (base de la técnica de medición de la carga viral) no sirve para contar virus... Incluso ha dicho que hubiera renunciado al Premio Nobel si hubiese sabido para qué se iba a utilizar su descubrimiento.

La carga viral es otro fraude y otra forma de vudú. Pero a los comerciantes de biotecnología poco les importa que Kary Mullis sea Premio Nobel por haber inventado la PCR y que haya renunciado a ser multimillonario al negar la eficacia de su técnica para medir la carga viral y denunciarla como un fraude. Incluso ha afirmado que el virus VIH no tiene nada que ver con el SIDA. (Ver entrevista en el libro «Repensar el sida», y artículos en los números 35, 38 y 46).

Afortunadamente, aún quedan científicos honestos...

Así que, de cualquier modo, aunque se haga cualquier test, de todas formas, obtendríamos un aumento ilusorio de casos en África y en el Tercer Mundo.

El tema de los tests nos lleva a plantear otras preguntas:

¿Cómo es posible que los criterios diagnósticos sean diferentes, no sólo de norte a sur, sino también de un continente a otro?.

Muy sencillo. Porque la interpretación del test Western Blot varía de un país a otro. Para que seas dignosticado como seropositivo hacen falta:

• 4 bandas en Australia.
• 3 bandas en Estados Unidos y Canadá.
• Pero sólo 1 ó 2 en África.
En la práctica:

Puedes ser seropositivo en África y negativo en Estados Unidos. Puedes ser positivo en Estados Unidos y negativo en Australia. (Dra. Eleni Papadopulos y colaboradores, «Sida la duda», en el vídeo censurado en TVE).


Los criterios de diagnóstico positivo varían en distintos países.

Australia: 4 bandas.
Canadá: 3 bandas.
EE.UU.: 3 bandas (en algunos estados).
África: 2 bandas.

Cuadro elaborado a partir de los datos citados en el programa de televisión censurado «Sida, la duda», de Djamel Tahi, 27 de octubre del 1996.

¿Cómo puede ser que seas diagnosticado como seropositivo en África y seronegativo en Occidente?

No hay respuesta de los oficiales... Evidentemente, de nuevo se cargan las tintas en el Tercer Mundo, donde se quiere deliberadamente inventar una epidemia. Pero aprovechemos para recordar que los criterios diagnósticos de una enfermedad son universales.


Ante esta acumulación de disparates, la primera pregunta que se plantea es: ¿Cómo es posible que esto no se sepa?. ¿Cómo es posible que los medios de comunicación no hayan hablado de ello?. Porque existe una censura explícita o implícita, pero que de cualquier modo, funciona efectivamente.

Los medios de comunicación de masas, financiados por los gerentes industriales y bancarios del orden mundial, han conseguido que el grado de desinformación del público sea prácticamente universal.

Han conseguido, por supuesto, uno de sus objetivos de marketing: aterrorizar a la población general sobre la epidemia que nos amenaza desde el Sur, desde los países que hemos explotado y destruido desde el Norte.

Bayer.Por ejemplo, los suplementos de salud del diario El Mundo, cuyas informaciones sesgadas sobre el SIDA y sobre las medicinas heterodoxas hemos criticado en repetidas ocasiones, tienen anuncios en esos mismos suplementos de multinacionales farmacéuticas tan prestigiosas como Bayer, acusada de ser responsable del síndrome tóxico con su pesticida Nemacur (ver números 43 y 46 de la revista) y cuyo origen se remonta al desmantelamiento de la gigantesca y siniestra empresa IG Farben, que fabricaba el gas de exterminio que acabó con la vida de millones de personas en los campos de concentración nazis. (Ver «El origen nazi de algunas compañías farmacéuticas», número 52, sección de Breves).

¿Cómo es posible que los medios de información científica no hayan hablado de ello?.

Algunos sí lo han hecho, aunque siempre de forma fragmentaria (de hecho, la mayor parte de los argumentos que cuestionan la hipótesis del VIH como causante del SIDA provienen de las revistas más ortodoxas, que como podéis ver son nuestras principales fuentes de documentación), pero estas publicaciones han sido omitidas en los planteamientos oficiales.

Los medios que se autodenominan «publicaciones científicas», financiados por la industria médica multinacional, han conseguido que el grado de aborregamiento e imbecilidad de los profesionales se amplie al máximo.

¿Cómo es posible que los científicos no hayan hablando de ello?.

Peter Duesberg.Los chapuceros expertos locales en el SIDA son unos burros que, evidentemente, no leen las publicaciones científicas donde están publicados estos argumentos, o son cómplices que no quieren aceptar las evidencias publicadas sobre el fraude del diagnóstico y de los tests para no cuestionar su situación privilegiada. Evidentemente, irían a la calle si se atrevieran a cuestionar el 1% de lo que estamos cuestionando: perderían sus trabajos, su prestigio y, sobre todo, su imagen ante el espejo, en el que todas las mañanas podrían ver reflejado a un asesino. Perderían sus subvenciones de investigación, como le ha sucedido a nuestro amigo el Dr. Peter Duesberg, descubridor de los genes del cáncer, miembro de la Academia de Ciencias Americana, el primer científico en haber hecho el mapa genético de un retrovirus y ganador de una subvención que sólo unos 20 científicos de todas las ramas tienen en Estados Unidos (que le fue inmediatamente retirada cuando cuestionó la hipótesis oficial del SIDA).

Las declaraciones de otro prestigioso biólogo molecular, el Dr. Stroman, nada más jubilarse, son el mejor ejemplo de cómo se ejerce la censura en la ciencia médica: «Duesberg tiene razón, el VIH no causa el SIDA, pero he esperado a retirarme para decirlo y que no me pase lo mismo que a él: que me retiren mis fondos de investigación». Stroman añadió, «muchos de nosotros pensamos lo mismo». Pero se sobreentiende que no lo dirán por miedo a la represión.

Así que es comprensible que no quieran ni oír hablar del cuestionamiento de la hipótesis oficial de la que viven.

No hay que discutir con ellos, es inútil, sólo hay que denunciarlos.

¿Cómo es posible que los responsables del SIDA en el Tercer Mundo no se hayan dado cuenta del fraude?.

Hasta a un estudiante de medicina imbécil no se le habría pasado por alto que los 3 criterios mayores, como el adelgazamiento (algo habitual en África), la diarrea, la fiebre (síntomas ambos de las enfermedades hídricas endémicas), y muchos de los criterios menores, como la tos, son simplemente los síntomas de las enfermedades corrientes en los países pobres: tuberculosis, paludismo, y enfermedades infecciosas inevitables debidas a la falta de agua potable y a la desnutrición creciente.

Tal vez nuestros atontados médicos no sepan que el SINA (Síndrome de Inmunodeficiencia Nutricional Adquirida) estaba descrito mucho antes de que se inventara el origen vírico del SIDA. Su origen era simplemente la falta de alimentos y, especialmente, de proteínas, que asegurasen un correcto funcionamiento del sistema inmunitario.

Pero no es posible que los profesionales responsables de los programas de SIDA en el Tercer Mundo, que están informados de los criterios diagnósticos, vayan mas allá del límite de la imbecilidad promocionando la epidemia de SIDA sin saber lo que están haciendo. La única explicación es que estos profesionales se han convertido en asesinos asalariados de las instituciones que fomentan el fraude epidemiológico racista que los responsables del nuevo orden mundial pretenden que nos traguemos.

¿Para que se redefinen las enfermedades de la pobreza como SIDA?.

Muy sencillo.

Racismo.

En primer lugar tenemos motivos racistas:

El primer modelo del SIDA como cáncer gay se enfrentaba con numerosas oposiciones (y el posible voto gay), el segundo modelo responsabilizando a los haitianos, aunque ya era un modelo racista no se sostuvo. Paralelamente, se fue desarrollando un diseño del SIDA que pretendía convencernos de que el origen del SIDA era negro y africano; un modelo que incluía hipótesis descabelladas tan variadas e indocumentadas como que el SIDA se habría transmitido de los monos a los africanos por relaciones sexuales, por inyectarse sangre de monos como afrodiasíacos, por comer monos o porque los niños jugaban con monos muertos, etc. (Chirimuuta); unas hipótesis tan disparatadas como descaradamente racistas.

Y esto a pesar de que las cifras oficiales de la OMS eran en 1986 de 1.069 africanos afectados, en contraste con 26.566 en Estados Unidos. Unas cifras que, evidentemente, cuestionaban el origen africano del SIDA que se estaba promocionando.

Los CDC enviaron a sus investigadores a África para documentar en estudios trucados que el origen del SIDA venía de los negros. Además, pretendieron justificar las predicciones de la hipótesis oficial de que el SIDA se transmitía heterosexualmente. Esta predicción ha fracasado en Occidente, donde el SIDA sigue restringido a hombres (80-90%).

La OMS aceptó la impresentable definición de caso de SIDA africano, definición de Bangui, cubriéndose de mierda por ello.

Eugenismo.

Por un lado, se redefinen las enfermedades de la pobreza creciente como SIDA.

De este modo, los pobres ya no se mueren del subdesarrollo provocado por el mundo desarrollado y son diagnosticados de SIDA. Algo mucho más presentable y tranquilizador para los ciudadanos de los países que son responsables de su pobreza.

Es así como se inventa una epidemia.

Como la gente ya no tiene, según la nueva definición, malaria o tuberculosis, se les suprimen los fármacos gratuitos que pueden curar estas enfermedades. (Ver vídeo de Meditel «El SIDA en África» y el número 40 de la revista).

La reducción de los medicamentos gratuitos y eficaces para tratar las enfermedades endémicas que han sido redefinidas como SIDA tiene una consecuencia evidente: los africanos se morirán más de las enfermedades ligadas a la pobreza en aumento. Como consecuencia habrá un aumento de la mortalidad.

Las inversiones millonarias, apoyadas por cientos de ONGs (más de 700 sólo en Uganda) se centrarán en el SIDA con campañas para aterrorizar a la población sobre el sexo, para no mantener relaciones sexuales sin preservativos y distribución de los mismos en camiones. Como consecuencia de esta política habrá una reducción de la natalidad.

¿Qué tenemos sumando los resultados de ambas políticas?.

  1. Tenemos aumento de la mortalidad por las enfermedades de la pobreza no tratadas.
  2. Tenemos disminución de la natalidad.
Es decir, eugenismo, con una táctica mucho más refinada que la de los nazis.

No estamos haciendo ciencia ficción, hay datos documentados de esta estrategia. Un buen ejemplo es el de Uganda, que dedicaba a principios de los años 90 sólo 36.000 dólares a la malaria y millones de dólares al SIDA, en el que trabajaban cientos de ONGs. (Ver vídeo de Meditel «El SIDA en África» y el número 40 de la revista).

Anotemos que, a pesar de todas estas manipulaciones fraudulentas, incluso tras la redefinición del SIDA en África, en 1994 los casos acumulados de SIDA estaban por debajo de los casos norteamericanos.

África: 347.713.
Estados Unidos: 401.789.

UNAIDS.Hoy, basándose en este tipo de estadísticas manipuladas, los medios de comunicación pretenden convencernos de que, por el arte de su magia, el SIDA es responsable de una de cada cinco muertes en África (informe de Sapa-AFP en 1999 sobre los informes de 1998 de UNAIDS y OMS) y de que en África subsahariana hay 3,8 millones de seropositivos (UNAIDS y OMS, 1999. Citado en La Razón, 2 de mayo del 2000).

Las recientes declaraciones de Clinton, transmisor de las agencias de inteligencia, han elevado el SIDA a un asunto prioritario de seguridad nacional. (Ver artículo «África se rebela contra la hipótesis oficial del SIDA» en este número).

Os preguntaréis ¿Qué sentido tiene considerar un asunto de seguridad nacional el SIDA?. Recordemos otra «amenaza a la seguridad nacional» relacionada estrechamente con ésta.

El crecimiento de la demografía ha sido considerado desde antaño como un peligro para la seguridad nacional.

En 1974, el programa y tácticas políticas para promover el control demográfico quedaron establecidos en el Memorando 200 del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSSM200). «Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad nacional y los intereses externos de los Estados Unidos», elaborado en 1974 y mantenido en secreto.

Central Intelligence Agency (CIA).En esa época «Henry Kissinger dirigía el Consejo de Seguridad y George Bush era director de la CIA».

En diciembre de 1991, la revista Mondo e Misione, del Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras y el Executive Intelligence Review -EIR- (Referencia: McNamara en nueva embestida despobladora, Executive Intelligence Review, EIR. Volumen 9, número 1, 15 de enero del 1992) dieron a conocer su contenido. Por citar sólo un ejemplo de esa estrategia: «Sólo en Brasil se ha logrado esterilizar entre 20 y 25 millones de mujeres; para negociar la deuda externa, el Fondo Monetario Internacional le imponía a Brasil programas de reducción de la natalidad como cláusula imprescindible. Las cifras dadas por el ministro de sanidad de Brasil, significan que el número de esterilizadas ha crecido alrededor del 400 por cien en cinco años, desde el estudio que hizo en 1986 el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística». (Revista Mondo e Misione, del Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras. Diciembre del 1991).

¿Cómo se inserta el SIDA en la estrategia de control de la población?.

En 1988, un documento de estrategia militar del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, con el título «Tendencias demográficas mundiales hasta el año 2010: implicaciones para la seguridad estadounidense», confirma esa prioridad catalogando el crecimiento de la población del Tercer Mundo entre las grandes amenazas a la seguridad nacional de los Estados Unidos y expresa la esperanza de que la epidemia de SIDA ayude a ponerle remedio. «Si el número de contagiados creciera al 20 por ciento de la población mundial», «las muertes diferidas pudieran empezar a cancelar el crecimiento mundial de la población».

La sección que examina la presunta amenaza demográfica no se publicó y sigue siendo secreta, pero un resumen de la misma ya se ha publicado.

AIDSgate de Ronald Reagan.Los autores del estudio «Disuasión selectiva» son, Fred Ikle y Albert Wohlsteter, ex-funcionarios del gobierno de Reagan y Bush y seguidores de la escuela diplomática de Kissinger.

El grupo especial que redactó la sección demográfica lo encabezaron Gregory Foster, de la Universidad de Defensa Nacional de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y el embajador Marshall Green, quien en 1976 fue designado por el entonces jefe del CSN, Brent Scowcroft, para dirigir la política de reducción de población, en cumplimiento del Memorando de Seguridad Nacional 200 y Directiva de Seguridad Nacional 314, de 1974, precedentemente citado. (Washington Quarterly, Primavera de 1989, citado en el artículo de Joseph Brewda: «La demografía racista de la estrategia militar de los EEUU», Executive Intelligence Review EIR. volumen VIII, número 12, 1 de julio de 1991).

Henry Kissinger.El documento es una continuación de la serie de documentos del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos elaborados entre 1974 y 1977 por Henry Kissinger y Brent Scowcroft que exigían medidas enérgicas para detener el crecimiento de la población de los países subdesarrollados (revista Mondo e Misione, Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras, diciembre 1991; según se publicó en EIR, volumen 9, número 1, 15 de enero del 1992).

¿Cuáles son los motivos que ligan el SIDA con el control de la población?.

Son bien evidentes.

El control demográfico es una prioridad del orden mundial.

El objetivo, más o menos secreto, de las organizaciones internacionales como la Trilateral, presidida por Rockefeller y otras, es reducir la población a lo que denominan «capacidad de carga del planeta», que según ellos es de 2.000 millones de personas... Para lograr esta meta, se acomoda la política agrícola de reducción de la producción de alimentos y a la política comercial cada vez más en esa dirección. (Jonathan Tenenbaum, «Nuestra primera tarea es resolver la crisis alimentaria», Fusión nuclear, volumen 7, número 1).

Según los poderosos, sobra gente.

El SIDA, y en especial la invención de la epidemia de SIDA en África, es una nueva estrategia para reducir la población.

Estamos trabajando en un informe sobre la historia del control de la población, del eugenismo y de quién está detrás, que publicaremos próximamente en el número 60.

El control de la mente de la población.

Centers Disease Control (CDC).La amenaza de la emergencia de nuevas epidemias retroalimenta a los CDC (Centros de Control de las Enfermedades de los EE.UU.) y a la CIA médica: EIS (Epidemic Intelligence Service). (Ver trabajos de Bryan Ellison en el número 57 y en el libro «Repensar el SIDA»). Pero, además, alimentan el miedo. El vudú de los tests también fomenta el miedo. Y el miedo es una necesidad del orden para someter a la población.

El miedo a la contaminación justifica medidas discriminativas de inmigración por motivos sanitarios. Hay más de 50 países donde no vas a entrar si eres seropositivo, lo que encubre motivos políticos y racistas que serían menos aceptables.

El miedo al SIDA fomenta el miedo al otro; nos agarra por el sexo, justamente donde más duele y destruye nuestra relación más íntima con el otro. De ese modo, el miedo del SIDA también fomenta la insolidaridad con los demás. Fomentar la insolidaridad, incluso justificándola con argumentos biológicos, ha sido un objetivo reiterado del sistema.

Desde el siglo pasado, numerosos ideólogos del sistema intentan convencernos de que el hombre «es un lobo para el hombre», con argumentos «evolucionistas y biológicos». Una filosofía que fomenta la insolidaridad y cimenta el orden que hay que imponer. Pero la historia de la insolidaridad también ha sido criticada eficazmente por hombres como el príncipe Kropotkin en su obra «El apoyo mutuo», que se centra justamente en los ejemplos contrarios; en los ejemplos de solidaridad, que documenta rigurosamente. En este libro no sólo nos da ejemplos de solidaridad humana, sino que también nos lleva a un viaje sobre la solidaridad entre las especies.

El miedo es esencial para el mantenimiento del orden.

El miedo a los rusos fomentado en la guerra fría (que nunca existió) ha desaparecido.

Actualmente, el fomentado miedo de que los países no sometidos al orden, como Cuba o Vietnam, representen un peligro para la seguridad nacional de los EE.UU., es una burda manipulación y una burla del más elemental sentido común de la opinión pública mundial.

¿Acaso alguien en su sano juicio podría considerar que Fidel Castro o los vietnamitas van a desembarcar en Miami o en California para invadir los Estados Unidos?.

Evidentemente, esta posibilidad no existe, aunque sí existe el bloqueo que sufren Cuba y Vietnam.

El peligro que estos países representan es su ejemplo. Por ejemplo Cuba, a pesar del bloqueo tiene una mortalidad infantil de 7 por mil (igual que Estados Unidos) y en contraste con la de Brasil, que a pesar de ser el país más rico del continente tiene una mortalidad de 65 por mil.

El miedo al SIDA está perfectamente diseñado. Nos castra nuestra sexualidad, nos invita a desconfiar del otro, especialmente si es de color, nos propone con argumentos científico-médicos justificar la limitación de la inmigración, nos invita a colaborar en las medidas para limitar la población de los países «contaminados» y en otras medidas eugenésicas en base a consideraciones no políticas, sino sanitarias.

Pero hay disidentes crecientes.

Ya en octubre de 1985, el doctor Serguei Litmonov, epidemiólogo ruso especialista en enfermedades transmisibles africanas, que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director de la OMS en Ginebra, afirmó sobre la epidemia de SIDA en África que «todo ha sido un caso de pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, Estados Unidos». (Referencia: Andreas Faber Kaiser. ¿Existe un plan de genocidio mundial?. Más allá de la Ciencia, número 49, marzo del 1993).

En numerosos foros internacionales científicos y políticos africanos se han opuesto a la estrategia de despoblación que imponen las organizaciones mundialistas.

Desde hace años, la revista New African está publicando artículos que cuestionan a la ortodoxia del SIDA.

En el Congreso Internacional sobre el SIDA en Ginebra algunos periodistas del Tercer Mundo empezaron a comprender. (Ver número 54, artículo de Celia Farber). Más recientemente, los delegados científicos africanos especialistas del SIDA que asistieron al International Visitors Council quedaron atónitos al oír las exposiciones del Dr. David Rasnick y de Christine Maggiore, que muchos entendieron. (Ver artículo en este número).

Hoy, el presidente de Sudáfrica se opone a la visión occidental del SIDA en África, ha abierto el debate y lo está extendiendo al resto de las naciones no blancas y pobres. (Ver el artículo «África se rebela contra la hipótesis oficial del SIDA» en este mismo número).

Actualmente, se está celebrando un congreso de disidentes en este país y se tiene prevista otra reunión para julio.

Algo se está moviendo en las transparentes aguas de la ortodoxia. Como dice el proberbio chino:

Se puede engañar poco tiempo a mucha gente, se puede engañar mucho tiempo a poca gente, pero no se puede engañar todo el tiempo a todo el mundo.

Los dirigentes tienen motivos para inquietarse: sus mentiras están siendo desveladas. Pues como decimos en el Estado español: a cada cerdo le llega su San Martín.

La hipótesis oficial sobre el SIDA en África, y en general en el Tercer Mundo, tiene varias ventajas:
  • Justifica el fracaso de la hipótesis infecciosa y de transmisión sexual en Occidente donde, a pesar de los trucajes estadísticos, el SIDA sigue confinado mayoritariamente a los hombres.
  • Aún con las rebajas que acaban de hacer las multinacionales, representa un mercado importante para sus productos.
  • Es descaradamente racista.
  • Elimina excedentes de población que sobran.

  • Utiliza el dinero de los contribuyentes norteamericanos con la excusa de ayudar a combatir la epidemia, para continuar la política de despoblación eugenista propiciada por los propietarios del orden mundial.
Artículo publicado en el número 59 de la revista «Medicina Holística». Edita: Asociación de Medicinas Complementarias (A.M.C.)
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